Frente al espejo
Ahora sé que no fue la mejor manera de actuar, pero equivocadamente crees que eso va a funcionar. Debí pensar más en mí y menos en lo que diría la gente, a qué iban a pensar mis hijos. Si iban a soportar las decisiones tomadas, y eso es lo que siempre hacía: pensar en los demás. Y así fui desapareciendo y al mismo tiempo dejé de escucharme, de sentir. Prácticamente, dejé de vivir y todo por dar gusto a los demás. Antes que cubrir mis propias necesidades dejé de abrazarme y ponerme como prioridad, me olvide de mí.
En mi tristeza, lo único que se me ocurrió fue buscar ayuda porque en mis momentos de soledad, me di cuenta que la única responsable de sentirme así era YO misma. Me di cuenta que no me estaba amando, no me daba el tiempo ni el amor que me merecía. Y a pesar de que he despertado, sigo trabajando en ello día a día, tratando de conocerme, de entenderme, aunque eso implique ver cosas que no me gusten. Quiero redescubrirme, aceptarme, amarme tal cual soy, queriendo y aceptando mis virtudes y mis defectos. No mentiré diciendo que este caminar ha sido fácil, pero sí muy satisfactorio.
Por este crecimiento que tengo, ahora amo la vida y la enfrento. Quiero pedirme perdón. Quiero estar en armonía conmigo misma, hacer las paces y comprender que el mayor daño me lo hice YO misma. Pero lo hice por ignorar que uno tiene el derecho de disfrutar y eso no lo sabía. Perdóname, Elizabeth, por juzgarte tan duramente, por estar tan pendiente de tus errores y sobre todo, porque algún día quise que desaparecieras. Pero también aprendí que tengo la oportunidad de levantarme y continuar, porque ahora YO, Elizabeth, he despertado. Ahora soy realista, me cuido, me doy para el que me necesite.
Me siento llena de vida y ahora estoy en armonía conmigo misma, dispuesta a seguir aprendiendo para disfrutar lo que tengo. Si te miras en este espejo, busca ayuda, la solución no es desaparecer, sino despertar y ver lo que te estás perdiendo.
Elizabeth Martínez (Eli)
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