Roger Aguilar Cachón
Los niños yucatecos, en el mayor de los casos, en esta época navideña han sido siempre “marchantes” de Santa Claus, quien en otras latitudes cambia su nombre por el de Papá Noel o bien San Nicolás. Tradicionalmente, sus cartas han sido dirigidas a este personaje y fueron pocos los amigos del de la letra quienes, además de este personaje de traje rojo, escribían sus cartas también a los Reyes Magos, costumbre asentada más allá de nuestras fronteras. Aunque hay un santuario en nuestro Estado dedicado a estos tres personajes, no habían sido considerados para entregar regalos. Ya que, como dirían los entendidos, esta es una tradición huacha.
Había estaciones de radio que invitaban a los niños a hacer sus cartas y enviarlas, y recuerdo que también se les invitaba a ver el desfile que en Mérida siempre se llevaba a cabo en fechas cercanas a Navidad y que, en muchas ocasiones, eran patrocinadas por las jugueterías de nuestra ciudad.
El de la tinta recuerda que su mamá lo llevaba con sus dos hermanos a visitar una de las jugueterías de renombre de la ciudad, que también era librería y papelería, y se situaba en la calle 63 por 60 y 58, la otrora y la ya extinta La Literaria. Es conveniente destacar que antes de llegar a la juguetería antes mencionada, había la posibilidad de entrar a dar una vuelta a Beto Barato, Me lo llevo, El Correo y también los Portales de Granos, donde se instalaban puestos para efecto de vender juguetes. Toda la ciudad era una gran vitrina para ver y elegir el o los juguetes que se podían incluir en la famosa carta a Santa Claus.
Hoy, como ayer, por medio de los programas que se trasmitían de la televisión, los niños de la añada del de la letra se podían enterar de los juguetes que estarían de moda en cada Navidad y nos proporcionaban los detalles de cada uno de éstos. Sin lugar a dudas, eran juguetes caros y en el mayor de los casos eléctricos que imposibilitaban el acceder a ellos. Pero esto no era problema, ya que había juguetes que los niños de antaño siempre querían y esperaban que pasaran los meses para poder pedirlos.
Los periódicos de aquellos años 60 y 70, desplegaban en sus páginas, fotografías en las que se anunciaban los juguetes que estaban a disposición para ser adquiridos por los “Santas” de cada casa y procurarles a sus niños momentos de entretenimiento y diversión. Recuerda el de la letra que una vez que se abrían los regalos, los niños salían a la calle para presumirlos entre sus amigos y familiares. Desde luego que por la cuadra donde vivía el de la nota, había niños cuyos padres estaban en mejores condiciones económicas, y por eso los niños de aquellas pocas familias tenían juguetes más caros y de mejor calidad.
Pero, bueno, niños y niñas al fin, teníamos la posibilidad de pedir juguetes que tanto pobres y ricos de por la casa jugábamos. Por ejemplo, las niñas tenían juguetes que durante todo el año se les podía ver entretenidas, uno de ellos eran los juegos de té, aunque de éstos también había niveles. Esto es, los había de plástico suave que venían sobre un cartón con pocas piezas, en lo general tazas, platitos y una cafetera, hasta aquellos que estaban en cajas de lujo y con muchas piezas que incluían hasta teteras, azucareras, platitos, cucharitas, tenedores, tacitas e incluso podían traer mantelitos. Hay que mencionar que los había también de aluminio.
Las niñas tenían otras opciones como son las muñecas, ya que había una firma Lili-Ledy (que tenía una casa-taller donde se reparaban muñecas por el rumbo de Santa Ana), muchas eran las variantes (no recuerdo que en esa época estuvieran de moda las barbies), unas que podían hablar, se les halaba o jalaba una pequeña cuerda que estaba instalada en la espalda y se podían escuchar algunas palabras que salían del cuerpo de la muñeca, otras que caminaban, se podía ver a las niñas con sus muñecas de tamaño considerable estar caminando (como robots) por las calles y parques luciéndolas, las había de cabellera negra, roja y también las había chelas. Recuerdo que algunas vecinitas tenían unas muñecas que gateaban.
