Yucatán

La mujer… en el propósito de Dios

Ariel Juárez García

“Codiciosas, indiscretas, perezosas y celosas”,… eran palabras muy comunes que los líderes religiosos judíos del tiempo de Jesucristo utilizaban para referirse a las mujeres con una actitud de amplio desprecio e indiferencia –cita la Encyclopaedia Judaica.

“En algunos casos, a la mujer se la trataba casi como a una esclava. Por ejemplo, no podía testificar en un tribunal de justicia, excepto para atestiguar la muerte de su marido” –apunta el libro Palestine in the Time of Christ (Palestina en los tiempos de Cristo).

“Las mujeres no comían con los invitados varones, y no se veía bien que los hombres hablaran con las mujeres... Conversar con una mujer en público era escandaloso” –explica The International Standard Bible Encyclopedia:

Se pudiera decir mucho más sobre la indiferencia y el desprecio con que consideraban los líderes religiosos del judaísmo a las mujeres en tiempos precristianos. Aún hoy día existen fanáticos que responsabilizan a las mujeres de todos los males de la humanidad y recurren a textos religiosos para explicar porqué creen que hay que someterlas.

Siglos atrás, Jehová Dios previó que, debido a la imperfección causada por el pecado original, la actitud del hombre hacia la mujer cambiaría. Por eso tomó medidas para protegerla. En su libro La Bible au féminin (La Biblia en género femenino), el autor Laure Aynard habla de la Ley mosaica, que se implantó en el siglo XVI antes de nuestra era, y señala: “La mayoría de las veces que se menciona a la mujer en el pacto de la Ley es para defenderla”.

El concepto que Jesucristo tenía de las mujeres era de pensamiento y acciones totalmente diferente al de los líderes religiosos del judaísmo y verdaderamente revolucionario para aquellos tiempos.

El Hijo de Dios demostró que no estaba atado a tradiciones antibíblicas, como las que degradaban a la mujer. (Ver Evangelio de Marcos capítulo 7 versículos 9 al 13.) Al contrario, por lo que hizo y enseñó, demostró la manera correcta en que debía tratarse a la mujer,… con honra y respeto.

Jesucristo conocía muy bien las leyes que su padre, Jehová Dios, suministró tiempo atrás a través de las Santas Escrituras Hebreas (Antiguo Testamento). Estas daban a las mujeres muchas oportunidades de crecer espiritualmente e involucrarse para apoyar el propósito divino.

El respeto que Jehová tiene a las mujeres se reflejó en el favor especial que concedió a algunas de ellas en tiempos bíblicos. A Agar, Sara y la esposa de Manóah las visitaron ángeles y les transmitieron instrucción divina. (Ver Génesis 16:7-12 y 18:9-15; además Jueces 13:2-5.) Había “sirvientas” en el tabernáculo y cantoras en la corte de Salomón. (Ver Exodo 38:8 y 1 Samuel 2:22, así como Eclesiastés 2:8.)

Las cosas que Jehová hizo a favor de algunas de sus adoradoras demuestran su interés por el bienestar de las mujeres. Intervino dos veces para impedir la violación de la hermosa esposa de Abraham, Sara. (Ver Génesis 12:14-20 y 20:1-7.) Mostró favor a Lea, la esposa que Jacob amaba menos, ‘abriéndole la matriz’ para que diera a luz un hijo. (Ver Génesis 29:31, 32.) Cuando dos parteras temerosas de Dios arriesgaron la vida para proteger del infanticidio en Egipto a los varoncitos hebreos, Jehová se lo agradeció ‘concediéndoles familias’. (Ver Éxodo 1:17, 20, 21.) Jehová también contestó la oración ferviente de Ana. (Ver 1 Samuel 1:10, 20.) Y cuando la viuda de un profeta se encaró a un acreedor que planeaba quitarle a sus hijos para saldar sus deudas, Jehová no la abandonó.

Incluso, ellas también participaban en las fiestas religiosas (Ver Deuteronomio capítulo 12 versículos 12 y 18; además el capítulo16 versículos 11 y 14). Más importante todavía, las mujeres del antiguo Israel podían cultivar una relación personal con Jehová Dios y dirigirse a él personalmente en oración (Ver 1 Samuel 1:10).

