Mérida se convirtió en el sexto lugar de mundo donde funciona un Refettorio (comedor comunitario), impulsado por el chef que es considerado de los mejores del globo, el italiano Massimo Bottura, para ofrecer alimentos gourmet y dignificar a los que menos tienen.
El Refettorio Mérida funciona en el edificio que fue la Casa de las Hermanas Vicentinas cerca del barrio de San Juan. Ahí, no sólo se ofrece comida gourmet a los que lo necesitan, elaborada por algún chef de alta gama, sino que, el que lo requiera, puede darse un baño y recibir en donación ropa limpia y hasta un corte de pelo.
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El lugar empezó a trabajar desde el mes de marzo, pero hasta el pasado lunes comenzó operaciones de forma oficial, aunque se prevé que en algún momento se haga una inauguración conforme a lo que significa el proyecto, con la presencia del chef Massimo Bottura.
La capital del estado se suma a otros lugares del mundo como Italia, Francia, Reino Unido, Perú y Brasil, donde han abierto otros comedores comunitarios.
Pero este modelo impulsado por el chef no es el del clásico comedor asistencialista, sino que es un espacio bello, con comidas emplatadas en una loza de alta gama y preparadas por chefs invitados de renombre. Por ello, no es raro que las paredes del Refettorio Mérida cuenten con alguna pieza de arte del artista Bosco Sodi y otras.
Además, los comensales, que hoy día son en su mayoría gente sin hogar de los alrededores del barrio de San Juan, tienen la posibilidad de bañarse en el sitio, pues el lugar cuenta con 4 baños y regaderas.
En caso de necesitarlo se les dona ropa y también se les puede ofrecer un corte de pelo. Incluso, si alguno necesita o quiere lavar su ropa, se cuenta con equipo para hacerlo. Al día siguiente pueden recogerla, cuando se haya secado.
Este proyecto es viable gracias a las fundaciones Food for Soul y, en lo local, por la Fundación Palace. Pero también es posible gracias a las donaciones, pues la comida se prepara con excedentes, aquellos alimentos que no son aptos para la venta pero sí para el consumo, que son donados por el Banco de Alimentos, empresas o la Central de Abasto.
Odette Solís Espinoza, líder del proyecto en Mérida, explicó que este nació por la visión de Massimo Bottura, quien en el 2018 fue coronado como mejor chef del mundo por en la lista de los 50 mejores restaurantes del mundo.
Dijo que el primer Refettorio nació en la Expo de Milán en el 2015, para dar comida a los desfavorecidos. Como en los demás, en Mérida, mencionó, la parte toral del concepto es la dignidad de la persona, por lo que a la gente se le trata de iguales y son valorados como personas, como los demás. Además, los colaboradores tienen presente en todo momento el valor de la hospitalidad.
Señala que parte medular es la belleza, como lenguaje universal para todos, por ello se busca que el lugar sea bonito. Que no sea un típico comedor asistencialista.
En esta labor que se ha hecho en todo el mundo, explicó, hasta el momento se han servido, de mayo a octubre, 16 mil 731 platos, y se rescatan excedentes de alimentos para un total de mil 100 kilos al mes, con un total de 15 mil 578 personas atendidas.
Hoy día, por la contingencia, sólo se sirven 30 comidas en el comedor y se entrega igual número para llevar. Además de la gente desfavorecida que llega, también hay voluntarios que ayudan en las labores, a cocinar, servir, recibir a la gente, limpiar, y otras actividades.
A las personas se les sirve comida gourmet: una entrada, plato fuerte y postre. Ayer, los invitados, como se le llama a la gente que recibe alimentos, pudieron degustar crema de zanahoria con champiñones y salsa de pimiento rojo; pastel de carne con salsa de frijol, huevo duro con aceite de chaya; y pastel de zanahoria con salsa de zanahoria y zarzamora; además, agua de papaya. El chef encargado de preparar los alimentos fue Adrián Marcos, del restaurante “El Catrín”, así como ha estado colaborando en este proyecto el chef Ángel Zamudio.
Explicó que la gente que hoy recibe alimentos en el comedor es por invitación y sólo tienen derecho a 90 comidas en total, pues lo que se busca es apoyarlos y que puedan salir adelante. Los que reciben comida para llevar pueden visitar el lugar y esperar para ver si alcanzan.
Hasta ahora, el 90 por ciento de los que han llegado son hombres y el 10 por ciento mujeres, además trabajan de fijo alrededor de 15 personas en el lugar, más una decena de voluntarios que se suman.
Pero el proyecto va más allá del comedor comunitario, según explicó Odette, pues se espera que a partir de febrero pueda empezar a funcionar una Casa de Vida Independiente en el lugar, para dar atención a los jóvenes que al cumplir la mayoría de edad ya no tienen cabida en instancias como el Centro de Atención al Menor en Desamparo (Caimede) o en otras agrupaciones como Casa Crisal.
Dijo que se recibirá, en una primera etapa, a 22 jóvenes, y se les dará un lugar para vivir, además de capacitación y acompañamiento profesional para que logren su vida independiente.
Por David Rico