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COSTA CENTRO.- Los pescadores que trabajan jornadas de por lo menos 10 horas al día en el mar, de noche, de día, con sol, con lluvia o viento, no son valorados a pesar de que capturan el mero, que es altamente apreciado en restaurantes del mundo, donde se venden platillos con filetes de 200 gramos en 30 dólares (579 pesos con un tipo de cambio de $19.30), incluso más caros que el salmón, así lo expresaron los propios hombres de mar y empresarios.

“El trabajo del pescador es agotador y riesgoso; si te vas de noche y te quedas a dormir, mal duermes por estar vigilando la red y no chocar; al día siguiente el solazo y con mala noche para que más o menos te paguen, no son precios excelentes, pero ahí va, si es que no te roban en la noche.

“Sí me siento orgulloso de ser pescador, mi padre lo es desde hace 50 años y él me enseñó y a mis dos hermanos; mi padre nos lo dice, que lo que pescamos es para exportar, pero antes había más, llega a varios países y lo pagan bien; yo soy chef y sé que los platillos se hacen con filetes de 200 gramos y son precios altos, pero al pescador no se le valora, entra la política y siempre a los mismos es el apoyo. Al que tiene dinero para completar para motores y usan la firma de otros a cambio de unos pesos, eso no es valorar nuestro trabajo”, relató Jorge Basto Bacelis, pescador en Telchac Puerto.

Relató que su padre, de 76 años, sigue pescando, él con sus 43 años reconoce que no es 100 por ciento pescador, porque no le deja siempre ganancia, así que realiza diversas actividades para complementar el ingreso de su hogar.

Caciquismo

“Esto es el caciquismo, así regresamos, porque el que tiene siempre tiene y el que no, se queda igual. Trabaja uno para otros y a uno nunca le llega nada. De nada sirve, porque, por ejemplo, he metido papeles para un restaurante y nunca me llega por una u otra razón. Ojalá que cambie, porque lo que hacemos nosotros es lo más importante de la cadena y el que acaba siempre majado es el pescador, apenas hay quien compre a mejor precio, los armadores ven cómo para que así no sea.

“Así es la pesca, es como un trabajo donde te llega tu quincena, aquí diario es la lucha por el día, tal vez se saque algo o tal vez no”, comentó el hombre de mar mientras limpiaba el pescado a bordo de la lancha “Los 3 Reyes”.

Al igual que Basto Bacelis, miles de pescadores no se sienten valorados por el propio sector ni por los consumidores o las autoridades de todos los niveles, ya que consideran que no hay proporción entre lo que pescan y lo que se les paga.

“Los beneficios, todos los beneficios son para los permisionarios, la gasolina nos la venden al mismo precio que al público y hasta 1 peso más cara, porque la traen, cuando hay motores son para permisionarios, no obstante que los que trabajamos somos nosotros que vamos a pescar; nosotros no queremos ser permisionarios, queremos que se nos valore, que se nos apoye con redes o las artes de pesca; tan sólo una paca para la red de escama de fondo son 1,800 pesos, más 740 pesos de cada corcho, plomo, hilo, pero nada, aunque nosotros somos los que nos vamos de 5 de la tarde a 6 de la mañana con temor a los asaltos, trabajamos para ellos, para los permisionarios, y nosotros vamos al día”, relataron pescadores de la familia Kantún Dzul de San Crisanto, mientras reparaban la red de pesca.

Desfase

Rudy Abad Cetina, propietario de “Pescados y Mariscos del Caribe” en Progreso, reconoció que no hay conciencia de la sociedad y, por lo tanto, no se valora el trabajo del pescador, quien “carga con mucha gente: el dueño de la lancha, el del motor, el permisionario, la planta, la aduana”.

Recordó que Yucatán cuenta con pesquerías de alto valor: mero, pulpo, pepino de mar y langosta, esto provoca que el 90 por ciento de las capturas sean de exportación; por lo tanto, se venden a precios que en el caso del mero son por arriba del salmón.

