Yucatán

El sobrepeso en la mujer

Por Ana María Ancona Teigell

“Comer es una necesidad, saber

comer es todo un arte”.

La Rochefoucauld

Muchas veces nos preguntamos por qué la mayoría de las mujeres se han ido dejando y no cuidan su apariencia personal y su peso.

Los estudios realizados han comprobado que la obesidad en la mujer latinoamericana es 10 puntos porcentuales más alta que en los hombres y una de las causas es el alto consumo de alimentos procesados y el descenso de las comidas caseras y tradicionales saludables. También se ha comprobado que hay factores fisiológicos y psicológicos.

Los expertos explican que la mujer es más propensa a la obesidad por factores metabólicos, hormonales y emocionales (comedoras emocionales), porque cuando están tristes, deprimidas, desanimadas o ansiosas, tienden a ingerir alimentos que le producen un efecto placentero. Comen helados, chocolate, pasteles, ya que lo dulce aumenta las concentraciones de serotonina, que les produce un efecto antidepresivo y ansiolítico momentáneo.

La mujer, a diferencia del hombre, tiene menos masa muscular y su metabolismo quema menos cantidad de grasa. La mayoría no practica ningún ejercicio regularmente, por lo que acumula la grasa y este proceso aumenta con el envejecimiento.

Influye también el que la mujer haya ingresado al mercado laboral, lo que la alejó de cocinar en el hogar comidas sanas y balanceadas. Hoy en día comen en la calle cualquier tipo de alimento procesado que contiene mucha grasa. Utilizan el coche para moverse a cualquier lado, por lo que no caminan, favoreciendo el sedentarismo y por consiguiente el aumento de peso.

El factor ambiental también influye, es el que las personas pueden controlar y modificar, como el estilo de vida, el medio de transporte que utilizan, los tipos de alimentos que consumen y las recreaciones que tienen.

Como ya se mencionó, en la obesidad femenina intervienen factores biológicos que no pueden ser controlados y factores ambientales que sí pueden ser modificados y controlados. Los factores biológicos (alteraciones endocrinas y la herencia) constituyen entre el 30% y 40%, en tanto que los factores ambientales (estilo de vida, trabajo y alimentación) constituyen entre el 60% y 70%. Siendo en las áreas rurales la mayor prevalencia de la obesidad (42.7%), en comparación con las áreas urbanas, ciudades (38.2%). Esto quiere decir que en muchos casos hacer algo para cambiar la situación y luchar contra el sobrepeso y la obesidad, aunque no resulte fácil, está en uno mismo y en lo que es capaz de modificar para conseguirlo.

De acuerdo con el informe conjunto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), aproximadamente un 58% de la población de América Latina y el Caribe tiene sobrepeso. Este afecta a más del 50% de la población de la región; los países que tienen las tasas más elevadas son Bahamas (69%), México (64%) y Chile (63%).

El representante regional de la FAO, Eve Crowley, indicó: “Las tasas de sobrepeso y obesidad son alarmantes, por lo que hay que hacer un llamado de atención a los gobiernos de la región para introducir políticas que aborden todas las formas del hambre y malnutrición, vinculando seguridad alimentaria, sostenibilidad, agricultura, nutrición y salud”.

Se ha comprobado que la obesidad es el principal factor de riesgo para el desarrollo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares (especialmente las cardiopatías y los accidentes vasculares cerebrales), hipertensión arterial, enfermedades osteoarticulares y ciertos tipos de cáncer de mama en las mujeres.

Se dice que si el sobrepeso sigue aumentando de forma tan alarmante no sólo en mujeres, sino también en hombres y niños, por lo que en el año 2030 las enfermedades no transmisibles, como las patologías cardiovasculares, afecciones respiratorias crónicas, cáncer y la diabetes, serán las causas más frecuentes de muerte.

Por todo lo expuesto, tenemos que hacer conciencia de que la única manera de acabar con el sobrepeso y la obesidad es comer sanamente (frutas, verduras, carne, pescado y más), hacer ejercicio, dejar los refrescos embotellados y tomar agua, cambiar nuestros malos hábitos alimenticios.