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Yucatán

Una vez más en Yucatán, legitiman la impunidad

Finalmente el día de hoy se llevó a cabo la última audiencia del caso de la doctora Sandra Peniche, en la que el Tribunal de Enjuiciamiento se dio cita con las partes con el propósito de explicar la resolución dictada la semana pasada y en la que declaró culpable a quien puso en riesgo su vida el día 13 de marzo del 2018 por el delito de lesiones calificadas, sentenciándolo a una pena de prisión equivalente a 5 meses y un día, que se le tiene ya por compurgados, ya que el sentenciado estuvo, desde que ocurrieron los hechos, en el Hospital Psiquiátrico; asimismo, fue sentenciado a 28 horas de jornada de trabajo.

El Tribunal explicó durante el desarrollo de esta audiencia que, desde su razonamiento, no se tenía por acreditado el delito de tentativa de homicidio, ya que no se acreditó con las pruebas aportadas por la Fiscalía que el imputado tuviera la intención y el propósito de matarla. Inclusive señaló que, pese a que la perito experta determinó que la zona en donde se habían producido las lesiones se trataba de una región donde hay órganos vitales, que no se acreditaba que las lesiones producidas por un desarmador pudieran poner en riesgo su vida. Ya que inclusive no habían perforado su cuerpo y no habían trastocado sus vasos sanguíneos.

Es reprochable la determinación que el Tribunal adoptó, pero es más reprochable el razonamiento a partir del cual justifican y fundamentan su resolución, puesto que al no profundizar en la conducta realizada por el agresor y la afectación a la víctima, legitiman la impunidad que se esconde detrás de aquellos que se embisten de Ministerios Públicos, defensores y juzgadores.

El Tribunal, advirtiendo que la doctora Sandra Peniche es, además de una ciudadana que fue atacada por la espalda un día cualquiera por una persona cualquiera, sin un propósito distinto al de terminar con su vida, una defensora de derechos humanos de las mujeres, precisó que no se tenía por acreditado su carácter de activista de los derechos humanos. El Tribunal afirmó que contemplaba no sólo en esta resolución, sino en todas, la perspectiva de género, pero que en el caso concreto tampoco se logró probar que el ataque fuera producto de una razón de género.

El razonamiento del Tribunal ejemplifica cómo en muchos de los casos la investigación, el análisis y las determinaciones finales abordan la simplificación de lo que les ocurre a las víctimas de algún delito. La doctora Peniche Quintal quizá jamás sepa qué motivó a que una persona un día por la mañana se atreviera a apuñalarla por la espalda con un desarmador, y que la buena fortuna de no ser asesinada después de ese ataque se convirtiera en la razón por la cual su agresor no fuera sentenciado por dicha conducta. Porque el estribillo de “no se acreditó” se traduce en responsabilizar a la doctora ante una injusticia por haber corrido con la suerte de que un tercero interviniera e impidiera que recibiera lesiones más gravosas.

En este caso, el sistema de justicia mexicano falló, no cumplió con su objetivo, no reparó el daño, no dio acceso a la verdad, no preponderó los derechos de la víctima, protegió a su atacante, justificó la violencia e invisibilizó las particularidades del caso. Y lo peor es que lo hizo bajo el cobijo de la ley, puesto que impuso una sanción por un delito distinto y menor al ocurrido, y justificó conforme a una mala valoración de los hechos frente a las normas mexicanas, enviando un mensaje de tolerancia a la violencia y de tolerancia a la impunidad.

Acceder a la justicia va más a allá de lo que deriva de algún sistema jurídico y de las disposiciones del Derecho, ésta debería iniciar desde el momento en que pones en aviso a la autoridad y le pides su intervención y tendría que concluir con una reparación integral de las víctimas y la garantía de no repetición. Este acceso no tendría que ser un camino sinuoso, con obstáculos y trampas que pretendan no llegar al final, como fue en el caso de la doctora Sandra Peniche.

Ojalá que lleguemos a ese momento en que casos como éste sean una vieja historia que les contemos a las futuras generaciones sobre lo que no deben pasar las víctimas que están en busca de su acceso a la justicia… que la indignación no nos canse, que la rabia nos fortalezca, que la garantía y protección de los derechos humanos sea nuestro punto de encuentro, que logremos cambiar la historia.

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