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Vida del seminarista es a contracorriente

Luego de regresar en procesión a la capilla principal del Seminario la sagrada imagen de su patrono, San Ildefonso de Toledo, que había sido llevada el pasado viernes a la Capilla del Centro Comunitario de Itzimná, el Obispo Auxiliar, Monseñor Pedro Mena Díaz dijo en la homilía de la misa, en la que estuvieron presentes los seminaristas y la comunidad de esa colonia, que la vida del seminario es a contracorriente.

–Porque cuando los seminaristas salen se encuentran un mundo que les dice: primero tú y luego tú, pero ellos han sido configurados con el ejemplo de Jesucristo, que les dice: primero los demás. Y ahí está la grandeza de su vocación, su verdadera realización, y la felicidad duradera.

Al inicio de su homilía, el Obispo Auxiliar mencionó:

–Les doy un saludo del Arzobispo Gustavo Rodríguez Vega, quien por estar cumpliendo una encomienda como presidente de la Pastoral Social del Episcopado Mexicano en la Ciudad de México, me ha encomendado que diera esta eucaristía para celebrar al santo patrono de nuestro Seminario. Pedimos pues a San Ildefonso y a la Virgen del Rosario que, por su medio, nos sigan alcanzando las gracias que necesitamos para seguirle respondiendo al Señor. Y así es como tenemos que ver nuestra vida, ante una acción que Dios ha hecho al darnos la vida, al darnos la gracia del bautismo: ser sus hijos, al darnos la vocación, que la da a todos, nuestra vida la debemos ver como respuesta al Señor.

Sencillez

Contemplando un poco la imagen de San Ildefonso y los ropajes que tiene, pienso: ¡Qué bueno que ahora no se pide tanto!, porque son mejores las cosas más sencillas, como el Papa Francisco nos va recordando. Son realmente bonitos los ornamentos de aquellos tiempos. Después del Concilio Vaticano II empiezan a cambiar un poco las cosas, pero siempre se tenían un poco estos ropajes, que no trataban de exaltar a la persona que los llevaba, sino la dignidad, la gracia que había recibido. Pero al contemplar estos ropajes exteriores y pensar en el alma, en el corazón de San Ildefonso, pensamos que él verdaderamente los llevaba para representar esa gracia que Dios le había dado, las bendiciones que Dios le había dado a su persona para ser pastor.

Pero estamos seguros que, en el interior de San Ildefonso, su corazón era sencillo. No aspiraba pues a los ropajes nada más por la moda y los lujos, sino seguramente su corazón era sencillo, porque una de las características comunes de los santos era la sencillez, la humildad, y él como Obispo de Toledo tenía que ser pastor, pastor para su pueblo.

En las lecturas del Nuevo Testamento hablaban sobre el buen pastor, que es una figura que nos va iluminando sobre Jesucristo, el pastor por excelencia, pero han querido hacernos participar de esa figura a hombres de carne y hueso como también fue San Ildefonso, hacernos participar de esa vocación de ser pastor. Hemos escuchado en la primera lectura que nos habla de que “Yo mismo apacentaré”. Si lo ponemos en todo el contexto de la lectura, antes hay una queja de aquellos pastores que no han sabido ser pastores. Y entonces el Señor dice: “Ante esos que no han sabido ser pastores, yo mismo en persona seré pastor”.

Y nos va entonces invitando a una reflexión profunda porque es el Señor el que nos llama, el que nos da la gracia. El Señor sabe que somos limitados y hay quienes, a pesar de su limitación, aprovechan la gracia de Dios para responder fielmente, y hay quienes no. Por eso el Señor decía: Yo mismo en persona seré pastor.