Y quienes realizan la labor diaria de la captura son “buleados”, ya que sólo existe para ellos restricciones: “No saques tallas chicas, no captures en veda, y no hay motivaciones o apoyos acorde a su realidad de robos en el mar y de equipo; hoy los programas van desfasados”.

Recordó que la pesquería del mero es la más importante del Estado por su impacto social y la veda de 2 meses afecta directamente el bolsillo de los pescadores, quienes van en busca de otras pesquerías con otras artes de pesca, que son las redes.

Barrer no es de pescadores

Y los apoyos que reciben son “dinero para una actividad que no va a acorde con ser pescador, barrer las calles no es de pescadores, es un orgullo ser pescador, los trabajos deben ser en su Puerto de Abrigo, en su playa y, a cambio, obtener lo que necesita: radios para estar seguros, redes para ir a capturar escama.

“En mi opinión, los programas de gobierno están desfasados y creo que las empresas, la iniciativa privada, tiene que hacer algo, porque en lo que se ponen de acuerdo los gobiernos que van entrando, el pescador se va a morir de hambre. Nosotros implementamos el apoyo, darles 1 red si el pescador compra una o un radio si ellos compran uno, apoyamos en equiparlos.

“No se valora lo que hacen; lo que ellos capturan llega a las mesas de restaurantes de EE.UU., donde un plato de mero, un mero de 200 gramos, se vende en 30 ó 40 dólares, incluso es más caro que el salmón; el pescador también debe dimensionar hasta dónde llega su trabajo y respetar la labor que cada uno hace en la cadena; yo soy permisionario y también compro a cooperativas en varios puertos y aquí se le da el valor agregado, pero me he dado cuenta que lo que busca el cliente es la historia y esa historia del pescador es la que hay que contar, la de sus artes de pesca, de la labor que hacen”, comentó.

Abad Cetina, segunda generación en la comercialización de pescados y mariscos, le compra a 120 pescadores ribereños y de embarcaciones mayores, a quienes ha capacitado para lograr la certificación de exportar a Europa y a Estados Unidos.

Lleva tiempo

“Exportar lleva tiempo, nosotros desde hace 5 años estamos exportando a otros mercados, con restaurantes directamente, y a ellos les interesa mucho el origen; por ejemplo, en EE.UU. un restaurante, Bone Grill, tiene en sus cartas las artes de pesca de los países, le explican al consumidor y llevo 3 ó 4 años siendo promotor de mis clientes con el pulpo, por ejemplo, que les interesa saber las artes de pesca, lo artesanal al capturarlo y son pesquerías de alto valor; un filete de mero de 200 gramos se vende de 30 a 40 dólares y, el de salmón, en 20 a 25 dólares, porque es de criadero, porque no hay historia y nuestras historias son lo que debemos valorar, porque todo lo que hay aquí se debe al pescador”, dijo.

Abad Cetina exporta a Nueva York, Tampa, Houston, Denver, Nuevo Orleans, Italia, Maracay y sus esfuerzos se concentran en mejorar las presentaciones de los productos, como tentáculos empaquetados o filetes y postas de tamaños específicos y en explicar que la labor de captura se hace con ciertas artes de pesca por hombres de mar dedicados a la actividad.

El mero es de los de más alto valor, ya que el pulpo es considerado una botana, una entrada y se vende en 18 dólares.

La rubia, canané y huachinango también son de exportación, pero para el mercado latino de EE.UU. que paga de 2 a 5 dólares por sándwiches y tacos: “Crecí hace 5 años por diversificar y certificarme para la exportación, por estar buscando presentaciones y contar las historias. Crecí 30 por ciento y veo que es necesario trabajar en conjunto con el gobierno, entrar nosotros como industriales, en tanto el gobierno actualiza o se alinean los objetivos”.

POR ESTO! presenció el miércoles de la semana pasada el trabajo industrial de la planta y el proceso que sigue lo que capturan los pescadores, desde el pescado entero hasta los pequeños filetes que se pesan uno por uno.

Guadalupe Uicab Arévalo, responsable del área de producción, mostró el proceso desde que las camionetas cargadas con las capturas de diferentes puertos llegan a la planta.

