El día de ayer estallaron diversas denuncias de negligencia, falta de medicamentos y la poca calidad humana en la atención en el Hospital General de Cancún “Jesús Kumate Rodríguez”. Elda Bermejo Xool, cansada de que nadie la escuchara, levantó la voz y, con coraje, explicó que ingresó a su familiar el 9 de diciembre de 2024 por una fractura de cadera, la cual requería cirugía.
Sin embargo, esta fue retrasada varias veces y, cuando finalmente se llevó a cabo, el cuadro médico empeoró sin que nadie le diera información sobre las razones o el diagnóstico actual. Fue hasta el día de ayer cuando, por fin, le dijeron sobre una posible neumonía.
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El paquete económico para el 2025, aprobado en diciembre de 2024 por el Congreso de Quintana Roo, tiene una reducción del 21 por ciento para los Servicios Estatales de Salud (SESA). Es decir, este recurso es de tres mil 682 millones de pesos, lo que indica un recorte de 997 millones en comparación con los cuatro mil 679 millones asignados para el año pasado.
Elda dijo que era un llamado, ya que las autoridades del estado han realizado visitas sorpresa para evaluar las condiciones en las que son atendidos los pacientes. Sin embargo, cree que esto no se trata de una falta de recursos, sino de mala administración, corrupción y robo de insumos. También mencionó que le robaron los pañales que le habían llevado a su familiar, por lo que tuvieron que comprar más.
Durante las primeras dos semanas, el paciente comenzó con una recaída evidente: dejó de comer, bajó de peso y, aun así, los doctores no le daban una respuesta sobre qué era lo que tenía. En uno de esos días, le dijeron que no le podían suministrar el medicamento por la falta de jeringas y de la ampolleta que necesitaba. “¿Cómo es posible que, en un hospital donde se está invirtiendo mucho dinero, no haya insumos básicos de atención? Esto nos hace pensar que tal vez los mismos empleados se los roban”, expresó.
Para conseguir el medicamento, los galenos sólo le dieron una foto de lo que necesitaba comprar, sin siquiera proporcionar una receta médica con el procedimiento. Por ello, buscaron el fármaco en varias farmacias de Cancún, hasta que lo encontraron con un precio aproximado de mil 800 pesos. La familia hizo una colecta para comprarlo y llevarlo con el temor de que no fuera suministrado a su familiar. Si algo relativamente económico se perdió, ¿qué iba a pasar con un medicamento costoso?
Entre los atropellos que refirió haber pasado, Elda relató que, a pesar de no estar visiblemente en condiciones de abandonar el hospital, le dieron el alta y lo sacaron sólo con una bata y el pañal puesto, lo que calificó como un acto inhumano: “Los sacaron como si fuera un perro y no se vale, nadie se merece ser tratado así”. Con lágrimas en los ojos, relató cómo fue hablar con varias personas para reingresar a su hermano, porque no se lo podía llevar a casa.
Finalmente, un médico le dijo que tal vez era neumonía, por lo que fue intubado. Su estado de salud es crítico y se espera lo peor. “La muerte de mi hermano no va a ser en vano. Voy a luchar hasta las últimas consecuencias para que se sepa todas las injusticias y malos tratos que reciben los habitantes del pueblo, en un lugar turístico que deja mucho dinero, como para tener un servicio de salud tan nefasto”, concluyó.
Maricela N., otra derechohabiente, también señaló malas prácticas en este nosocomio. Ella trajo a su padre por una herida en el pie hace dos días, donde solo le dijeron que estaría en observación. De manera repentina, le dijeron que estaba muy grave, pero no le proporcionaron las causas ni el diagnóstico. Al preguntar al personal, aseguró que sólo recibió malos tratos.
Cuando logró entrar a la visita, su papá tenía el pañal lleno de restos fecales y las enfermeras le dijeron que debía limpiar al paciente. “Se supone que son profesionales. Si yo no hubiera llegado al hospital, tal vez lo dejaban así, sucio, y no es justo. Reconozco que también hay buenas personas dedicadas a su profesión, pero hay otras que no deberían ejercer por falta de ética y de profesionalismo”, expresó Maricela.
Ana N., comerciante de cubrebocas, dijo que ella trabaja en la zona y diariamente escucha a los familiares de los pacientes quejarse por la atención, los medicamentos y el material para cirugías. A menudo, los familiares tienen que salir a buscar en las farmacias cercanas. Si se trata de un fármaco de uso común no hay problema, pero en ocasiones son medicamentos muy específicos, además de que cobran el uso de las ambulancias, lo que no entiende porque se supone que esto lo incluye la atención. “La gente corre desesperada y muchas ni se quejan por temor a que no atiendan a sus familiares, pero esto es de todos los días”, comentó.
En cuanto al área de urgencias, los derechohabientes refirieron que tardaron hasta dos horas para recibir atención. Desconocen los motivos, pero señalaron que esto resulta muy cansado para una persona que no se encuentra bien de salud, sobre todo para los niños.