Roger Aguilar Cachón
Una persona muere cuando ya no se le recuerda…
El tiempo pasa demasiado rápido, uno ni cuenta se da, que las Navidades y los cumpleaños pasan y el ser querido ya no se encuentra entre nosotros. El tiempo no perdona, no le importa quién se queda y quién ya no está, simplemente pasa. Así ocurre en la mente y recuerdo de las personas, cuando una ya deja de recordar a alguien, ésta ya puede ser considerada como muerta.
Lo anterior sirve como prólogo de una muerte anunciada y un recuerdo que pervive, hoy (24 de junio), mejor dicho por la noche, celebraremos, el de la tinta y familiares cercanos, una misa de recuerdo de la fecha del fallecimiento de mi mamá, en compañía del Pbro. Alejandro Rubio Romero, amigo de la familia, quien vendrá para tal efecto desde Chelem a celebrar esta efeméride en la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes.
El tiempo pasa y mamá sigue presente, en nuestros pensamientos así como en el ejemplo que nos dio, aunque cabe mencionar que gracias a ella el de la tinta incurre en algunas fallas en el ámbito gastronómico y es muy puntual en otras cosas que son relevantes en lo que se refiere al buen vestir. No importa los años que hayan pasado, hoy, a 5 años de su partida, ella está presente, en algunos casos de manera muy objetiva y en otras en nuestra manera de pensar y de actuar.
El ejemplo que ella le dio al de la tinta fue tan grande que éste ha pasado a sus hijos, aunque cabe mencionar que en Paola es en quien ha recaído y sentido de manera muy fuerte. Esto se manifiesta en la forma de actuar ante las personas y sobre todo en procurar el buen vestir. Mi mamá se preocupaba de cosas que hoy pueden parecernos banales, pero que al paso del tiempo vemos lo importante que fueron sus enseñanzas que actuamos tal y como ella nos decía.
El no comer tal cosa a determinada hora fue muy importante para ella y para su tiempo, pero que sentó profunda huella en el de la letra, por ejemplo, era muy cuidadosa en la ingesta de mariscos y pescados, siempre tuvo miedo de que nos hiciera mal y lo evitaba mientras se podía, es por eso que el de la letra prefiere no comer este tipo de alimentos, aunque su familia sí lo haga. No tomar melón o sandía por las noches ya que eso nos haría mal. Evitar las comidas condimentadas por la noche y sobre todo siempre cenar lo que se almorzaba. Así era mi mamá.
En la manera de vestir mi mamá, quien toda su vida fue profesora -ella se enorgullecía de eso-, procuró ir de manera adecuada, por no decir elegante todos los días a dar clase, ella decía, “la gente se da cuenta que eres profesora por tu manera de vestir”. Siempre fue muy recatada y nunca, pero NUNCA, así con mayúsculas, en sus treinta años de servicio fue a trabajar en chanclas o zapatos bajos, ella decía que “no iba a lavar o al mercado”. Comentaba que las maestras “deben de dar el ejemplo de la manera correcta de vestir”. Aunque hoy día las maestras prefieren usar pantalones, privilegiando la comodidad antes que la elegancia y el buen vestir.
El de la letra lo toma muy en serio y ha sido siempre una manera de vivir tanto en el trabajo como en su cotidianidad, herencia cultural y del buen vestir que ha repercutido en Paola de una manera muy fuerte, ya que ella viste como lo hacía mi mamá, evita la comodidad y privilegia la elegancia y el buen vestir.
En cuanto a la manera de escribir, la mamá del de la letra fue muy exigente. Ella siempre nos hacía ver nuestros errores, ella pareciera que trabajaba como correctora, ya que en su manera de escribir nunca le pude ver alguna falta de ortografía ya sea escrita o bien siempre evitó las malas palabras y se comunicaba con fluidez y hablaba como maestra.
El ejemplo de nuestras mamás aunque pareciera que no importa, en realidad trasciende en nuestras vidas. Por ejemplo, el de la tinta es muy exigente en la manera de escribir de los demás y de manera inmediata encuentra un error en determinado escrito y critica de manera abierta cuando alguien habla o se comunica de mala manera.
Desde siempre, el de la nota ha seguido el ejemplo de su mamá en su forma de hablar, de escribir, de saludar, ha sido una herencia que hoy confieso me ha servido de mucho, aunque en ocasiones el hacerles ver a otras personas determinadas fallas en su hablar o escribir ha traído algunos problemas, pero eso es lo de menos.
Hoy, a cinco años de su partida, aún dolorosa, se le recuerda con su porte y elegancia, misma que fue perdiendo poco a poco, cuando su enfermedad progresaba ella decaía de manera notoria. En sus últimos años ella no quería recibir visitas de sus amigas porque decía que no quería que la vieran deteriorada y que se dieran cuenta que no podría caminar y necesitaba ayuda para casi todas sus actividades.
Mi mamá siempre fue muy elegante y hasta en sus últimos días procuramos siguiera de esa manera, se les indicaba a sus cuidadoras que la mantuvieran siempre bañadita y sobre todo olorosa con su perfume preferido, éste podía faltar en algún momento, pero su talco siempre tendría que estar en su cuello y espalda. A mi mamá la recuerdo con ese olor característico del talco y de estar limpia.
La coquetería nunca la dejó, procuraba decirles a las personas que la atendían que le pusieran su rubor y su lápiz labial siempre a la mano. Así era mi mamá. Aunque en sus últimos años el tiempo pasó factura, cada vez le era más trabajoso caminar, se rehusaba a utilizar burrito o bastón y cada tarde a las cinco se sentaba en la sala y escuchaba la hora de Luis Miguel y de Juan Gabriel, sus artistas favoritos.
A cinco años de su partida la recuerdo sentadita, en ocasiones muy solita, con una tristeza en sus ojos ya que ella se daba cuenta de que no podía hacer muchas cosas y sólo le quedaba esperar a que llegara mi hermano Carlos a darle su cena todos los días y no se dormía hasta verlo llegar. Mi mamá fue estoica, en pocas ocasiones se quejaba del sufrimiento que llevaba dentro para no causarnos alguna tristeza.
La tarde de su partida estaba en la casa casi a la hora de su cena cuando el Señor la llamó, fueron varias horas de angustia que tuvo que pasar hasta que logró descansar, y de seguro desde donde esté, nos dirigirá su mirada y nos cuidará como siempre.
Mamá, hoy te recordamos y elevamos como siempre una oración por ti.