También había la opción que las niñas pidieran a Santa juegos de belleza, en loa que figuraban los tubos (rulos), lápiz labial (que en el mayor de los casos no pintaban), pequeñas secadoras, espejos, muchos de los cuales eran sólo de plástico y no reflejaban la imagen, pero se utilizaban como si lo hiciera. Solamente unos ejemplos de aquello que de seguro muy pocas niñas de este nuestro siglo XXI le pedirán a Santa Claus.
Los niños, por su parte, tenían opciones menos sofisticadas, aunque había muchas opciones era muy difícil, como en el caso particular del de la letra, que por varios años pidió le trajeran su autopista, aunque fuera con sólo dos cochecitos, pero seguro Santa Claus ya no los tenía en existencia. Aunque siempre se escribían más opciones, por si acaso alguno de los pedidos estuvieran agotados.
Además de los vaqueros e indios que venían en grandes bolsas, era algo normal que se pidieran Tarzanes montando un león o un tigre, aunque recuerda el de la letra ahora que escribe esto que también estaban los jaguares y pumas. Las pelotas y los bates también estaban en la lista, al igual que las pistolas de mixtos que por lo general incluían las fundas. Los rifles y pistolas de dardos también eran algo común que los niños pidieran. Asimismo, se pedía los juegos de vaqueros que venían en un soporte de cartón e incluían la placa de sheriff, las esposas, la pistola —por lo general plateada—, aunque también podía ser dorada. Se podía añadir al pedido a Santa un sombrero de vaquero de colores, pero siempre llamaba la atención los de color rojo. Los cochecitos y los “Batmans”, ya en figura o en coche también eran la opción. Los Superhéroes estaban también de moda, pero en menor escala como lo son hoy día. Se podían conseguir algunos como Supermán, El Acertijo, El Pingüino, pero no había mucha variedad. También se pedía guantes y mascotas para jugar béisbol, algunos más atrevidos esperaban sus guantes de box, pero en menor escala se pedían éstos, no se acostumbraba el pedir ropa, ya que eso era casi “obligatorio” estrenar para Navidad.
Para los niños más abusados, o sea para los que no se conformaban sólo con jugar con muñequitos y cochecitos, había la posibilidad de abrir su creatividad pidiendo les trajeran para esta ocasión un juego que en aquellos años de la infancia del de la tinta (66 a 68 más o menos) que se llamaba Idema que hoy son los famosos Legos, se construían desde coches y aviones, hasta grandes objetos como edificios, personajes, puentes, era un reto el tratar de hacer algo y si no salía bien, pues sólo se desbarataba y se seguía. Otra opción era construir pequeños barcos y aviones a escala, recuerdo que en una ocasión mi hermano Carlos empezó a construir y pegar siguiendo las instrucciones y al terminarlo le sobraron piezas.
Había la opción de elegir algún juego científico, como el Laboratorio de Química, con el que se podían preparar pequeños experimentos. Era muy bonito ver los tubos de ensayo y las sustancias que traía la caja. También era común el pedir juego de Doctor (médico) con pequeños instrumentos. Esa época era otra cosa a lo que hoy piden los niños del siglo XXI.
En esta ocasión, se hará referencia a una Navidad en que estaba de moda el pedir juguetes relacionados con la guerra (bélicos), aunque en esos años ese término no se usaba. Se recuerda muy bien las ametralladoras, unas solamente sonaban como tal y otras seguro un poco más caras echaban chispas, hasta que se agotaba el aditamento que lo hacía posible. Pero algo que era muy llamativo fueron los cascos, unos lisos y otros con ramas pegadas a ellos para que pareciera camuflaje. Era bonito ver a los hermanos y vecinos enfundarse con estos cascos y usando sus granadas, rifles y ametralladoras, y escuchar los ruidos característicos de ellos. Había juguetes que eran para ser entretenimiento de toda la familia, como lo fueron: turista, damas chinas, ajedrez, rompecabezas, libros para colorear, etc.
No cabe duda, mis caros y caras lectoras, que los juguetes que se pedían para la Navidad eran muy simples, los niños de aquellos años tenían la opción de ser creativos y divertirse con lo simple y pasar un tiempo de solaz esparcimiento. Fue una época, en la que los niños nos conformábamos con algún juguete no tan sofisticados, y no hay que olvidar los juguetes de madera que se vendían en el mercado y aquellos osos de trapo que para el gusto del de la nota eran atractivos.