El comisariado ejidal de Aarón Merino, Juan Manuel Herrera, sostuvo que ya no permitirán la venta de terrenos a los menonitas, luego de que el Ayuntamiento de Bacalar hizo un llamado a los comuneros para evitar estas acciones, a causa de los reportes de deforestación en la región que se le atribuyen a este grupo.
La semana pasada, la regidora del Ayuntamiento de Bacalar, Oneyda Cuxín Irigoyen, señaló que se han reunido con los comisariados ejidales de la zona para prevenir que continúe agravándose la problemática ambiental por las actividades agroindustriales de los menonitas asentados en la región, cuya población en el municipio supera los mil 500 habitantes.
Por ello, el representante ejidal mencionó que ya no se venderán más hectáreas a este grupo, pues, a pesar de las multas que les han aplicado, siguen devastando grandes áreas de selva.
Organismos de vigilancia nacionales e internacionales indicaron que se han destruido 130 mil hectáreas de selva, entre actividades agroindustriales, obras del Tren Maya y tala ilegal, entre otras.
Según Juan Manuel Herrera, las familias menonitas, incluso han comprado ejidos completos, como el de Salamanca, donde llevan a cabo sus tareas de deforestación y siembra. Agregó que, aunque estas actividades son para el consumo, están causando daño al ambiente.
Las autoridades señalaron que no sólo la depredación es intensa, sino que no cuentan con los permisos pertinentes. Por ello, el Ayuntamiento de Bacalar busca evitar la venta de grandes proporciones de terrenos.
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Desde la llegada de las primeras familias menonitas a Bacalar, en el 2000, se han expandido poco a poco hasta habitar ejidos como Salamanca, El Bajío, Blanca Flor, El Paraíso y San Fernando, siendo los dos primeros donde se observa mayor deforestación, según el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible y Global Forest Watch.
Entre los principales productos agrícolas que siembran y venden los menonitas se encuentran chile, sorgo y soya. Sin embargo, las autoridades han cuestionado y sancionado, en algunas ocasiones, la expansión intensa y las malas prácticas, como quemas de vegetación agresivas fuera de temporada y sin supervisión, así como el uso de pesticidas y plaguicidas.