Dos actitudes

Y siempre que escuchamos estas lecturas y las ponemos en este contexto, vamos preguntándonos sobre eso del Antiguo Testamento que hemos escuchado hoy, pues nos habla del buen pastor y del asalariado: en dos actitudes totalmente distintas: El buen pastor es el que da la vida por las ovejas; el asalariado, según lo que le paguen. El asalariado es de acuerdo al precio que él mismo se puso y va a cobrar para hacer servicio. Y si le han pagado poco, pues no importa que a las ovejas se las coma el lobo, porque no siente que las ovejas son suyas, no siente que son parte de su vida. Entonces Jesucristo hace también esa distinción: siempre lo miraremos a El como el buen pastor, que será la imagen a la que tendremos nosotros que seguir aspirando: ser como Jesús, un buen pastor como Jesús.

Pasan los siglos de la Iglesia y siguen las reflexiones sobre el llamado y la respuesta, aunque no lo escuchamos ahora, pero San Agustín tiene una reflexión también sobre los buenos y los malos pastores. Es decir: después de Jesús, el Señor sigue llamando como nos sigue llamando en la actualidad. Y se daban cuenta entonces de quiénes sí seguían como Dios quería que se cuidara el rebaño, y quiénes no. Por eso Agustín va diciendo cosas muy fuertes, que hay que seguir reflexionando también.

Dios quiere que haya pastores

El Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento, la Iglesia: el llamado es el mismo: Dios quiere que haya pastores. Dios quiere que en parte de este proyecto de salvación haya pastores que vayan en su nombre y con su gracia conduciendo al rebaño, cuidando el rebaño, velando por el rebaño, entregando la vida por el rebaño. Es voluntad de Dios. Por eso existe el Seminario, para cultivar la semilla, eso quiere decir Seminario, para que haya buenos pastores para nuestro pueblo. Y por eso el pueblo de Dios también ve el Seminario con amor, con cariño, como lo que nos van diciendo los mismos documentos: el corazón de la Iglesia.

Oración debe ser constante

En esta parte, monseñor Pedro Mena dijo:

–Y por eso nuestra oración por el Seminario pues tiene que ser siempre constante, como pueblo de Dios, como seminaristas, como equipo formador, la oración tiene que ser siempre parte de esa respuesta de nuestra vida como respuesta a Dios, independientemente de la vocación que cada uno tenga. Y me da mucho gusto ver a los laicos aquí. Hace unas semanas ahí nos veíamos en Itzimná, en esta parroquia, que por cierto hace falta la visita pastoral al Seminario. Como la Iglesia de Dios debemos responder. Me da mucho gusto que estando en Itzimná, donde está localmente el Seminario, se sientan pues también así motivados a seguir no sólo con su presencia, sino sobre todo con su oración. Y por eso tenemos que seguir pidiendo para que vayamos nosotros creciendo, meditando y pidiéndole al Señor que quien pase por el Seminario, pues vaya realmente configurándose. Así se llama la última etapa de la formación del Seminario: Configurativa, que se vaya configurando con el buen pastor. Pero no de palabra, no buscando solamente por partes, sino verdaderamente viendo este Jesucristo que da la vida por las ovejas.

Salto grande del yo al tú

Ese es un salto que hay que dar: un salto grande que hay que dar en la vida personal de los seminaristas y de los sacerdotes. Meditando la semana pasada en Campeche con los padres de ahí, les decía que hay que hacer el salto del yo al tú. ¿Cómo medirlo antes de la ordenación? ¿Cómo medir que el que se acerca a la ordenación ha dado un salto del yo al tú? Porque ese es el buen pastor, el que da la vida por las ovejas. No es el pastor que se cuida a sí mismo, sino el que da la vida por el Señor.

Y entonces si nos configuramos con el buen pastor hay que ver de qué manera nos damos cuenta si se va dando ese salto o no se va dando ese salto.

Por eso les decía de San Ildefonso: él tenía estas vestiduras, pero su corazón era un corazón sencillo. Las llevaba porque así se pedía que vistieran los pastores de su tiempo para representar la gracia que Dios les dio. Pero él entregó la vida por su pueblo. En primer lugar estaba su pueblo, no estaba su persona. Y en ese salto podemos ver en todos los santos que dieron ese salto de Dios, y dejaron de pensar en sí mismos para pensar en los demás. Y celebramos a Santa Inés, 12 años, Santa María Goretti también 12 años, y pidiendo por sus verdugos, pidiendo por los que los estaban matando, porque ya no se pertenecían.

