Aquel 27 de febrero de 2004 fue muy especial, un día de agradecer, dijo Margarita Molina, presidenta del Patronato de la OSY, porque fue el concierto inaugural de la Orquesta Sinfónica de Yucatán, que interpretó Huapango y el Concierto de Aranjuez con Cecilio Perera, bajo la dirección Juan Felipe Molano.
Por mi parte, recordé que para esta agrupación musical fue muy especial ese tiempo, pero no así para el gremio de músicos yucatecos a los que Domingo Rodríguez Semerena, director del Instituto de Cultura entonces, cesó para tener recursos económicos que se canalizarían a la agrupación musical que ahora cumple XV años. Esa es una dicotomía histórica y hay que asumirla periodísticamente como tal.
Hay sutilezas celebrativas en el concierto del viernes, como interpretar la Quinta de Beethoven que tocó la sinfónica que dirigía Roberto Tello Martínez. Adjunto a esa pieza muy popular gracias una pasta dentífrica, Juan Carlos Lomónaco dirigirá la Sinfonía no. 1 “Titán”, de Gustavo Mahler.
A quince años de distancia entregamos hoy a la sociedad una orquesta con sesenta y ocho plazas activas de músicos, dijo Miguel Escobedo.
A su vez, Juan Carlos Lomónaco dijo que la OSY es una importante presencia en la sociedad yucateca, lo cual me parece mesurado, objetivo y cierto.
Como un acto de elemental justicia histórica hubiera sido muy importante invitar a Molano a dirigir un concierto con la OSY que él ayudó a constituir. ¿Por qué no se hizo?
Bien, el viernes y el domingo debemos acompañar a la OSY para cantarle el día feliz.
(Víctor Salas)