Primero se pesan, se seleccionan y se clasifica por medidas, calidad y especie, y se guardan en los “dados” que son neveras con hielo.

Cuando llega el pedido de un cliente, se saca el pescado, se limpia, es decir, le quitan cabezas, pechos, cachetes y luego se filetea.

Todo depende del cliente y jóvenes expertos son los que filetean los peces. Luego está el equipo de mujeres que deshuesan, alinean y pesan uno por uno los filetes para luego empaquetarlos al alto vacío y acomodarlos en las cajas de cartón especiales para viajar por barco en contenedores de 40 mil libras o por avión.

Nadie quiere

Reconoció que nadie quiere darle la mano al pescador porque no se hace conciencia, porque no se valora la verdadera vocación y dedicación del pescador, que todos los días “se rompe la madre de menos 10 horas; la concientización es lenta y el pescador debe sentir orgullo de serlo y que sus hijos lo sean y se necesita trabajar en eso; está bien el Festival de la Veda, pero hay que complementarlo, hay que explicar qué hace el pescador, cómo lo hace y por qué”, dijo.

La temporada de captura del mero va del 1 de abril al 31 de enero del siguiente año y, de acuerdo con datos de la Sader y Aduanas, las exportaciones de esta especie desde Yucatán y Quintana Roo durante todo el 2018 sumaron 7’106,123 kilos, con destino principalmente a Estados Unidos, cuando en el 2017 se exportaron 8,187,660 kilos, principalmente a Estados Unidos, pero también hubo ventas a Canadá y Reino Unido.

El mero es una especie codiciada en Estados Unidos, el filete es demandado por los consumidores estadounidenses que, aunque también lo tienen en sus aguas pesqueras, no es tan fácil pescarlo, ya que aplican medidas rigurosas para su captura con el fin de proteger su biomasa; es por ello que la demanda del mero peninsular ha ido al alza.

POR ESTO! ha publicado que el mero es sobreexplotado y las cifras de la Carta Nacional Pesquera y la Comisión Estatal de Pesca lo confirman con sus estadísticas, ya que en el 2012 se capturaron 12 mil toneladas, en el 2014, apenas sumaron 6 mil y, ahora, apenas llegará a 5 mil toneladas.

Las estadísticas históricas muestran que, en 1972, se registró la mejor captura con casi 20 mil toneladas de mero, pero no se ha repetido ese volumen.

La captura del mero empezó a decaer a principios del 2000 y fue en el 2007 cuando la Conapesca implementó por primera vez una veda para la especie con una duración de un mes y que fue vigente hasta hoy.

“Tenemos que ayudar, tenemos que estar todos, tanto pescadores como gobierno e industria, solos no podemos y hoy estamos ante una oportunidad: tenemos una Secretaría de Pesca, tenemos a asociaciones y confederaciones de pescadores y a la sociedad civil, y un Gobierno Federal que va llegando, es la oportunidad de ponernos de acuerdo, de todos aportar y valorar, extender la mano; en 15 años el sector ha tenido muy poco avance”, dijo.

Bajas capturas de escama

En tiempo de veda, como los 11 días que han transcurrido, los hombres de mar se enfrentan a bajas capturas de 25 a 30 kilos de chacchí, ronco, sagro y bagre, que son de aguas someras o huachinango, rubia, canané y boquinete, de redes profundas.

Ayer, en Telchac Puerto y San Crisanto, se observó que los pescadores preparaban redes en sus hogares y lanchas, pues el mero está en veda.

En un buen viaje podrían traer hasta 50 kilos, pero tendrían que quedarse a dormir en el mar y, derivado de los robos por piratas, los pescadores van a dejar sus redes en la tarde y las recogen a temprana hora.

“En veda doy vacaciones o entramos en reparación y los clientes ya saben que hay veda de mero, y también veo cómo organizarme, porque hay que capitalizar a los pescadores para que vuelvan a salir en abril y son de 4 mil a 5 mil pesos por lancha y de 100 mil a 300 mil pesos por barco”, concluyó Abad Cetina.

(Verónica Martínez)

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