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Desde la época prehispánica, los cenotes y cuerpos de agua fueron de gran relevancia para la antigua T’Hó, como lo son hoy para Mérida como centros abastecedores de agua y de esparcimiento.

De acuerdo con el maestro Carlos Evia Cervantes, en el caso de Mérida y de acuerdo con el último censo, hay 191 cuerpos de agua, pero su uso ha dependido de los cambios económicos, culturales y sociales, que ha vivido el municipio.

El vivo ejemplo de ello es lo que fue un cuerpo de agua que se cree funcionó como centro de esparcimiento y que surgió luego de ser un banco de materiales del que se sacaron piedras para la construcción de la quinta Los Almendros.

En plena Avenida Reforma, cerca de la Avenida Cupules, se encuentra un predio bardeado y con una pequeña puerta que, sin mayores problemas, se puede abrir. Al interior hay una cavidad con agua, que a la vista está sumamente contaminada, además de un par de cuevas que, según se sabe, tiene una longitud de unos 25 metros.

Cambios

Consultado al respecto, Evia Cervantes, integrante del Grupo Espeleológico Ajau, dijo que en efecto este espacio muestra los cambios que se han dado a lo largo de la historia y las funciones que han desempeñado este tipo de espacios.

En este caso, la cavidad y las cuevas están a la vista, aunque dijo que no se ha hecho un estudio profundo de su función. Lo que sí se sabe, expuso, es que no es una cavidad natural, sino que fue un banco de explotación de materiales para la construcción de la Quinta Los Almendros.

Expuso que el 31 de marzo de 1999 se hizo una expedición al sitio; a petición del Ayuntamiento de Mérida se acudió al lugar y se constató que no se trata de una cavidad natural, sino que surgió un cuerpo de agua a partir de la excavación para sacar materiales, lo que era común dado el nivel en el que se encuentra el manto freático.

Dijo que desde que se acudió a este sitio en aquellos años se pudo constatar que había un problema de contaminación del agua, por lo que hoy en día incluso sería difícil darle algún aprovechamiento.

Manifestó que, al parecer, el lugar sirvió como centro de esparcimiento, pues se pusieron escalinatas y, aunque no se sabe el fin con que se hicieron los túneles, pudo ser para poner mesas o algo así, pero la información no está clara.

Testimonios

“Hay muchos testimonios de gente que disfrutaba de este lugar, cuando la aguada recién acaba de aparecer. Aparece la vena de agua cuando rompen y se llena de inmediato, pero como hay muchas fuentes de contaminación el agua queda contaminada”, expuso.

Dijo que se sabe que mucha gente llegó a bañarse allí, pero luego se dejó de hacer, así como se sabe que se hizo una gran inversión para aprovechar esta cavidad, por lo que se cree que se disfrutó por largo tiempo como centro de esparcimiento, principalmente.

“La hipótesis fue que funcionó como una piscina para diversión particular y en este tenor tenemos en la ciudad muchos otros espacios que han funcionado con este fin, como centros de esparcimiento, centros nocturnos, estudios fotográficos, etc.”, expuso.

Comentó que cuando se visitó el lugar se detectó diferente fauna, como murciélagos, peces y otros.

“Chapultepec”

Además, dijo que en 1999 se tuvieron versiones de que 15 ó 20 años atrás se había muerto ahogado un niño en el lugar.

Entonces los atendió el señor Genovevo Arredondo Farráez, quien refirió que el lugar había tenido el nombre de “Chapultepec” y que se formó luego de que sus abuelos mandaron a sacar sascab para la construcción.

En una charla “Los cambios en los espacios subterráneos de Mérida”, Evia Cervantes ha planteado que los cenotes y cuerpos de agua que se encuentran dentro del municipio, han ido cambiando sus funciones, desde ser cuerpos de abastecimiento de agua, hasta centros nocturnos o centros turísticos.

En este sentido, el caso de tres cenotes con especial relevancia: el conocido como Tívoli, el de Tulipanes y el del mercado Lucas de Gálvez.

En el caso del Tívoli, dijo que desde 1880 se tiene registro del uso de este cenote como abastecedor de agua y más tarde se convirtió en balneario, centro turístico y finalmente el lugar es lo que hoy se conoce como el Instituto Comercial Bancario.

Otro es el caso de Tulipanes, que luego de ser abastecedor de agua desde épocas prehispánicas, se convirtió más tarde en un famoso centro nocturno.

Otro es el cenote que se encuentra debajo del mercado Lucas de Gálvez, que perteneció a lo que fue la Ciudadela de San Benito. Narró cómo, luego de un llamado de la gente del INAH, se descubrió que debajo de este mercado estaba un cenote y que incluso se encontraba limpio y que en su momento sirvió para el abasto de agua de los franciscanos.

Escondites

La entrada de este cenote, que posteriormente fue tapada, se encuentra justo a la entrada del negocio conocido como Ferretería Lara.

Otro de los casos citados en la relación es la Casa Cárdenas o Casa de los Ladrillos en la 62 por 63 del Centro, donde se encontraron una especie de cuevas debajo, pero que no constituyen pasadizos como se creería en algún momento, sino que se cree eran depósitos de comida, una especie de alacena, o en su caso también funcionario como escondites en caso de que atacaran piratas.

Señaló que los cambios en las cavidades de Mérida no se han dado por sí solos, sino que han sido influidos por el desarrollo de la cultura y en general por las actividades llevadas a cabo por los seres humanos y son estos los que van marcando el uso que se les da.

(David Rico)

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