Yucatán

Juan Apolo Durán Castillo

La Reforma Educativa NO es un Producto Hecho

Un análisis serio, responsable y bien documentado siempre tendrá un producto positivo de gran envergadura. Es lo que se debe hacer con el tema de la educación. Muchos, muchísimos conocedores de la materia han opinado al respecto y no han sido escuchados plenamente, estrellándose ante un sólido muro de incongruencias oficiales escudadas en proyectos con verdades, verdades a medias e intencionadas falacias para imponer un modelo irreal e incongruente. Eso fue lo que sucedió en el período neoliberal hoy en agonía y no debe pasar con el gobierno actual.

Por el camino y el tiempo andado desde la toma del poder del nuevo gobierno de la Cuarta Transformación, la reforma que se pretende impulsar. hasta hoy día, parece una continuación de los gobiernos neoconservadores en donde se sigue la repartición de libros de texto como si fuera el meollo del hecho educativo y no el maestro, reuniones programadas inductistas faltos de opiniones responsables, disposiciones que vienen de arriba y deben cumplirse al pie de la letra sin adaptaciones necesarias de acuerdo a las circunstancias, abandono a los inspectores y directores en sus problemas laborales que deben ser atendidos con la aplicación de normas justas y el apoyo insustituible del departamento jurídico, en casos de atoramiento laboral, para evitar la suspensión de actividades que siempre perjudica al alumno, un ambiente sin una correcta aplicación de los límites de autoridad en donde autoridades actúan como si ocuparan los cargos en donde se consideran superiores ante los que ocupan responsabilidades menores cuando en educación todos deben ser iguales ante el compromiso insoslayable de atender a la niñez, a la juventud y por extensión a la comunidad en general.

Y no es que los que están operando esta corriente educativa sean totalmente desconocedores de lo que sería una verdadera reforma educativa, no, muchos de ellos se manifiestan por un cómodo pero vergonzoso modo “dejar hacer dejar pasar”, y seguir con la simulación de no comprometerse con un trabajo responsable y nadar de muertito dejando, en cierta forma, a un lado el insistente llamado del presidente de la república a todos los mexicanos de un cambio de conciencia a favor de la recomposición de este país que por tres décadas y más nos dejaron los gobiernos neoconservadores. Hay honrosas excepciones que actúan a favor de la causa. En el campo educativo la formación de los maestros y de todos los que intervienen en este proceso debe estar basado en la interiorización, fijación y práctica de los valores éticos y morales como luz que debe marcar su camino. Un verdadero conductor de mentes o servidor en educación pública o privada es una persona que debe tener ética, responsabilidad social y actitudes ciudadanas ejemplares, es decir, el honor de ser llamado maestro o pertenecer a la estructura comprometida en bien de nuestra nación.

Hacer una reforma en serio es el inicio de un cambio constante, no es un producto ya hecho como fórmula fatal. Debe pulsarse constantemente la opinión de las partes involucradas directamente: maestros, padres de familia, alumnos, funcionarios educativos, personal de servicio administrativo por ser la columna vertebral que sostiene e impulsa el progreso de los pueblos. Una reforma no es una meta impuesta, sino el arranque de una revisión periódica, meticulosa y puntual rescatando lo que ha sido exitoso y desechando lo improductivo. Ser congruente de acuerdo a una visión comunal, nacional e incluyente de los grupos originarios que vienen siendo los que resguardan nuestra cultura ancestral. Así se cumpliría con una verdadera reforma educativa dinámica y profunda. Esperemos que las leyes secundarias sean el tónico que fortalezca una verdadera educación.