La casa colonial ubicada sobre la calle 61 en el centro de la ciudad de Mérida, su arquitectura la hace destacar sobre el resto de las casonas del lugar. Cuenta con un jardín frontal en forma de semicírculo, rodeado de columnas que sostienen el balcón frontal de la casa. Distinguida por su peculiar color rosa fue propiedad de la familia Casares a principios de los años XX.
Ocho personas y un lagarto
El nombre de la casa nace de una anécdota sobre la singular mascota que habitó la residencia durante varios años, se cuenta que los hijos de Don Antonio y doña Fausta regresando de una excursión llevaron con ellos dos crías de lagarto de las cuales solo una logró sobrevivir. La familia alimentó al pequeño lagarto a la fuerza abriéndole la boca con un lápiz y tirándole pedazos de carne para que el animal comiera.
El lagarto fue nombrado Tutankamón, sin embargo, con el tiempo se dieron cuenta de que era una hembra pues había puesto un huevo ante dicho suceso la familia decidió renombrarla como Nefertiti. El lagarto seguía fielmente a doña Fausta por toda la casa, como si se tratara del más fiel canino, su presencia lograba asustar a uno que otro visitante de la casa pues llegaba a toparse con el animal de dos metros y medio. Nefertiti vivió en la residencia durante 40 años hasta que la familia decidió regalarla a un circo pensando que ahí tendría una mejor vida; lamentablemente Nefertiti falleció al poco tiempo de ser entregada de aparente tristeza.
Pionero en el Turismo
A finales del siglo XX la conocida “Casa del lagarto” funcionó como el “Hotel Colonial” el cual fue parte de otros hoteles de aquellos tiempos cuando la ciudad era considerada la segunda más desarrollada después de la capital del país.
Por Ulises Ramirez