Víctor Salas
A veces nuestras autoridades nos imponen obligaciones que resultan extrañas. La de tener el carro asegurado, es una de ellas. ¿Por qué? Porque uno creería que el servicio de ellas es muy eficiente, bondadosa y generoso, tal como nos lo muestran la publicidad, pero no es así.
Desde hace décadas mis vehículos los he tenido asegurados para cumplir con esa imposición que le hacen a los conductores. Pero, yo habré utilizado servicios de grúa dos veces en mi vida vehicular y el pago a una empresa de tal naturaleza no es un chiste.
Recientemente he tenido dos ponchaduras de llantas. En la primera ocasión iba a cubrir el concierto de la OSY y tenía cierta prisa. Atenderían mi solicitud en dos horas por lo menos. Hablé 911 y “le ponemos en contacto con quien le puede ayudar”. No sabía de quien se trataba. A los cuarenta minutos una camioneta de la Policía Estatal, llegó y en menos de lo que canta un gallo, me dirigía al Peón Contreras.
Una noche, al salir de mi trabajo, mi llanta delantera derecha estaba en el piso. Lo mismo, mi aseguradora me podrían brindar ayuda con dos horas de espera, “por la hora y el día. Hay mucho trabajo”. Hablé de nuevo al 911 y en cuarenta minutos tenían enfrente de mí, una camioneta de la Policía que infló mi llanta para llevarla a una vulcanizadora “porque la llanta ya está muy vieja”. El policía me puso en contacto con un servicio de rescate y al rato ya tenía todo mi problema resuelto. En ambas ocasiones no me costó un centavo. ¡Pero, ni uno!
Hace mucho menos, un camión de servicio foráneo me dio un pequeño golpe en la mica trasera y abolló el guardalodos del mismo costado. Vinieron las aseguradoras y decidimos, ambas partes, pagar nuestros gastos. Mi aseguradora, cubría mis gastos y yo pagaría un deducible de cinco mil pesos. Un amigo que estaba conmigo y ducho con los centavos, me sugirió ver a David, un amigo de un taller. Al sacarnos el presupuesto, éste no llegaba ni a los tres mil pesos. Él puso calavera nueva y todo en su lugar por la cantidad dicha. O sea, la aseguradora, hasta iba a ganar dos mil pesos extras, sin aplicar lo que me correspondía como contratante de un seguro.
Mi pregunta es, por qué si hay un servicio tan eficiente en la Policía Estatal, nos obligan a tener que contratar un seguro que a fin de cuentas no se utiliza por las razones expuestas anteriormente.
Supongo que la gente propensa a tener accidentes vehiculares grandes, graves y serios, les ha de ir muy bien con las aseguradoras.
Después de veinticinco años de pagar a algunas aseguradoras sin utilizar sus grúas, he depositado un capital, que si fuera una cuenta bancaria de ahorro, tendría un muy buen capital ahorrado.
Mi caso debe de ser, el de miles. Debemos de crear un capital enorme a los dueños de las aseguradoras. Que con seguridad, en renglones extremos han de funcionar muy bien, pero para gentes cuidadosas con la guía, pues deja un mal sabor de boca.
Para ponchaduras de llantas, me parece que la Policía Estatal brinda un auténtico servicio social y muy eficiente.
Esta realidad es para reflexionar y brindar una alternativa a los usuarios porque no somos todos iguales para que nos impongan medidas iguales.