Ariel Avilés Marín
Hay cosas que de tanto hacerlas se tornan cotidianas y por ello van perdiendo entusiasmo y calidez. Solamente las cosas hechas con amor y convicción perduran en el tiempo y con él, van acrecentando su valor y se superan cada día; tal es el caso del Coro de la Iglesia de Santa Ana, que el pasado jueves llevó a cabo una liturgia para festejar, como ellos saben hacerlo, entusiastas y felices cuarenta años ininterrumpidos de poner la nota de alegría y el color de la música a los oficios de la antigua y popular parroquia de Santa Ana, situada en el corazón del barrio del mismo nombre, el segundo más antiguo de la ciudad de Mérida, pues existe desde fines del S. XVI. Decir Santa Ana, es hacer presente muy profundas tradiciones.
Mi familia siempre ha sido santanera, en este barrio crecieron mi padre y sus hermanos, mi tío Chacato nos contaba de los grandes árboles de tahuch que había en el parque hace muchos años, y a los cuales se subían para bajar los ricos zapotes negros. Mis abuelos vivían en la calle 49 con 62, a unos pasos de la tienda El Motor Eléctrico, de los chinos Don Andrés y Doña Anita, y casi en frente de La Negrita, otrora tradicional cantina, entonces, del popular Chino Escalante; mis primos Mundo y Jorge Carlos, y desde luego yo, pasábamos todos los fines de semana en casa de los abuelos, mi abuela nos mandaba a comprar pan a Los Catalanes y la tía Lily nos llevaba al parque de Santa Ana a jugar, comer paletas o comer un panucho con Marrero, que en ese tiempo tenía unos carretones de madera situados sobre el parque, con sus mesas también de madera y sillas de plegar. Yo sigo viviendo en Santa Ana, en la calle 47, así que, ser santanero forma parte esencial de mi vida, la voz de las campanas de la parroquia de Santa Ana son inconfundibles para mi oído, y escucharlas desde el jardín de mi casa, es un placer que no tiene comparación en esta vida.
El pasado jueves, a las ocho de la noche, el Pbro. Raúl Moguel Urtecho celebró una misa para festejar los cuarenta años de actividades del coro, que fue creado por su iniciativa y que ha escrito y marcado toda una tradición en la parroquia. El evento reunió a numerosos feligreses y también a muchos que fueron integrantes del coro, en estas cuatro décadas de actividad.
La misa por la celebración de este aniversario, fue hermosamente alegrada por las notas del grupo, que en la actualidad está integrado por diez elementos, una guitarra, un teclado, un xilófono, una pandereta y los demás son voces. El repertorio del grupo abarcó cada uno de los momentos de la liturgia, y desparramó entusiasmo y alegría a lo largo de todo el evento.
Recordaron que el grupo se estrenó en la misa del 24 de diciembre de 1978, y desde entonces y ahora, el alma y tesón de su director Keny González Hernández ha sido una llama que ha mantenido vivo el entusiasmo de aquella primera misa en la que debutaron. Un detalle emotivo en la celebración, lo fue el momento en que recordaron a los compañeros que ya se han adelantado en el camino de la vida. “Seguramente, ellos ya están cantando en el cielo, entre los ángeles”, reflexiona el padre Moguel, creador e impulsor del proyecto.
La actuación del grupo desparramó alegría hasta por los alrededores de la iglesia. Nos gustó de manera especial el Aleluya, el que interpretaba Raphael a fines de los 60’s y de la autoría de María Ostiz. Canciones navideñas tradicionales también estuvieron presentes en el repertorio, tal es el caso de Blanca Navidad. Las partes esenciales de la liturgia, como son el Santo, el Padre Nuestro o el Cordero de Dios, fueron puntualmente interpretadas en hermosos y coloridos arreglos. La metálica y aguda voz de las campanillas del xilófono, pusieron un acento muy especial a las interpretaciones. Villancicos tradicionales también tuvieron presencia en el programa, tal es el caso de Adoremos o En la Cuna de un Portal. El momento culminante de la actuación del grupo fue la hermosa interpretación del villancico mexicano Los Peces en el Río, que levanto gran entusiasmo entre la nutrida concurrencia.
Terminada la liturgia, nos acercamos a los integrantes del grupo para recoger de viva voz sus impresiones de estos cuarenta años. Nos señalaron como antecedente del grupo, el que amenizaba la llamada Misa Juvenil de las siete de la noche todos los domingos y que reunía a una gran cantidad de jóvenes de aquella época, el cual fue iniciativa del inolvidable padre José Inés Pérez en 1970. Recordamos en ese entonces, tocando la flauta transversa o la harmónica al gran amigo Carlos Bojórquez.
Los integrantes actuales cuentan con matrimonios como Keny González Hernández y su esposa Aída Aguilar Castillejos; Armando Chami Urcelay y Nonoya Lizarraga Rosado; también están los hermanos Teresa y José Antonio Espinosa Atoche; Lilián Coello Mena; hay que destacar de manera muy especial la participación de los hermanos Keny y Anilú González Aguilar, pues son hijos de los fundadores Keny y Aída, y su presencia pone una nota de continuidad y pervivencia de este maravilloso grupo.
Fue muy emotivo el reencuentro con antiguos integrantes del grupo que acudieron a la celebración con sus familias. Tal es el caso de Alfredo Eduardo Barrera Sarlat, Aeda Polanco de Hernández y del Dr. Liborio Marín Cupul, que revivieron momentos preciados de su paso por el grupo.
Sin duda de ninguna especie, los miembros del grupo nos dijeron: “Venir a cantar cada semana es un compromiso profundo e ineludible en nuestras vidas”. Mencionaron también otro compromiso que vienen realizando desde hace muchos años: “Cantamos también, cada semana, la misa de las cinco de la tarde en la capilla del Asilo de Ancianos Brunette Celarain, es otro compromiso ineludible en nuestras vidas”, dijeron con gran alegría.
Instituciones, como este maravilloso y entusiasta Coro de Santa Ana, es de la gente que nos devuelve la confianza en la humanidad; su entrega, entusiasmo, cariño a lo que hacen, es un ejemplo a seguir para muchas familias que viven conflictos, desuniones, disfuncionalidades. Unirse, con el fin común de hacer algo tan hermoso, como es interpretar música, es un camino en la vida que mucha gente más debe seguir. ¡Ojalá tengamos muchos grupos más como el Coro de Santa Ana!