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Abelardo Tamayo Esquivel*

Cuando supe de tu muerte te recordé vivo: la lectura de tu primer poema, mi juventud llena de ti y… me puse triste. Lloré para no olvidar.

Fuiste tú, además, con tu hombre preso que mira a su hijo quien me enseñó la dignidad y el valor que la humanidad debe tener siempre; en ese poema señalas: llorá, nomás son botas en la cara, demasiado dolor para que te lo oculte… una cosa es morirse de dolor y otra cosa morirse de vergüenza, llorá pero no olvidés. Y así cada frase con tu estilo, libre de toda rima, alimentó siempre mi corazón y mi mente para no olvidar ya más nunca que hay que poner el acento en el hombre .

Pero tu ausencia física hace más grande tu presencia y…donde estés, si es que estás, si estás llegando, será una pena que no exista Dios . No imaginaste, Mario, que muchos como yo citarían tus propias palabras y tu obra redentora para honrarte como tú lo hiciste en su debido tiempo con nuestro querido “Che” Guevara en aquel bello poema que titulaste “Consternados, Rabiosos”, porque precisamente tu muerte es uno de los absurdos previsibles y esa verdad la corrobora el “sub” Marcos cuando dice que de la muerte lo que duele es que se lleva a quien no debe.

No obstante, hoy que estás muerto estás más vivo entre nosotros: derrotaremos las afrentas y nunca más estará la cinta tan pálida . Pues no son pocos los que tecleamos las cinco letras mundiales de tu nombre y de tu obra.

Y así como nos enseñaste, cantaremos siempre, y todos sabrán por qué cantamos :

 

Cantamos porque el cruel no tiene nombreY en cambio tiene nombre su destino Cantamos porque el niño y porque todoY porque algún futuro y porque el puebloCantamos porque los sobrevivientesY nuestros muertos quieren que cantemos Cantamos porque el grito no es bastanteY no es bastante el llanto ni la broncaCantamos porque creemos en la genteY porque venceremos la derrota Cantamos porque llueve sobre el surcoY somos militantes de la vidaY porque no podemos ni queremosDejar que la canción se haga ceniza.  

Supiste movernos el sentimiento y por ello seguirás construyendo obra de humanidad, mi admirable y digno maestro.

Y porque las despedidas que duelen son verdaderos encuentros, te digo hasta siempre, Mario Benedetti.

 

*Escritor Comunitario y Cronista de Dzilam González.

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