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Si tenemos con nosotros al Espíritu Santo todos podemos vencer las tentaciones, dijo ayer el presbítero Justo David Ceballos Uc, rector de la Catedral, durante su homilía del primer domingo de cuaresma.

Comentó el pasaje del Evangelio de ayer en el que Jesús es llevado por el Espíritu Santo al desierto para que el diablo lo pusiera a prueba y Él venció todas las tentaciones.

–Estas tres tentaciones de Jesús sintetizan todas las turbulencias comunes de la humanidad. En la primera explica que lo más importante para el ser humano no se debe reducir a la lucha por la supervivencia, pues la vida humana está llamada para ser más que sobrevivir. La vida siempre tiene que ser expresión del amor infinito de Dios, del amor agradecido y compartido.

La segunda tentación señala esas condiciones que consideramos necesarias para creer en Él. Jesús nos revela que para llegar a Dios debemos confiar en Él. Es por eso que Cristo no se tira del pináculo del templo sino que se queda en la cruz porque confía plenamente en el amor de su Padre, de ese Padre que nos ha enviado a salvarnos entregando su vida para que todos tengamos la vida eterna.

Por último, la tentación del poder. Un cristiano no debe únicamente preguntarse qué hago con el poder que se me ha confiado sino que este poder que tengo en qué me convierte. ¿Me convierte en hermano, en instrumento de Dios, en la expresión viva de la grandeza del amor divino para que todos podamos vivir con esa gracia que santifica?

Inevitables

Advirtió que las tentaciones son inevitables y aparecen precisamente en los momentos decisivos de la vida; sin embargo, es necesario asumir la responsabilidad de superarlas adecuadamente y para ello hay una sola opción: optar por los valores del reino, esos valores que nos identifican con el amor de Dios y nos hacen mostrar ese rostro familiar de la presencia redentora de Jesús; sólo así podremos, a ejemplo de Jesús, aceptar nuestra naturaleza humana y entonces hacer el bien para sanarnos y aliviarnos de tanto dolor y sufrimiento. Para vencer las tentaciones debemos evitar la ocasión pero no se trata de únicamente hacer un lado la ocasión; también hay que buscar la gracia para fortalecernos, para que nos ilumine, nos santifique y nos dé gozo de todo lo que Dios regala.

Bendición y gracia

Con el fin de que este tiempo de Cuaresma sea de bendición y gracia, hay que buscar el sacramento de la penitencia para renovar nuestro espíritu y abrir nuestro corazón para encontrar la grandeza de Dios, la cual nos mira con un corazón abierto y nos recibe con brazos de padre amoroso que desea nuestra felicidad.

En el momento de la paz, dijo a los fieles que, por la contingencia por el coronavirus, en vez de saludarse de mano sólo debían hacer una leve reverencia o sonreír. Asimismo, cuando los fieles pasaron a comulgar se les dio la hostia consagrada en una mano y, con la otra, se la llevaron a la boca.

En los pasillos de la Santa Iglesia Catedral se colocaron botes de gel antibacterial para que usaran los comulgantes.

(Texto y fotos: Elena Gómez)

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