Con la justificación ahora de atrasos a causa del Huracán Beryl, el Director de la Secretaría de Infraestructura Comunicaciones y Transportes (SICT), Guido Mendiburo Solís dio nueva fecha para la entrega del puente Nichupté, reprogramándolo para septiembre, en vez de agosto.
Sin embargo, expertos afirman que la obra que inicio hace dos años requiere de mayor tiempo por la magnitud de la misma, además presenta un avance de apenas del 54 por ciento.
La obra inicio en julio de 2022, originalmente se programó su entrega en abril del 2024, sin embargo, en el proceso, la empresa ganadora de la licitación: Ingenieros Civiles Asociados (ICA) y la SICT, “descubrieron”, en 2023, que el suelo presentaba problemas de karsticidad, lo cual obligó a modificar el trazo del puente en una longitud de 103 metros para librar una caverna que se presentó en la zona lagunar.
A ello se añadió el seguimiento, control y vigilancia ambiental que les exige la autoridad ambiental para mitigar, compensar o restaurar los impactos ambientales en las etapas de preparación, construcción, operación y mantenimiento del puente.
Tan sólo en los programas de mitigación se deberán invertir más de 200 millones de pesos. Con ello, el titular de la dependencia federal, Jorge Nuño, dio a conocer en su momento, que el costo del puente vehicular Nichupté pasó de un costo de 5 mil 570 millones a 7 mil 56 millones de pesos.
Mendiburu Solís dijo que, para agilizar la obra, trabajan en dos frentes “24/7”, a fin de avanzar más rápido en la construcción del puente, por lo que trabajan más de dos mil personas, tanto para la zona terrestre como en la zona lagunar, en donde se presenta mayor atraso.
De acuerdo con la propia dependencia, en la descripción de la obra, actualizada a la fecha, contará con una ciclovía, un sistema de andadores e iluminación, así como de un puente “en arco”; estará equipado con sistemas de transporte inteligente (ITS) conectado a un C4 de seguridad, ciclopista y paraderos, así como una sección transversal de 14.9 metros para alojar 3 carriles de circulación, uno por cada sentido de circulación y otro que será reversible, en función de la demanda de tránsito.
El puente abarca una longitud de 8.8 kilómetros, que parte en la zona terrestre desde las avenidas Kabah y Bonampak, desembocando en el kilómetro 13.5 de la Zona Hotelera.
Con la obra se pretende brindar solución al congestionamiento vial de la Zona Hotelera de Cancún. La vía contará con cuatro carriles, uno de ellos reversible, además de una ciclovía, brindando opciones de movilidad tanto a conductores como a ciclistas.
Desde que inició la obra, grupos ambientalistas de Cancún, el Colegio de Ingenieros y ciudadanos que viven en la Zona Hotelera manifestaron sus dudas sobre el desarrollo de la misma, como son las afectaciones directas al medio ambiente, las especies que conviven en el ecosistema y también los daños que provocará a los asentamientos humanos cercanos al puente como son el ruido y la transportación de los materiales constructivos.
Uno de los que manifestó dudas sobre el proyecto fue el expresidente de la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI), Miguel Ángel Lemus, quien solicitó información detallada sobre los materiales que se instalan en los pilotes que sostendrán el puente vehicular, los terrenos en el kilómetros 12.1 de la zona hotelera que actualmente son concesión privada y los mecanismos de construcción que emplearán las autoridades para causar el menor impacto a los asentamientos humanos que hay en la zona hotelera como son residenciales náuticas como Isla Dorada y Pok Ta Pok.
GC