Pilar Faller Menéndez
Muchas veces nos pasamos el tiempo sin hacer aquello que realmente debemos realizar, y es muy común también que durante nuestras conversaciones, nos perdamos hablando de cosas que no vienen al caso sobre lo que realmente queremos decir, y nos perdemos en un laberinto de palabras; por eso, mucha gente se desespera y utiliza mucho la frase “A lo que te truje, Chencha”, que si bien, no es muy política, es una manera de recordar a la otra persona, que se sitúe tanto en lo que debe realizar y en lo que realmente quiere decir.
Perder el tiempo ya no es un lujo que muchos pueden darse, porque la vida actual nos demanda rapidez y eficiencia, y muchas veces quisiéramos que el día tuviera más de 24 horas para hacer todo lo que quisiéramos, por lo que cuando alguien nos dice esa frase, nos está diciendo: “haz aquello para lo cual te traje, o tienes que hacer, y no pierdas el tiempo”.
El origen de la expresión se desconoce, pero se entiende que “truje” es un arcaísmo del pretérito del verbo traer, y que Chencha es un derivado de Cresencia o de Inocencia, que muchas veces hemos oído, y muchos no sabemos lo que significa. Cuando se crece escuchando refranes o dichos, solemos imitar esta forma de hablar que va formando parte de nuestro lenguaje popular y que se vuelve natural, ya que refleja una parte de nuestra identidad, porque los dichos muchas veces derivan de hechos o de historias que luego forman parte de nuestro modo de hablar.
A pesar de que no hay ningún registro histórico en el cual se detalle el origen de esta expresión, existe una leyenda popular que podría ser el origen de esta famosa frase, que cuenta que una pareja de campesinos que vivieron durante la época del Porfiriato, y que era un matrimonio muy reciente, la mujer se llamaba Inocencia, y padecía lo que actualmente los psicólogos llaman “déficit de atención”, por lo que Inocencia era sumamente despistada y se distraía fácilmente con cualquier cosa, ya fuera con el perro, con la mariposa que pasaba volando… lo que fuera: ella podía perder el tiempo prácticamente con cualquier cosa. Cuando esto ocurría, su marido la regresaba del limbo en el que se encontraba y le gritaba: “A lo que te truje, Chencha”, y así era como ella regresaba a su labor en el campo.
Mi papá era una persona muy dada a utilizar frases populares, y una de las que utilizaba mucho cuando nos veía alterados o impacientes era la de “Tranquila como Camila”. En una ocasión, su esposa que tenía nacionalidad norteamericana y era muy celosa, escuchó la frase, y en ese momento espetó a mi padre preguntándole ¿Quién es Camila?, con un tono nada amigable. Se escucharon risas ante tal escena de celos y hubo que explicar a la esposa celosa, que era un dicho, que Camila en realidad no existía (y tal vez Chencha tampoco existió), pero la frase sigue utilizándose. Así que dejemos de perder el tiempo, y pongámonos a hacer lo que debemos.