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Yucatán

Una escuela para los niños

La historia y su relato (la historiografía) tradicionalmente retratan a los grandes personajes de una nación.

La llamada “Historia de Bronce” que a muchos nos enseñaron en la Primaria. A partir de los años 70 del siglo pasado la microhistoria irrumpió en los círculos académicos y se ha extendido tanto al grado que algunos como Pons, A., y Serna J. (2004), consideran que ya debe parar[1] .

Sin embargo, en nuestro medio queda aún tanto por hacer en la materia que, desde la temeridad que nace de mi entusiasmada ignorancia, me propongo hacer un modesto aporte para conocer desde esa perspectiva minúscula, algo de la historia de mi querido pueblo, Cansahcab.

Si acepta mi invitación apreciable lector acompáñeme a remontarnos hasta el año 1840. ¿Qué sucedía en el mundo, en México, en Yucatán y en particular en ese pedazo de tierra añorado por muchos paisanos, llamado Cansahcab? Aunque mencionaré grandes acontecimientos, como guerras o grandes acontecimientos políticos, mi objetivo es poner la lupa en aquello que ha sido y aún ahora es tan cotidiano que no se consideraría digno de contar en un libro de historia.

Para empezar 1840 comenzó a media semana, un miércoles, y fue año bisiesto.[2] Entre los sucesos que podemos ubicar se encuentran: La firma del documento fundacional de Nueva Zelanda; en España se funda la Sociedad de Tejedores de Barcelona, primer sindicato del país; en los Estados Unidos triunfa en las elecciones presidenciales el candidato William Henry Harrison y en muchos países de América y Asia se libran guerras[3] .

En México, en marzo, Yucatán se separa en rechazo a la forma de gobierno centralista.[4]

Mientras todo esto sucedía en el mundo e involucraba a Yucatán en el plano nacional, ¿cuáles problemas ocupaban a los yucatecos? ¿Había algo más que les preocupara?

Sí, había cosas que los mantenían ocupados pensando en la forma de resolverlas como por ejemplo la Educación de los niños.

Gracias a la labor que ha realizado el Archivo General del Estado, (aprovecho aquí para hacer un reconocimiento a todo su personal y en especial a un buen amigo, el Mtro. Mauricio Dzul), he podido encontrar un expediente que refiere un acto que me movió inmediatamente a la ternura y la admiración.

Se trata del expediente número 14, del volumen 14 ubicado en la caja 21 del Fondo Poder Ejecutivo, del Ramo Gobernación, en el que en cuatro fojas se hace patente la solicitud hecha al Gobernador, don Santiago Méndez, por un grupo de ciudadanos de Cansahcab, encabezados por su Párroco, José Gregorio Cervera, y un comité formado por los señores José Savas Méndez (sic), Pedro Aranda, Bictorino Palma (sic) y Santiago Sosa, diciendo entre otras cosas: “… que siendo este pueblo cabecera de Parroquia y contando de 83 niños de color y 46 indígenas) de cinco a doce años de edad, que merecen y son acreedores a recibir una mediana Educación con la que puedan ilustrar en emancipada edad a su suelo natal. Siempre ha carecido de Escuela por la escasez de recursos con que pueda fundar o establecer fondos municipales por su falta de comercio, pues solo conoce su vecindario el ejercicio de una mezquina labranza cimentada en tierras casi estériles, como se experimenta, razón por la que Sr. Exelentísimo esta municipalidad y su Párroco, suplican y esperan de la piedad de Vuestra Excelencia que con arreglo a los artículos 1º y 2º del Decreto de 29 de septiembre de 1827, que ampliamente faculta a Vuestra Excelencia para establecer Escuelas en las Cabeceras de Parroquia, dotadas o pagadas del tesoro público, constituya Vuestra Excelencia la que hace tanta falta en este pueblo, con la dotación que demanda el número de niños cuyos nombres y edades van suscritos en las listas que se adjuntan, para el mejor conocimiento de Vuestra Excelencia. Protestándole nuestra más distinguida y respetuosa consideración y aprecio. Dios y libertad, Cansahcab 25 de noviembre de 1840.

Y debajo las firmas. Cabe aclarar que siendo una cita textual, se ha respetado el estilo original y únicamente se han desatado las abreviaturas para una mejor comprensión del documento.

Al leer las listas observo y me pregunto: ¿qué habrá sido del primero de la lista José Catarino Cortés de ocho años? ¿De Dionicio Azcorra, de seis?, ¿De Trinidad Aranda, (acaso mi ancestro) de ocho años? ¿Cómo vivieron su vida Cayetano Poot, entonces de 10 años? ¿Luis Chi, de 12 años? ¿O Venancio Eb, de nueve años?

¿Y de todos los niños, 129 en total que esperaban contar con un lugar para obtener una Educación que les permitiera conocer mejor el mundo que les rodeaba, qué habrá sido?

En fin, ¿habrá sido suficiente la petición hecha por estos próceres para lograr su sueño de tener la Escuela que “hace tanta falta en este pueblo”? No lo sé a ciencia cierta.

Sin embargo, Suárez Medina V. (2009)[5] nos cuenta que para el año 1846, Cansahcab carecía de Escuela, por lo que probablemente las gestiones del año 1840 no alcanzaron a rendir fruto.

Sin embargo, hoy, a 179 años de distancia, gracias a la conservación de los documentos, recordamos la noble gesta de un grupo de ciudadanos y de 129 niños que hacían llegar al Gobernador del Estado, su anhelo grande, puro y edificante, su anhelo de tener una Escuela.

¿Qué cosa podemos hacer hoy, que emule ese esfuerzo? Por lo pronto yo invito a mis paisanos a que a esos “pequeños personajes”, a esos nombres olvidados les tributemos un poco de lo mucho que merecen: Un aplauso a su memoria.

 

 

Suárez Medina, V. 2009. Gobernando entre ruinas. En G. Negroe Sierra y P. Miranda Ojeda. Nuestra historia con minúsculas. pp. 46-47. Mérida, Yucatán, México. Gobierno del Estado.

[1] [1] Pons, A. y Serna J.(2004) Nota sobre la microhistoria. ¿No habrá llegado el momento de parar? Pasado y memoria: Revista de historia contemporánea. No. 3. 5-24

[2]wikipedia Extraído el 29 de noviembre de 2019. https://es.wikipedia.org/wiki/1840[3] IbÍdem.

[4] Guerrero Flores, D. y  Ruiz Ham, E. P. (2012) El país en formación. México. INHERM 2012.

[5] Suárez Medina, V. 2009. Gobernando Entre Ruinas. En G. Negroe Sierra y P. Miranda Ojeda. Nuestra Historia con Minúsculas. pp. 46-47. Mérida, Yucatán, México. Gobierno del Estado.

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