Una de las creencias que poco a poco va ganando terreno en Yucatán y particularmente en la capital del estado es la devoción a la Santa Muerte, fundamentalmente el poniente y sur de Mérida se han vuelto el epicentro de este peculiar culto que comparte algunos aspectos de la religión católica.
Los creyentes de la “Niña Blanca”, como popularmente se le conoce, piden respeto a su devoción, pues aseguran que aún persisten algunos tabúes en torno a la figura de la Santa Muerte.
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Un ser de luz, una mentora, una madre protectora es como sus adeptos definen a esta figura, así lo explicó Jenny Pérez Flota, guía esotérica y devota.
Jenny Pérez estimó que el culto a la Santa Muerte en el Estado se origina al inicio del cambio del nuevo milenio, en el 2000, es decir, que por lo menos algunos yucatecos tienen 20 años rindiéndole culto. Indicó que si en estas fechas persisten las falsas creencias, cuando recién inició la devoción en la Entidad sus seguidores solían esconderla.
“En lo personal yo empecé a creer en ella hace como 10 años, pero el culto en sí tiene al menos unos 20 años en Yucatán, en México esto inició en el año 1945”, explicó Jenny, a quien de cariño le dicen “La Madrina” por su papel de guía espiritual.
“La Madrina” recordó el papel que la figura de la muerte representaba para los pueblos prehispánicos, que lo mismo veneraban a Mictecacíhuatl los aztecas o en el caso de los mayas a Ah Puch; sólo por mencionar algunos, por supuesto hay más deidades de este tipo en América.
“En mi caso particular, en el Poniente de Mérida, me atrevo a poner un local esotérico a un costado del cementerio de Xoclán, dedicado a la Santa Muerte, y es cuando empieza lo fuerte aquí en esta parte la ciudad”, apuntó.
Aclaró que no es por ella que se abrió el culto, sino que ya existían devotos en el Poniente de la capital yucateca, pero no salían, por lo que el local esotérico de Jenny habría sumado para detonar el culto a la “Niña Blanca”.
Consideró que el establecimiento que abrió empezó a romper paradigmas, ya que inició una especie de normalización el que las personas, fieles a esta imagen, acudan a este tipo de centros para comprar indumentarias relacionadas al culto; llámense veladoras o la imagen de la Santa Muerte en sí.
“La Madrina” comentó que, como yucateca, su involucramiento, formación y conocimiento del culto a la Santa Muerte fue complicada, por motivos personales y en momentos de tribulación, hace más de 10 años decidió cambiar de aires e irse a la Ciudad de México.
“Modifiqué mi vida, me fui a la Ciudad de México a la aventura, porque me dijeron que ahí había una buena oportunidad laboral, en el barrio bravo de Tepito, así que pedí un préstamo y me fui”, compartió.
Pérez Flota señaló que llegó al Eje Central, donde está alfarería, su primera impresión fue ver una cantidad exagerada de personas que se congregaban en un lugar desconocido; preguntando a los habitantes le explicaron que cada día primero de mes, como fue el caso, se hace un rosario en honor a la Santa Muerte.
“La verdad, como era 100 por ciento católica, yucateca y en un lugar que no conocía, me dio un poco de miedo, pero siempre tuve el interés de conocer, me acerqué y luego de 10 años, lo más significativo que me ha pasado es que me bastó con ver su rostro”, expresó.
En un acto de sinceridad, Jenny se acercó con respeto y en su interior se dirigió a la Santa Muerte, le confesó que le tenía mucho miedo, pero a pesar de eso quería que la ayudara a salir adelante en sus problemas.
“Sin querer, sin planearlo, fui a dar a uno de los altares más importantes para ese culto en nuestro país”, relató.
Dijo que fue muy difícil instalarse en el Poniente de la ciudad para vender artículos relacionados con la Santa Muerte, pues creían que se dedicaba a la brujería y nadie le quería rentar; tras tocar muchas puertas, al fin encontró un nicho para un esquema de negocio y, al mismo tiempo, un espacio para compartir su devoción.
Destacó que precisamente porque persisten muchos conceptos erróneos del devoto, lo ideal es que las personas primero se informen sobre las creencias del otro, en su caso por la devoción a la “Niña Blanca”.
