MOLAS, Comisaría de Mérida.– En la casa de la familia de doña Martha hay preocupación, angustia y temor, porque no saben qué va a pasar.
Tanto ella como su esposo Dolores Guadalupe Canché Ku, a quien le amputaron una pierna y un pie derivado de la diabetes, dependen de su hijo Julián Antonio Canché Ku, que es integrante de la banda musical La Nueva San José; sin embargo, ya le cancelaron las presentaciones que tenía programadas.
Su última tocada fue el lunes pasado y de lo que ganó es de lo que comerán esta semana.
Al lado de la humilde vivienda, pero en el mismo predio de doña Martha Eufemia Ku Maaz, de 59 años de edad, en esta comisaría de Molas, vive su hija Lupita, quien por su estado de embarazo no trabaja y depende de lo que aporta su esposo.
Madre e hija se turnan con don Dolores, quien recibe una pensión de poco más de dos mil pesos bimestral por su discapacidad, es decir, alrededor de 300 pesos semanales, para comprar tortillas, agua purificada y, a veces, un poco de carne de cerdo.
Este hombre carece de la pierna derecha y el pie izquierdo, por lo que se ve imposibilitado para trabajar; ahora se encuentra postrado en una silla de ruedas.
Juntos, sentados en sillas que apenas caben debajo de la marquesina que da un poco de sombra, cuentan al diario POR ESTO!, la difícil situación que se les ha venido encima con esta epidemia de coronavirus.
“Aquí vivimos tres familias, ocho en total; aquí compramos despensa cada semana; mi hijo me da 600 pesos de gasto; compro mi arroz, mi azúcar, detergente para la ropa, cuatro garrafones de agua purificada de 20 litros por semana; serían 120 pesos porque cada uno vale 30 pesos, más el kilo de carne de puerco vale a 86 pesos, además de tortillas y otras cosas, pero para que pueda alcanzar nos turnamos: un día compro yo las tortillas y el agua y otra le toca a mi hija Lupita, aunque también mi esposo coopera”.
A esta humilde familia se suman Micaela Pech Solís, de 19 años de edad pero que ya es mamá de un varoncito; su pareja sentimental, que nieto de doña Martha y don Dolores, sale a trabajar muy temprano mientras ella lo espera en casa de la familia Canché Ku en esta comunidad.
Lupita dice al reportero que vive la misma situación de pobreza y marginación, pues con 700 pesos semanales que llegan a su familia no alcanzan a comprar muchas cosas de primera necesidad porque todo está muy caro.
“Nosotros gastamos tres garrafones de agua a la semana; a veces hay para comprar carne pero no siempre porque mi esposo también tiene que pagar pasaje todos los días para irse a trabajar allá por el rumbo del mercado San Benito, además se gasta en desayuno y almuerzo; no nos alcanza el dinero porque todo está muy caro; acá el kilo de tomate está a 20 pesos, el huevo vale 2.50 o 3.50 pesos la pieza; lo bueno es que no pagamos renta porque este predio es de mi mamá pero si es verdad, nos tenemos que turnar para comprar las tortillas, un día yo, un día mi mamá y otro día mi papá; yo antes iba a trabajar pero ahora con mi embarazo ya no puedo”, señaló.
Por su parte, el hombre de la casa refiere que anteriormente él salía a trabajar como cargador pero desde que le amputaron su pierna y su pie ya no puede hacerlo, por lo que ahora vive de lo que su hijo da para la despensa y él la completa con su pensión.
“Estamos desconcertados porque a mi hijo le han cancelado todas las presentaciones que ya tenían firmadas, solo el lunes tuvieron la última y fue que se ganó un poco de dinero que alcanzará para esta semana nada más, por lo que no sabemos qué va a suceder en los próximos días, no sabemos si vamos a comer o no”, concluyó don Dolores.
(Texto y foto José Luis Díaz Pérez)