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Yucatán

Payasos de Tizimín le ponen buena cara al COVID-19

Son tiempos difíciles para estos creadores de sonrisas, pues la pandemia les ha cortado su flujo de trabajo.

Las preocupaciones por los problemas económicos, la falta de trabajo, las enfermedades y el COVID-19 son algunas de las situaciones que día a día atravesamos y que van mermando nuestro ánimo y que no nos permiten reír.

Es por eso que el oficio de payaso es uno de los más complicados de ejercer, pero que tiene el objetivo de hacer pasar un buen rato a la gente para que olvide esos malos momentos.

“Ser payaso es tener el don de llevar diversión y alegría donde te presentes, es el compromiso y arte de cosechar sonrisas, entretener a las personas y siempre ir en busca de la felicidad por lo menos durante tu actuación, por lo cual ser payaso es cosa seria”, indicaron Federico Puc Balam “Chistorete” y Rafael Alberto Castillo Aguayo “Tomatito”.

Para reconocer su trabajo y esfuerzo de llevar un poco de alegría donde se presentan, desde hace muchos años cada 5 de noviembre se celebra el Día Internacional del Payaso.

“Chistorete” y “Tomatito” agradecen que la vida les haya dado la capacidad de transformar un mal día en momentos llenos de risas y diversión.

“Chistorete” compartió que regalar sonrisas es lo más satisfactorio de su vocación y convertir los malos momentos en un poco de alegría, “para que todo se resuelva de la mejor manera”.

Mientras se maquillaba, un proceso que le lleva alrededor de una hora, mencionó que aprendió a hacer sonrisas desde hace 30 años, cuando comenzó a trabajar en el Circo Fantástico, “en un principio era como un juego para mí, pero con el paso del tiempo se volvió mi forma de vida, conforme me voy maquillando y vistiendo voy dejando los problemas de Federico a un lado, para ver la vida de otro color a través de “Chistorete”, quien busca cambiar las lágrimas por las sonrisas”.

“Este trabajo también me ayuda a sobrellevar mis propios problemas, pues por más triste que esté siempre debo mostrar un rostro lleno de alegría, consciente de que no debo mezclar el trabajo con sentimientos negativos, porque ‘Chistorete’ es la felicidad pura”, dijo.

Por su parte, “Tomatito” reveló que ser payaso no es un trabajo, sino un estilo de vida, “es cosa seria porque conlleva la responsabilidad de siempre entretener al público y para ello también se estudia, se toman cursos y se aprende de payasos profesionales como ‘Chistorete’, que lo hizo a través de la experiencia”.

“Regalar una sonrisa, en especial a un niño, no tiene precio, es algo incomparable, una experiencia única que por siempre queda grabada en el corazón y en la mente”, comentó.

COVID-19 los dejó sin chamba

Los miembros de la familia Puc Dzul –Chistorete y sus hijos– se ganaban la vida como payasitos, ofreciendo sus espectáculos en los sitios públicos y en fiestas, pero ahora por la pandemia y las disposiciones sanitarias no pueden ejercer su oficio, por lo que están sufriendo la falta de trabajo y de dinero, sobre todo la impotencia e incapacidad para llevar el alimento a su casa.

La familia compuesta por los padres Federico Puc Balam “Chistorete” y Marcela Dzul Couoh y sus hijos Emily Alejandra, de 14 años; Fernando “Junior”, de 16 e Israel “Riky”, de 18 años, llevan varios meses sin trabajar, por lo que no les ha quedado de otra que empeñar y vender los pocos bienes que tenía, “conforme pasa el tiempo la situación se torna desesperante”.

Con gran esfuerzo están realizando actuaciones a través de las redes sociales, por lo que piden el apoyo de la gente no sólo compartiendo sus actuaciones, sino también ocupando su servicio de diligencieros y consumiendo los antojitos regionales que ellos mismos preparan. Se les puede localizar en el predio No. 454 de la calle 38 entre 65 y 67, de la colonia Santo Domingo, y su número telefónico es el 9861000717.

Sin embargo, agregaron que pese a las carencias y la situación tan crítica le sonríen a la vida, conscientes de que existen situaciones más difíciles de familias en extrema pobreza, señalaron que tienen esperanza en la gente de buen corazón para apoyarlos con sus servicios.

“Estamos agradecidos con la vida que nos permite existir un día más, aunque con carencias, pero al fin y al cabo con salud, que es lo que más importa; quédense en casa para que pronto esto acabe y salgamos adelante”, puntualizó “Chistorete”.

De igual forma, Rafael Alberto Castillo Aguayo “Tomatito” comentó que con lo que ganaba de sus shows en fiestas infantiles costeaba sus estudios, pero ahora es muy difícil solventar el tercer semestre de preparatoria, por lo que se siente limitado al no contar con un ingreso, por lo que por el momento está apoyando a su padre en un taller mecánico de diésel y visita los ranchos, donde reparan maquinaria pesada.

Estos payasitos, al igual que muchos otros, confían en que la situación mejor y que la reactivación económica les devuelva sus fuentes de empleo al permitir que se realicen fiestas en las que puedan actuar.

Finalmente, exhortaron a las personas a sonreír y vivir felices el mayor tiempo que puedan, “la pandemia nos recuerda que no sabemos cuánto tiempo nos queda en esta tierra para convivir y disfrutar con nuestros seres queridos”.

Por Luis Manuel Pech Sánchez

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