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Yucatán

Edgar A. Santiago Pacheco

Desembarcó en Progreso el 29 de diciembre de 1911, con su bagaje consistente en microscopios, ultramicroscopios, libros en inglés, español, francés, alemán, danés e italiano, provenía de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool y por encargo del gobierno británico llegaba a Yucatán.

Si en estos días la plaga de mosquitos asuela brazos, piernas y cualquier parte del cuerpo que no esté cubierto, sin parecer respetar las medidas y esfuerzos de autoridades sanitarias, si el dengue, chikungunya y zika son enfermedades que acompañan al insecto saeteador, como se llamaba a principios del siglo XX al mosquito, pensemos en la primera década de ese siglo, cuando aún no se conocía científicamente los orígenes de ciertas enfermedades asociadas a este insecto y por ende la forma de prevenirlos.

La noticia de la aparición de una epidemia de fiebre amarilla en el otoño de 1911 llamó la atención de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool, que dispuso una expedición -la vigésimo octava- para investigar las causas de dicha enfermedad, la expedición corrió a cargo del Dr. Harald Seidelin, quien había estado en Yucatán de 1906 a septiembre de 1910, a cargo de los laboratorios por él fundados de bacteriología, anatomía, patología y química clínica del hospital O’Horán.

Este amplio trabajo científico lo encontramos detallado en un texto de pasta grisácea, más alto que ancho diría un desinteresado en la descripción bibliográfica, que responde al título de Informe de la expedición para investigar la fiebre amarilla en Yucatán, por el Dr. Harald Seidelin, traducción por el Dr. Eduardo Urzais [sic], revisada por el autor y publicada con autorización de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool, este destacable texto fue armado e impreso en 1914 en la imprenta El Porvenir de importante labor desde fines del porfiriato, que tenía su local en la calle 56 No. 510 departamentos A y B del centro de la ciudad.

Algunos datos que rescatamos de esta obra nos hacen reflexionar sobre el proceso y el papel que jugaron notables intelectuales de la época en la edición de libros, pues reconociéndose la labor de investigación del Dr. Seidelin y su importancia en la formación médica de muchos profesionales antes de la revolución, se procuró casi inmediatamente la traducción del inglés por parte de sus pupilos. El prólogo lo hizo el Dr. Hircano Ayuso y O’Horibe, la traducción del inglés el Dr. Eduardo Urzaiz, y el Dr. Diego Hernández Fajardo vigiló la edición, incluso el costo de la obra salió de bolsillos particulares gracias a “los óbolos de algunas personas conspicuas y a los allegados por los hijos y nietos intelectuales del maestro Seidelin”, es decir por cooperación casi pública.

La obra plasma una investigación científica, muestra un recuento minucioso y responsable de indicios en busca de un microorganismo patógeno, el paraplasma flavígenum alojado en los mosquitos que asolaban a la ciudadanía meridana, que ocasionaba la enfermedad de los amarillosos o fiebre amarilla. Enfermedad que atacó al investigador pues refería en su informe “sólo fueron interrumpidas mis observaciones por un ligero ataque de fiebre amarilla, que me hizo abandonar mi trabajo por poco más de una semana”. Como instalaciones utilizó el Lazareto para la fiebre amarilla anexo al hospital O’Horán y los laboratorios de ese nosocomio, los exámenes post mortem se practicaron en el Hospital O´Horán por el doctor Hyrcano Ayuso.

Recorrió la península levantando muestras, visitando lugares donde se había reportado dicha enfermedad, así estuvo en Kambul, Maxcanú, Temax, San Felipe e Izamal, entre otros, y por supuesto Mérida, un pequeño mapa del Estado ubica los sitios y un útil plano de la ciudad de Mérida inserto en el informe marca los predios donde se detectó y diagnosticó a los “amarillosos”. Durante su estancia observó otra enfermedad asociada al insecto saeteador, pues identificó “un número considerable de casos de paludismo durante la epidemia de fiebre amarilla, los cuales fueron enviados al Lazareto en cumplimiento de la ley que prescribe que todos los foráneos no inmunes que presenten elevación de temperatura, sean considerados como sospechosos de fiebre amarilla mientras no se demuestre lo contrario”.

Como notas curiosas explica que la mayoría de los casos de fiebre amarilla ocurrieron en soldados mexicanos, procedentes de varias partes del interior de la República, en las cuales no hay fiebre amarilla. La capital Mérida, debe ser considerada un centro endémico de la enfermedad. La mayoría de los habitantes de Yucatán tienen inmunidad. Y que aun cuando se han hecho numerosas campañas para eliminar al mosquito, todavía no se ha conseguido controlarlo. La lucha hasta hoy continúa, con nuevas enfermedades transmitidas por el mosquito que enriquecen nuestro vocabulario.

Cinco meses después el Dr. Harald Seidelin reportaba “salí de Progreso para Nueva York el 27 de mayo de 1912 en El Esperanza, y llegué a Liverpool el 12 de junio del mismo año, en el vapor Campania”, dejaba atrás muchas larvas estudiadas, un sólido trabajo de investigación y una cauda de colegas que lo respetaban que lograrían en 1914 plasmar en un documento de 87 páginas y un par de mapas, una obra profesional que hasta hoy se recuerda.

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