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La traición: una de las acciones más bajas y que más daño provoca

Pilar Faller Menéndez

Las mañanas de RNE - La traición,

Maquiavelo decía que la traición es el único acto de los hombres que no se justifica, y a pesar de ser uno de los actos más viles que puede cometer un hombre, ha habido varios traidores a través de la historia, y el primero que se nos viene a la mente es Judas Iscariote, quien traicionó a Jesús por 30 monedas de plata.

La traición, también llamada “el beso de Judas”, puede venir de muchas personas, pero la más dolorosa, es la que viene de los que más queremos, como una infidelidad amorosa, o la falta de lealtad que destruye amistades, familias y negocios. En la política también existen traiciones, pero éstas son más comunes y no causan tanta sorpresa y mucho menos dolor.

Para que se dé una traición, debe existir un vínculo de confianza, motivo por el cual resulta tan dolorosa, ya que proviene de personas cercanas, y acaba de un golpe con aquello que creemos. Dicen los psicólogos que ocasiona un desajuste emocional muy importante, ya que la persona traicionada lo vive como una pérdida.

¿Qué consecuencias tiene para la persona que traiciona? ¿Es posible volver a confiar en quien ha traicionado? ¿Se debe tratar por igual al traidor ocasional que al reincidente? ¿Todos tenemos la capacidad de perdonar una traición?

Traicionar es una falta muy grave y baja, ya que significa dejar de ser fiel a alguien o dejarlo en un mal lugar de una forma injusta. Es una de las experiencias más dolorosas que se pueden sentir, ya sea que provenga de la pareja de algún amigo o de un miembro de la familia. Cuando se rompe nuestra confianza, se abre una herida que tarda en sanar y que muchas veces nunca se cura.

Todos los seres humanos hemos fallado en alguna ocasión, a pesar de que no sea nuestra intención, ya que hay situaciones en las que no somos capaces de estar a la altura de las circunstancias y podemos cometer una falta.

Es posible que durante la niñez nos hayamos sentido traicionados, cuando nuestros padres no cumplían alguna promesa que nos habían hecho, o si divulgaban algo que les hubiéramos pedido mantener en secreto.

Basta una sola mentira que se descubra de la persona en quien se confía, para crear dudas sobre cada verdad que exprese a partir de ese momento. Es una falta muy difícil de reparar. Una vez rota la confianza por la traición, viene una sensación de dolor y pérdida y una reflexión para saber si somos capaces de perdonar. Aunque algo que es cierto, pero no justifica la traición, es que nadie es perfecto, y probablemente hizo daño por ignorancia, celos o envidia.

Alguien que ha sido traicionado muchas veces quiere tener todo bajo control, e imagina todas las situaciones posibles en las que pueda ser traicionado de nuevo, lo que le genera mucho estrés. Temen a la mentira y que las promesas no sean cumplidas, o que vuelva a ocurrirles una traición.

Algunas veces la herida de la traición surge en la niñez, por el nacimiento de un nuevo hermano, lo cual implica que se nos preste menos atención, o que nos prometieron cosas que luego no cumplieron, como tener una mascota o comprarnos un juguete o llevarnos a algún lado de paseo.

Cuando alguien comete una traición, es importante examinar si hubo una intención de provocar daño, ya que las intenciones cuentan. Si alguien abusa de la confianza que se le dio, no es porque hayamos sido inocentes o tontos, es necesario aceptar lo sucedido y analizar si hay manera de repararlo. Es necesario tomar un tiempo para asimilar el daño que hemos sufrido.

Para poder soltar este sentimiento, es necesario apostar por nuestros principios y valores para soltar ese lastre, es necesario confiar que la vida nos va a traer lo que necesitamos y aprender a conectarnos con nuestra esencia, para no devolver con la misma moneda. Tenemos que permitirnos sentir ese dolor y no dejar mucho espacio para recordar lo sucedido. Es mejor ser traicionado que ser nosotros quienes hacemos el daño.

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