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Víctor Salas

Con una sensible baja de asistencia, en especial en el lunetario, con respecto a los tres últimos conciertos, el viernes 18 de octubre nuestra orquesta dio a conocer a la audiencia que la sigue en cada temporada, la Séptima Sinfonía del finlandés Jean Sibelius, que fue la última publicada por ese compositor y la termina en 1924, siendo notable por estar escrita en un solo movimiento, en vez de los cuatro habituales de las piezas de ese género orquestal. La sinfonía fue compuesta en la tonalidad de do mayor. Hubo un tiempo en que componer en do era considerado infructuoso, por ello, Vaughan Williams dijo que sólo Sibelius podría hacer que do mayor sonara totalmente fresco. Por su parte, Peter Franklin opinó que es la mayor celebración en do mayor habida nunca.

El único movimiento de la sinfonía se compone de las siguientes secciones, que se interpretan sin interrupción, adagio, vivacissimo, adagio, allegro molto moderato, presto, adagio, largamente molto, affettuoso.

En sentido contrario -y como dato curioso-, apuntaré que existen sinfonías de ocho y de diez movimientos. Como vemos, resulta interesante dicho estreno desde el punto de vista de su originalidad.

Los conciertos de la OSY, cuando no tienen solistas invitados, nos permiten concentrarnos en los ejecutantes de la orquesta. Desde las últimas presentaciones me parece estupenda la sección de alientos horizontales, conformada por Joaquín Melo, Daniel Martínez y Victoria Nuño. Y la de los alientos verticales Paolo Dorio, Ranier Pucheux y César Reyes.

Pero la realidad es que cada una de las secciones en unidad, logran momentos sonoros de gran elevación, faltando únicamente la altura pasional para anclar en el espíritu de los asistentes, quienes, a fin de cuentas, aceptan a plenitud los resultados interpretativos de la OSY. Prueba de ello son las sonoras palmas que brindan, por lo regular, al finalizar cada concierto.

Así pues, cada una de las secciones de la obra apuntadas arriba, tuvieron una cabal interpretación de la obra de Sibelius.

El programa arrancó, como lo habitual, con las palabras del titular de la agrupación Juan Carlos Lomónaco, quien expresa en cada intervención casi el mismo texto del programa de mano y el de las ruedas de prensa.

A continuación, de Edward Grieg, se tocaron las suites número uno y dos de Peer Gynt. La primera fue de gran aceptación del público y en la segunda, todos tardaron en aplaudir porque el final no se percibe como tal.

Después del intermedio se interpretó Finlandia, Opus 26, del mismo Jean Sibelius, resultando, nuevamente, muy del agrado del público.

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