“Soy una mujer de 39 años, con un hijo que está saliendo adelante, no soy ni mejor, ni peor que nadie, la religión no hace al ser humano, sus actos sí te definen”, sentenció.
Pidió respeto también por las otras creencias y argumentó que en todas las religiones hay gente buena y mala. Que desafortunadamente esta manera de explicarse el mundo espiritual ha sido asociada con el crimen organizado, la brujería o actividades ilícitas.
Expuso que algunas personas efectivamente utilizan los ritos para pedir favores a la “Niña Blanca” con el fin de no ser capturados, que los negocios turbios prosperen, entre otras situaciones. Sin embargo, explicó que la Santa Muerte es como una madre y como tal va a proteger a su devoto, hasta cierto punto, pero habrá un momento en el cual dicha protección ya no se va a dar.
“El narcotraficante, el asesino, el maleante tiene dos caminos, la cárcel o morir y ellos lo saben, ellos piensan que con la protección de ella no les va a pasar nada, pero al final y en lo profundo de sus corazones saben que esas situaciones no serán para siempre”: sostuvo.
Creencias de generación en generación
Por otra parte, doña Blanca, también devota a la Santa Muerte que tiene su altar y negocio al Sur de la ciudad de Mérida, dijo que en su caso la devoción a la “Niña Blanca” fue un asunto natural, pues la tomó de su papá, allá en Veracruz; por lo que desde pequeña se dio cuenta que tenía facultades para trabajar con este sistema de creencias.
Aseguró que, como un ser de luz, la “Niña Blanca” no tiene la intención de hacer mal a nadie. Explicó que los días más fuertes para los creyentes del culto empiezan el 24 de octubre, para que los rosarios que se realizan en su honor culminen a principios de noviembre, fechas de los fieles difuntos y por supuesto de la “Niña Blanca”.
“Nosotros les hacemos sus rosarios en agradecimiento por todo lo bueno que hace por nosotros”, acotó.
Aclaró que primero para el devoto está Dios y luego la Santa Muerte. Dijo que con el corazón abierto es como los creyentes acuden a ella, con el fin de obtener su intercesión y favores.
Explicó que ya en los altares, a la Santa Muerte se le viste de diferentes colores para distintos fines, casos similares para quienes ofrendan veladoras de diversos colores.
Precisó que las veladoras blancas son para las peticiones que tienen que ver con la salud, rojo para el amor, amarillo o dorado para los problemas económicos, negro para la protección, entre otros.
Destacó que un devoto es aquel que no únicamente acude a ella en tiempos difíciles, sino en todos los momentos. Compartió que ella sí hace trabajos apoyada en la “Niña Blanca”, sin embargo, éstos son a manera de protección o en su caso para retirar males que se habrían hecho con mala intención. Doña Blanca hace “limpias” y comenta que ayuda a las personas que se lo piden.
Comentó que tuvo COVID-19 y que fue justamente su fe la que la sacó adelante, pues ella tiene bajo su responsabilidad tres hijas que dependen totalmente de ella, ya que aún son menores.
Celebró que pese a la enfermedad, no se contagiaron las niñas y que su fe fue un pilar para soportar las desavenencias. Pidió “respeto para lo que creo y que no se juzgue sin conocer todo lo que hay detrás”. Coincidió en que el culto cada vez va ganando más aceptación y que su meta es edificar una capilla en honor a la Santa Muerte.
Devotos extrañan sus ritos y ceremonias
Víctor Castillo, otra creyente, en su caso no es guía espiritual ni hace trabajos con ella, simplemente eligió tener seguir este culto por un proceso de búsqueda y ya que fue católico y que los ritos son similares se quedó con éste.
Dijo que el COVID-19 cambió la dinámica de los creyentes en su totalidad, no se pueden reunir para hacer las novenas o festejar a la “Niña Blanca” en los días fuertes que son precisamente estos, recordó que como promesa hace un año realizó una cabalgata y procesión con una Santa Muerte de dos metros de altura, transportada en una camioneta por las principales avenidas del fraccionamiento Juan Pablo II. Es precisamente esa dinámica la que extraña, la música de banda, el mariachi y las ofrendas que para estos días se le da con devoción. Espera tiempos mejores y que al fin las personas entiendan y respeten sus sistemas de creencias.
Con información de Guillermo Castillo