Antes de la cinco de la tarde, jóvenes mujeres se dieron cita en el asta bandera de la Plaza Grande para manifestarse pacíficamente contra lo que llaman “el Estado represor”, buscan hacer “un poco de ruido para ver si nos escuchan” en el marco del Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer.
“No tenemos miedo de plantarnos aquí, tenemos más miedo del COVID-19”, aseguran que no buscarán ningún contacto con autoridades ni con legisladores, estas acciones “son para las mujeres, es para concentrarnos, para que veamos que no estamos solas y que hay una banda que nos respalda, esta concentración recuerdan, es para “conmemorar reunirnos, acuerparnos, darnos un poco de amor, a fin de cuentas cada que acaba esto nos llenamos de amor”.
Reconocen que para las instituciones no es importante erradicar la violencia contra las mujeres, a pesar de eso, “institucionalmente no les importamos, ya nos quedó claro, seguro habrá quien quiera llegar a las instituciones para cambiar esta perspectiva”, pero a su grupo no le interesa, confirma “hay quienes desde su trinchera hacen algo, pero a las convocantes no nos interesa”.
Algunas de las presentes aprovecharon este espacio para contar sus experiencias de abusos sexuales a manos de hombres, familiares directos, parejas de sus madres o propias, la experiencia es siempre la misma, abusar de las mujeres, romper sueños y marcarlas. Estos espacios de expresión sirven para sentirse protegidas, apoyadas, porque las compañeras sí les creen, no buscan minimizar ni voltear la mirada ante los ataques por los que han pasado.
Para finalizar la jornada antes de las 7 de la noche, se reunieron en los bajos del Palacio de Gobierno para compartir la historia de Ramona, quien aprendió a bordar y reunió a la lucha zapatista, hoy también es parte de la lucha de las mueres. Después de varios cánticos feministas, las chicas se disgregaron ante la mirada de los policías municipales y de elementos de la Guardia Nacional, quienes hasta fotos les tomaron.
Por Karla Regina Aguilar
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