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–En la primera lectura de hoy, Dios que sopla su aliento de vida en el hombre, a quien crea a su imagen y semejanza, lo pone en el Edén para que cuide y cultive el jardín. Este es el trabajo por hacer, solo que el hombre muchas veces no ha entendido esta misión de cuidar y cultivar, y a partir del siglo XIX con la era de la industrialización los hombres han querido sacar el mayor provecho de la naturaleza, y parece que muchos en lugar de cuidarla, se han dedicado a eliminar los recursos naturales.

Eso dijo ayer el Arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, en la misa por la fiesta de San José María Escrivá de Balaguer, fundador del “Opus Dei”, en la parroquia de María Inmaculada del Fraccionamiento Campestre.

Y añadió:

–Aún Juan José María Escrivá, si viviera en este siglo XXI, daría respuestas específicas a los retos de hoy en día. Ya ven que él proclamó siempre el trabajo como un espacio para la santificación, por eso queda muy bien la primera lectura que escuchamos. Yo creo que a San José María, viviendo hoy, nos diría: hay que trabajar, pero con un trabajo sustentable, un trabajo que respete la casa común, la casa que todos habitamos, porque es de todos, y estamos amenazados de que en unos cuantos años, podemos llegar al momento irreversible en la contaminación, en todo lo que se vive de negativo dentro del trato del hombre a la naturaleza.

Nos enseñó lo que tenía

Y es un esfuerzo urgentísimo en los próximos 10 años el cuidado de la casa común. Seguramente que él nos lo recordaría, y seguramente que él también daría enseñanzas con preocupación sobre el pensamiento moderno, sobre el pensamiento débil que está de moda, sobre la ideología de género que está de moda, sobre el relativismo, que está de moda. Tendría mucho que enseñarnos, pero, bueno, él nos enseñó lo que tenía que enseñarnos en su momento, y sin descuidar esto, que estamos todos llamados a la santidad y al apostolado y el trabajo es un acto para santificarnos, tenemos que responder a las nuevas exigencias del mundo moderno como cristianos del siglo XXI. ¿Qué respuesta vamos a dar? ¿Cómo vamos a santificarnos hoy, cuáles son las exigencias de la fe hoy, para todos y cada uno de nosotros? El mismo Francisco de Asís no sería el mismo hoy en día. Haría quizás cosas semejantes, pero de acuerdo a la realidad de nuestro mundo, porque la santidad es así de dinámica y de original, y en cada momento y en cada persona, siempre brotando de la fuente del costado abierto de nuestro Señor Jesucristo. Siempre con los buenos testimonios y ejemplos de los santos que nos han precedido, pero siempre dejando espacio para nuestra creatividad personal.

Alguien diría entonces: Ah, entonces es algo mío.

–Es algo de ustedes, del Espíritu Santo y tuyo, porque nadie puede trabajar la santidad a solas.

No hay dos santos iguales, nadie puede hacer copy-paste de la vida de un santo para vivirla, porque cada santo es original, y tiene que responder a sus circunstancias, cada uno tiene las propias circunstancias, y a esas circunstancias tiene que responder evangélicamente.

La santidad nuestra es trabajo del espíritu y de cada uno de nosotros. Por eso todo lo bueno que podemos decir, todo lo bueno que yo digo, todo lo bueno que yo hago, todo lo bueno que yo pienso, el Espíritu Santo me lo inspiró. Y todos mis errores, y todo lo que yo hago mal, yo solito, por no dejarme conducir por el Espíritu. Siempre es el bien y la santidad trabajo de equipo, pero trabajo original de respuesta a las circunstancias del mundo.

Concelebraron la misa con el Arzobispo los padres Saúl Che Chi, Cristian Uicab Tzab y Juan Carlos Ibarra.

(Roberto López Méndez)

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