Duradera felicidad

Me dio mucho gusto que el otro día platicando con un seminarista de acá, meditamos un poquito sobre esto: cómo en la película de la “Ultima Cena” le dice a su familia: Ya no me pertenezco. Son frases bonitas, pero no solamente para poner escritas en las invitaciones para la ordenación. Son frases que se tienen que vivir para poder sentirlas de verdad. Y ahí está la grandeza de la vocación, y ahí la verdadera realización, y ahí está la duradera felicidad.

Y por eso el Seminario es así como a contracorriente, porque los seminaristas salen y se encuentran con un mundo que les dice todo lo contrario. Un mundo que les dice: primero tú y luego tú. Y meditando la Palabra del Señor y en cómo es Cristo, son primero los demás. Eso es a contracorriente, y es una contracorriente maravillosa, verdaderamente satisfactoria. Por eso le pedimos al Señor que se vayan formando, que se vayan configurando como ese Jesucristo buen pastor que supo estar con sus ovejas.

Me gustó mucho lo que les decía un padre que vino a dar unas conferencias: El buen pastor que está con las ovejas. Y dijo además: “Cuando celebro en Europa, las iglesias semivacías. Dos o tres. Yo le digo al Señor: ¿Señor, por qué te sigues haciendo presente si no te quieren, si mira cómo están las tremendas iglesias vacías. No te quieren escuchar, no quieren tu presencia. ¿Por qué te haces presente?

Y la respuesta, como si allá se escuchara una voz, es: “Porque les amo”. No hay otra razón. Y el ministerio del buen pastor hoy, en estos tiempos modernos, es estar con las ovejas. Es estar. Mucho de lo que tienen que aprender aquí, hermanos seminaristas, es que hay que estar. Alguno puede decir: “Es que me aburrí, quiero hacer dinámicas, quiero hacer cantos, pero no corresponde la gente”.

Hay que estar, hay que aprender a estar, hay que compartir con la gente. Eso es lo fundamental hoy, en nuestros tiempos, saber estar con la gente.

Porque tienen que amar a la gente, porque Jesús nos amó a nosotros y está con nosotros. No hay otra razón. La respuesta de ustedes lo hemos dicho muchas veces, no son cualidades, no somos los mejores del mundo, simplemente Dios nos ama. No hay otra cosa: hay que sentirse queridos, amados por Dios, para poder responder queriendo a las ovejas.

Que sigan creciendo en ese amor al Señor, porque eso es lo que el mundo necesita: la presencia amorosa de Jesús, que para eso nos ha elegido, para estar y guiar a su pueblo a buenos puertos por el camino indicado por El.

Que así sea.

Un Seminario en salida

Por su parte, el padre Jorge Carlos Cervera Domani, ecónomo del Seminario y coordinador de la Pastoral Vocacional, informó:

–Es la primera vez que San Ildefonso sale para visitar una parroquia, pero es lo que pide el Papa: una Iglesia en salida y un Seminario en salida.

A San Ildefonso de Toledo, patrono del Seminario, lo trajeron el pasado viernes a la capilla cantando el Himno de San Ildefonso de Toledo. La comunidad se quedó a que celebraran un triduo y, finalmente, hoy lo estamos regresando a la capilla principal.

El Seminario tiene un doble patrocinio: por un lado está San Ildefonso de Toledo y, por el otro, Nuestra Señora del Rosario.

La misa de hoy la están concelebrando con el Obispo Auxiliar Pedro Mena el rector Alfonso Rebolledo Alcocer y el párroco José Rafael Collí Moo, y está presente todo el equipo formador, integrado por 10 sacerdotes.

Hay que comentar que, llegando de la procesión, se ofició la misa en el Aula Magna del Seminario y después se hizo un convivio con la comunidad de Itzimná, porque se busca un acercamiento con ella.

(Roberto López Méndez)

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