Vale la pena citar un hecho que ilustra la participación de la mujer en el propósito divino. Este aconteció durante la reconstrucción de las murallas de la ciudad de Jerusalén en el año 455 antes de la era común. Bajo la supervisión de Nehemías se llevó a cabo la reparación de las murallas y, aunque pudiera resultar difícil de entender, entre los trabajadores que participaron apoyando las labores estuvieron las hijas de Salum, “un príncipe de la mitad del distrito de Jerusalén” (Ver Nehemías 3:12).

De acuerdo con su propósito, Jehová utilizó a mujeres para que lo representaran o hablaran por él en varias ocasiones durante la historia de Israel. Respecto a la profetisa Débora, leemos: “Los hijos de Israel subían a ella para juicio”. (Ver Jueces 4:5.)

En el registro bíblico del profeta Joel capítulo 2 versículos 28 y 29, Jehová Dios anunció: “Derramaré mi espíritu sobre toda clase de carne, y sus hijos y sus hijas ciertamente profetizarán... Y aun sobre los siervos y sobre las siervas derramaré en aquellos días mi espíritu”.

De acuerdo con las Sagradas Escrituras Cristianas (Nuevo Testamento), en el siglo primero de nuestra era, Jehová Dios seguía bendiciendo a varias mujeres de maneras muy singulares. Una de ellas fue una joven virgen llamada María. Estando comprometida con José, quedó embarazada milagrosamente por espíritu santo. Sin duda María tenía las cualidades necesarias para criar al Hijo de Dios. ¡Qué honor para una mujer ser la madre del hombre más extraordinario que ha vivido en la Tierra… Jesucristo! (Ver evangelio de Mateo capítulo 1 versículos 18 al 25.)

De común acuerdo con las enseñanzas de su Padre –Jehová Dios–, Jesucristo mismo fue claro al refutar las tradiciones rabínicas que desdeñaban el papel de la mujer –establecidas por los líderes religiosos del judaísmo–. El dignificó a las mujeres no sólo mediante sus acciones, sino también por sus enseñanzas. Jesús veía más allá de la letra de la Ley. Veía el espíritu que la inspiraba y la necesidad de ser misericordioso y compasivo con ellas. (Compárese con el Evangelio de Mateo 23:23.)

Jesucristo suministró el ejemplo perfecto de cómo puede haber una relación cordial, pero casta, entre hombres y mujeres. No sólo conversó con ellas, sino que también les enseñó verdades espirituales profundas. Como es el caso, la primera persona a quien él reveló francamente que era el Mesías fue una mujer, y samaritana además. (Ver Evangelio de Juan capítulo 4 versículos 7, 25 y 26.)

Jesús también aceptó que ciertas mujeres le ministraran –le proporcionaran los servicios que fueran necesarios–, mientras viajaba por el país. Marcos, en su Evangelio, menciona a “mujeres..., las cuales acostumbraban acompañar a Jesús y ministrarle cuando estaba en Galilea”. (Ver Evangelio de Marcos capítulo 15 versículos 40 y 41.) ¿Quiénes eran aquellas mujeres, y cómo servían a Jesús? Aunque no se sabe cómo se llamaban todas, Lucas en su Evangelio suministra unos cuantos nombres y explica cómo ministraban a Jesús.

Lucas escribe: “Poco después iba viajando de ciudad en ciudad y de aldea en aldea, predicando y declarando las buenas nuevas del reino de Dios. Y con él iban los doce, y ciertas mujeres que habían sido curadas de espíritus inicuos y de enfermedades, María la llamada Magdalena, de quien habían salido siete demonios, y Juana la esposa de Cuza, el intendente de Herodes, y Susana y muchas otras mujeres, que les ministraban de sus bienes”. (Ver Evangelio de Lucas capítulo 8 versículos 1 al 3.)

Un especialista comenta: “Lucas no dijo que las mujeres cocinaran, lavaran los platos o remendaran la ropa. Puede ser que estas mujeres espirituales, seguidoras de Jesucristo, en ocasiones lo hicieran,... pero Lucas el evangelista no estaba hablando de eso”. Todo parece indicar que dichas mujeres ayudaban en algunos gastos.

Las Santas Escrituras (Antiguo y Nuevo Testamento) describen de manera sobresaliente las diferentes situaciones y circunstancias en las que Jehová Dios le asignó a la mujer un lugar muy importante en su propósito aquí en la Tierra. El consideró apropiado utilizar a mujeres para que lo representaran o hablaran por él en varias ocasiones durante la historia de Israel y durante la época sobresaliente del cristianismo en el 1er, siglo de la Era Común.