El impacto de los fenómenos hidrometeorológicos en Yucatán además de tener repercusiones en las viviendas, los cultivos y las calles, ocasiona daños en la producción de los apicultores al reducir el número de colmenas de abejas.
Nelly Ortiz Vázquez, quien durante 7 años fue presidenta de la Unión de Apicultores de Yucatán, y actualmente es consejera, explicó que desde el impacto del huracán “Isidoro” se perdió un 50 por ciento de las colmenas existentes en el Estado. La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sagarpa) estimó que de 280 mil registradas sobrevivieron 140 mil.
La especialista dijo que con “Cristóbal”, el pasado junio se inundaron los apiarios y es probable que la lluvia de nuevo arrasara con los almacenes de abejas.
Estimó que con “Gamma” los daños asciendan hasta el 30 por ciento de colmenas localizadas en todo el territorio estatal.
Por ello, sugirió que los apicultores sean apoyados con azúcar para que alimenten artificialmente a sus abejas, ya que las lluvias lavaron el néctar de las flores, y ellos no tienen dinero para comprar ese alimento porque la pandemia los dejó en una crisis.
Ortiz Vázquez dijo que, aunque los apicultores tienen el cuidado de poner en el mejor lugar las colmenas, sí hubo muchas afectaciones en diferentes municipios donde se inundó el área del apiario, y lógicamente llegó hasta la entrada de las abejas, hasta la piquera, entonces todo esto hizo que se humedecieran. Algunas pudieron estratégicamente subir a la parte alta, pero abandonaron la cámara de cría, y aunque después bajó el agua, la humedad hizo que se pudrieran todas las crías.
Daños a colonias enteras
Todo esto hace un quebranto a la colonia, porque ya no tienen crías, y tienen que volver a empezar siempre y cuando, hayan podido subirse al la parte alta de la caja y mantenerse allá hasta que el apicultor pudiera ir a hacer una limpieza. Porque aunque ellas estuvieran allá, si se quedaban sin ser atendidas por el apicultor, entonces decidían salirse de la caja e irse.
Sin embargo, como había mucha inundación, los apicultores no siempre podían entrar a verlas. Hay zonas donde sí pudieron ir apenas no hubo lluvia, pero mucha gente no tenía acceso por la cuestión de que estaban inundados los caminos, caídos los árboles, por tanto no podían ir en ningún vehículo, y como son distancias muy largas, a veces 3, 4 o 5 kilómetros, no tuvieron acceso. Entonces, las abejas se enjambraron, y si no pasó el agua y no pudieron salir de la piquera, se murieron.
“Estuvo terrible, porque bajó el inventario que se tenía a nivel estatal, y a nivel particular de cada uno”, dijo.
Ella considera que con “Cristóbal” la pérdida de colmenas ascendió a esa cantidad del 50% porque se enjambraron, es decir, la reina las reúne y se va con ellas, y cuando la hacen, pueden estar en el monte, pero no están en la caja del apicultor.
Hay que tener en cuenta que cuando vino “Cristóbal”, ya había personas que habían invertido en la preparación de las abejas para la cosecha de dzidzilché, y otras que tenían proyectos de llevarlas a la trashumancia, aproximadamente un 20% de los apicultores, pues las llevan a la floración del mangle a la costa.
Pero sucedió que no hubo cosecha de dzizilché, porque vino esa tormenta, y no había condiciones óptimas para que la abeja siguiera recolectando néctar y tampoco se tuvo la oportunidad de extractar la miel almacenada que ellas tenían. Y el otro punto, personas que han decidido buscar la flor o el néctar de las flores, manejan la trashumancia, y ya estaban programados para ir a la floración del mangle a la costa, pero por la restricción de la pandemia, como no dejaban entrar a los puertos, y había inundaciones, fue imposible llevar las abejas al mangle. Entonces fue otra afectación, porque a pesar de que habían invertido para ese proyecto, no tuvieron la oportunidad de recuperación.
Trashumancia
Doña Nelly dijo que en el oriente del estado es más común la trashumancia, pero en realidad es muy bajo el número de personas que la practican, y no llega ni al 20%. Sin embargo; en Quintana Roo es más común esta práctica por lo que llevan las colonias a la zona de costa.
En esta parte, la entrevistada recordó que cuando pasó “Isidoro” los apicultores de Yucatán estaban unidos y luchando como las mismas abejas ante todos los embates que se presentaban. Pasó que las abejas se mojaron, se ahogaron, se cayeron las colmenas, se enjambraron, no había acceso a los apiarios, muchísimo tiempo pasó que no hubo acceso, por lo que era urgente alimentarlas. Por lo que hicieron un inventario de cuánto tenía y cuánto había perdido que fue de un 50%.
Oficialmente, la Sagarpa dijo que había más de 280 mil colmenas, y quedaron 140 mil.
Pero como había esa unidad de todos los apicultores y muchas organizaciones de todos los municipios, y además a nivel nacional pertenecían a la Organización Nacional de Apicultores, lograron que la Sagarpa les diera 1200 toneladas de azúcar a los 12 mil productores, para que alimentaran a sus abejas en tanto se recuperaba el alimento natural, las flores, y para que se recuperara el inventario apícola que no sólo genera riqueza y estabilidad familiar, sino divisas derivadas de la exportación.
Hoy sin embargo: aunque tienen un presidente y algunos socios continúan, hay algunos que no participan y las otras organizaciones, incluso la nacional, están prácticamente desarticuladas.
Por otra parte, en este momento se está en una crisis de alimentación, pues las abejas no tienen cómo tomar el néctar de las flores, ya que lo lava la lluvia. Entonces lo que se trata de hacer es alimentarlas artificialmente, pero la situación económica del apicultor ya no le está permitiendo hacerlo. El resultado es que las abejas continúan enjambrándose por falta de alimentos.
“Con “Gamma” se ha vuelto a dar el mismo fenómeno que pasó con “Isidoro”, pues se cayeron árboles, no en la medida que pasó con el huracán, pero si afecta el paso a los apiarios. Además hay vientos, inundaciones y constantes lluvias, y si se toma en cuenta que la constancia de alimentación tiene que ser como mínimo cada semana, las cosas se pueden empeorar, porque las abejas ante la lluvia no salen al pecoreo y hay que alimentarlas en una fuente externa o interna, pero si se abren las cajas, se altera el clima interior y se les hace daño”, dijo.
La entrevistada dijo que están viendo un futuro para la entrada del néctar en que hay bastante humedad, y la abeja lo nota también, se nota en su buen desarrollo natural.
Se les puede estar alimentando mucho tiempo, pero un pequeño tiempo de flujo de néctar, las motiva tremendamente. Entonces si va a haber néctar, pero mientras eso ocurre, la problemática a resolver es cómo alimentarlas artificialmente hoy.
También dijo doña Nelly que ella es asesora de una empresa apícola de Valladolid, donde le dicen que la inversión que se ha hecho es mucha y la recuperación que se ha tenido es poca, y sin embargo es una empresa que continúa firme con las abejas porque sabe que está apoyando al medio ambiente.
Esa empresa le está reportando la caída de los árboles, el no acceso a los caminos, y la caída de las colmenas por los vientos. Es decir, que sí hay daños, muchos daños. Y lo mismo que ha pasado en Valladolid ha ocurrido en Tizimín, Maxcanú, y el sur del estado, que son zonas fuertes para la apicultura porque hay bastante vegetación.
Por Roberto López Méndez