En el marco de la celebración de los 42 años de la fundación del poblado Francisco May, habitantes aseguran que disminuye la cantidad de árboles de chicozapote, calculada en poco más de 300, debido a que se comercializan para construir palapas en la región, por lo cual, solicitan impulsar la siembra para aprovechar el fruto ante el buen precio que alcanza.
Según estudios del ciclo reproductivo, con injertos de plantas jóvenes se reduce el tiempo de producción, de seis a dos años.
Este fin de semana están de fiesta las familias por el aniversario de la fundación de Francisco May, donde hoy día, pocos habitantes se dedican al campo, y la mayor parte cuida y trabaja en ranchos de particulares, dado que mucha gente foránea adquirió predios para diferentes usos.
Miembros de las familias May, Chimal, Chooc, Canché y Puc, coincidieron en que sobreviven con la cosecha de autoconsumo: maíz, frijol y calabaza, pero necesitan el apoyo de las autoridades para diversificar el campo, con la siembra de pitahaya y de chicozapote, incluso, la apicultura, y comercializar los productos en los destinos del Caribe mexicano.
“No tenemos dinero para hacerle frente a nuevos proyectos de siembra, aunque nos interesa mucho la pitahaya”, dijo Bernardino Chooc Pool, exdelegado municipal.
Según estudio, el tiempo que tarda un árbol de chicozapote en dar frutos depende si se obtuvo a partir de semillas o de un injerto; en el primer caso tardan entre seis y siete años y, en el segundo, entre dos y cuatro.
Actualmente, el kilo del fruto supera los 300 pesos, con una alta demanda en los polos turísticos, por lo que los pobladores apoyan la idea de promover la siembra con respaldo de los tres niveles de gobierno.
Se contabilizan más de 300 plantas adultas de chicozapote, distribuidas en los terrenos de Francisco May, las cuales están en buenas condiciones para extraer el chicle. Sin embargo, ninguna persona se dedica a ese oficio artesanal, como en antaño, cuando los fundadores vivían de esta actividad antes de establecerse en la zona.
Algunas matas, las más cercanas a los caminos de acceso a la carretera federal, son cortadas para ser usadas en palapas en Isla Mujeres, Costa Mujeres, Cancún, Puerto Morelos y Riviera Maya.
Desconocen la cifra de árboles jóvenes que crecieron solos entre los montes, pero creen que no pasan de 200. Con el tiempo podrían desaparecer si no se toma una medida desde el Gobierno para impulsar la reintroducción en la zona, independiente del cultivo para cosechar el fruto.
El árbol llega a alcanzar una altura aproximada de 30 metros, produce de tres a cinco kilos por cosecha de savia y, si bien, esta práctica no los daña, algunos pueden vivir más de 300 años, pero es necesario dejarlos descansar de seis a siete años, antes de volver a extraerla.