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La detección temprana del Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad en los niños puede hacer una gran diferencia

Pilar Faller Menéndez

Como se ha vuelto costumbre, tenemos la tendencia de hablar con siglas, y muchas veces no comprendemos el significado de éstas. TDAH es el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad que las personas que lo padecen pueden tener problemas para prestar atención, controlar conductas impulsivas (podrían actuar sin pensar en el resultado de sus acciones) o pueden ser demasiado activos.

Este síndrome psicológico puede empezar a manifestarse antes de los siete años, y afecta entre un 2 y un 5 por ciento de la población infantil, por lo que muchas veces existe la tendencia de que el comportamiento del infante no llame mucho la atención en sus primeros años escolares, porque la respuesta general sería “son niños”, o bien muchos padres son reacios a reconocer cuando alguno de sus hijos requiere de una ayuda psicológica para un mejor desarrollo e integración en la escuela.

Sin embargo, este problema requiere de una atención inmediata a fin de que los padres puedan acompañarlo con un tratamiento de psicoterapia y fisioterapia para que el infante tenga un mejor desarrollo. En muchas ocasiones, los comentarios sobre los tratamientos son satanizados, sobre todo cuando es farmacológico, pero dependerá mucho de la conciencia de los padres y sobre todo, de la información que tengan al respecto.

En la actualidad, afortunadamente hay muchas formas para ayudar a un niño que sufre de este trastorno, en el cual es de suma importancia que los padres y la familia, así como el entorno que rodea al niño, apliquen estrategias que puedan reducir su impacto negativo y favorezcan al infante.

Para no confundir los trastornos o pensar que el niño tiene un comportamiento anormal, es necesario acudir a psicólogos expertos en este trastorno, ya que si bien muchas escuelas cuentan con departamentos de psicología, es necesario tratar al niño de forma individual. Los síntomas del TDAH se presentan desde el nacimiento, aunque los síntomas se manifiestan generalmente al inicio de la escuela primaria, cuando comienza a mostrar dificultades en la concentración, una conducta inquieta permanente, así como hiperactividad, aunque en algunos casos su conducta se muestra serena y no manifiesta intranquilidad.

Es en la etapa escolar cuando los padres pueden definir y estar más seguros si su hijo está presentando una condición de este tipo, ya que es precisamente en las clases, cuando los pequeños requieren desarrollar una mayor concentración y autocontrol, principales factores que este padecimiento presenta, dentro y fuera de la escuela, por lo que debe mantenerse una observación si existen sospechas de alguna anomalía en su comportamiento.

Pretender tratar al niño o adolescente solamente con tratamientos farmacológicos, éstos solamente tienen el poder de atenuar de una forma parcial los síntomas de este síndrome, por lo que se recomienda un enfoque más amplio a través de los movimientos que brinda la fisioterapia, debido a que en los niños hay procesos psicomotores que pueden estar afectados y repercutir en otras áreas físicas importantes.

Hay muy pocos estudios acerca de la psicomotricidad relacionados con el trastorno de atención e hiperactividad, sin embargo, como tratamiento integral para el niño se recomienda la intervención fisioterapéutica para contrarrestar los síntomas de este padecimiento.

Una familia involucrada en las necesidades de un pequeño con este síndrome, debe procurar incorporar al niño en actividades extraescolares, como el arte y el deporte, ya que estas alternativas además de promover una mayor concentración mental, estimulan su motivación.

La escuela es, definitivamente, un entorno que puede ayudar en este tipo de patologías con los itinerarios educativos, las actividades en el aula, así como otras estrategias académicas que potencializan en gran medida las cualidades y aptitudes del alumno.

Este trastorno psiquiátrico es uno de los más comunes en la etapa infantil, y se ha descubierto que proviene de la genética y el entorno ambiental. Desgraciadamente el desconocimiento de esta patología es grande, por lo que los síntomas se mantienen y agudizan durante el crecimiento del niño.

Es por esta razón que es necesario que los padres se involucren y se conviertan en expertos sobre el trastorno, para poder así partir de algunas características positivas que se pueden aprovechar sobre este tipo de patología para mejorar el rendimiento del niño, y aumentar algo que es de suma importancia: su autoestima, el sentido del humor y su vitalidad.

Desgraciadamente muchos padres pueden tomar la falta de atención e hiperactividad de sus hijos como algo normal, lo cual puede traer grandes repercusiones en su etapa adulta, ya que éstas se agudizarán, y podrían generar otros trastornos psíquicos que desencadenan en una falta de autoestima, ansiedad, así como problemas en las relaciones sociales y familiares pudiendo desencadenar depresión y trastornos de la personalidad. Motivo por el cual es importante realizar un diagnóstico riguroso a tiempo para detectar si el niño padece de TDAH o, simplemente, presenta comportamientos característicos de la etapa infantil.

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