Yucatán

Pareja estadounidense llegó a Progreso con cuatro cajas y hoy es su hogar

Con cuatro cajas de equipaje, una pareja neoyorkina llegó a Progreso hace cinco años, el cual han convertido en su hogar.
Foto: Víctor Gijón

El idioma español no es una limitante para los extranjeros que han decidido mudarse a Yucatán. Por el contrario, es más importante vivir en un sitio seguro, donde las personas son desde su perspectiva tan cálidas y siempre dispuestas a ayudar, a pesar de las diferencias culturales. Ellos ya sienten que están en su casa, no tienen considerado regresar a su país de origen ni se mudarán a otro lado, coinciden Charlie, David y Eenid.

El exgerente de ventas de automóviles, Charlie Toy comentó: “Me mudé desde Nueva York hace cinco años, amo mi vida aquí, es grandiosa, decidí mudarme a Progreso porque es el paraíso, las personas son muy amables, le digo a mis amigos en el Norte que los mexicanos son trabajadores y encantadores, no son como ellos creen, las personas son muy amables aquí, es un lugar encantador para vivir, disfruto todo”.

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Antes de mudarse, nunca estuvo en México anteriormente, manifestó. “Mi hermano vivió en Mérida durante siete años, y decidí tomar unas vacaciones de invierno; mi hija me recomendó venir a Mérida; estuve unos meses y me preguntaba si había una playa cerca. Me recomendaron Progreso, he estado aquí desde entonces”. Con un poco de envidia comenta: “No quiero que venga mucha gente a vivir aquí porque la renta va a subir”.

La amabilidad es algo que no tienen ni en Nueva York, “las personas te dicen buenas tardes y buenos días, comparándolos Progreso es extremadamente más limpio que Nueva York, es como un hospital y el costo de vida es muy bajo para nosotros. No extraño nada de allá”, lo piensa y recuerda a sus hijos. “Nos mantenemos en contacto a través de Skype”.

“Vine para vivir en la playa, no para trabajar”, reconoce. “Aquí encontré la fuente de la juventud” y finalizó: “La diferencia entre las playas de Yucatán y de Florida es que las mujeres aquí son más bellas”.

Para David Wright, la situación es distinta, él sí trabaja en su propia empresa de marketing, tuvo un acercamiento con el español desde Estados Unidos, estudió el idioma durante 6 años y ahora que se avecinó, junto a su esposa en Progreso, ha mejorado debido a la práctica y la interacción con personas nativas; su esposa habla poco español, aunque entiende más de lo que habla. “Aprender un idioma es aprender una nueva manera de ver el mundo, no sólo es aprender a decir algo”.

Desde hace 3 años que aman el puerto, la personas, la comida, la playa, “mientras más tiempo pasamos aquí, más amamos este lugar”, añadió que la combinación de la cultura, el idioma, el tequila, el mezcal y la comida mexicana fueron más fuertes que sus demás opciones, ya que habían considerado mudarse a Croacia, Malta, Vietnam, Brasil, Costa Rica y se decantaron por México.

Piensan estar aquí por el resto de su vida, tienen amigos y les gusta conocer personas aquí, a donde llegaron con seis maletas, lo vendieron todo en Georgia, aunque extrañan las costillas y departir con sus amigos y familia, coinciden en que Progreso es un paraíso y consideraron una ventaja llegar a un lugar donde ya tienen una base del idioma, “es un poco más fácil”.

“Es un lugar pequeño, te saludan aunque no te conozcan, me siento más en casa que en ningún lugar”, afirma que a su esposa también le gusta Progreso, ella es escritora, y disfrutan de uno de los lugares más seguros, reconoce que los medios de comunicación de Estados Unidos propagan la información de que México es peligroso, insiste “si buscas lo malo, lo encuentras”. La calidad de vida es excelente, la comida es de alta calidad no tiene aditivos, “incluso los dulces saben mejor”.

Eenid Pilan sintió que las cosas estaban tornándose difíciles políticamente en Estados Unidos, su familia está muy metida en la política y era un tema que conocía desde pequeña, para ella las cosas en su país cambiaron muy dramáticamente, no reconocía a su propia nación y fue ahí cuando decidió que lo dejaría para siempre. En el 2015 decidió vender todo y mudarse a Mérida. La prioridad en su búsqueda era la seguridad, entonces rechazó ir a San Luis Potosí, tenía la idea de vivir ahí porque en Oklahoma, de donde es oriunda, dice tiene una ciudad hermana.

Había venido a México como turista a Cozumel y Cancún, pero no sabía nada sobre Mérida; sin embargo eso no le impidió vender todo para viajar con cuatro cajas grandes, trajo las cosas más sentimentales pese a que cuando llegó no sabía cómo funcionaba nada en este país. Recuerda que sus familiares le cuestionaron ¿estás loca?, “ellos pensaban que era una idea muy mala, pero yo estaba convencida que era lo mejor, apenas sabía algunas palabras en español, no podía tener una conversación, pero eso no me limitó”.

Ella ha hecho trabajo voluntario en escuelas y se ha percatado de la necesidad que se tiene en materia educativa, los maestros no reciben buenos salarios, pero ha estado involucrada en la comunidad.

Las personas son muy amables, la ciudad es hermosa, pacífica. Recuerda que cuando llegó no sabía a dónde ir a comprar y un policía la llevó a una plaza, eso nunca le hubiera pasado en Estados Unidos, “me sentí como en mi pequeño pueblo donde viví de chica, amo esta ciudad y me quedaré hasta que me muera”.

 

JG