Roger Aguilar Cachón
Entre los festejos que se celebran año con año en el mundo y en nuestro país se encuentra el del Día de la Madre; este acontecimiento permea en todo el mundo, aunque en algunos países con fechas diferentes, tal y como ocurre en Europa que se celebra el primer domingo del mes de mayo (en esta ocasión 3 de mayo), en Estados Unidos de América y Alemania, se ha dedicado el segundo domingo del mismo mes y un caso muy particular, en Nicaragua, esta celebración se oficializa el 30 del mismo mes por ser el día del cumpleaños de la suegra del entonces gobernante Anastasio Somoza.
En esta ocasión, el Día de la Madre tendrá un significado muy diferente, ya que nuestro país se encuentra bajo la pandemia del Covid-19, que imposibilita la celebración en todo lo alto de este día. La mayoría de los mexicanos tiene el alta estima este día, ya que a pesar de tener a sus madres todo el año, este es el día que todo México las festeja, y en esta ocasión que cayó la fecha en domingo, todo se prestaba para hacer de éste algo muy especial, pero esta vez el festejo será diferente.
Los jóvenes y algunos adultos desconocen desde cuándo se celebra en nuestro país este día, de manera dinámica y sin preguntar, saben que hay un día dedicado a las madres y ese es el 10 de mayo, pero no saben el origen del mismo.
Siempre es bueno tener en cuenta o saber desde cuándo y porqué se lleva a cabo este festejo, mismo que se realiza en todos los hogares, desde el más pobre (iba a escribir humilde) hasta en aquellos en donde los recursos económicos son incalculables. Pero no importa si son ricas o pobres las familias, lo que debe de motivar el festejo es el amor hacia las mamás y es un buen pretexto y ocasión para reunir a la familia. Líneas abajo se hará referencia al origen del ya conocido Día de la Madre.
En México, el día dedicado a las mamás se viene celebrando de manera oficial desde hace ya hace 98 años (casi llegamos al siglo), ya que fue el 13 de abril de 1922, cuando el periodista Rafael Alducín, desde su tribuna en el periódico “Excélsior” presenta una iniciativa con la finalidad de elegir un día para que los mexicanos festejaran a las madres en todo el país, y fue gracias a ésta que se declaró de manera oficial el 10 de mayo para celebrar este acontecimiento. Era Alvaro Obregón en ese entonces Presidente de México, y desde entonces y ya casi a 100 años de esta celebración, hasta hace un año se festejaba a las mamás en todo lo alto, tanto por las autoridades federales, como las estatales y municipales. Fiestas, reuniones, agasajos y reconocimientos. Pero esta vez será diferente.
En muchos momentos de nuestra vida, ha sido necesario que se anteponga a algunas oraciones la palabra madre, para que para que nuestras palabras sean validadas, decimos “…por mi madre que así es…..”, o cuando alguien nos quiere decir algo ofensivo, solamente basta que nos digan… ¡tu mamá….”. Ah, la madre, inspiración de los poetas y de los compositores siempre han estado presente en sus poesías o en canciones, así como también en el lenguaje cotidiano. Las mamás son personas extraordinarias, todas lo son, aunque en ocasiones no lo veamos y sea hasta el momento en que no están con nosotros lo comenzamos a valorar.
En este momento, en el que el de la tinta está escribiendo esta nota y dada la importancia del día en que en todos lugares se les festejaba, aún en los programas de televisión a nivel nacional, las personas de más de 60 años, seguramente recordarán que en nuestro medio también se les dedicaba un momento de solaz esparcimiento. Había un programa de televisión de un canal local, en donde ese día se les dedicaba un buen tiempo al aire a las mamás, recuerda muy bien el de la letra que primero lo condujo el famoso locutor Jorge “El Primo” Abraham -posteriormente otro- programa televisado en vivo desde un espacio del propio canal, en donde se invitaba, por medio del Presidente Municipal de cada municipio a una mamá que los representara, ya sea por el número de hijos que tuviera, o bien, por ser representante del mismo.
En ese programa se rifaban regalos patrocinados por las casas comerciales locales, por los gobiernos estatales y municipales, instituciones, por particulares; cabe hacer mención que todas las mamás salían del estudio o del canal con regalos, a todas les tocaba algo. Y ese programa era amenizado por grupos musicales y una que otra pareja de tinte regional o de otro género que hacía el deleite de las madrecitas congregadas en el sitio. Con el paso del tiempo, esta costumbre se fue diluyendo hasta caer en el olvido, hoy solo está en nuestros recuerdos.
¿Cómo son las mamás?, estas son de tan diversa forma como de textura y color y vienen en diferentes presentaciones, las hay jóvenes, no tan jóvenes, maduritas, entradas en años, blancas, morenas, negras, chelas, pelirrojas, delgadas, gorditas, altas y bajas. Con el rostro adusto o agradable; las hay también risueñas o muy serias; consentidoras, relajadas, preocupadas, dinámicas, recatadas, con ojos claros, negros, azules, verdes o algo similar; las hay amorosas y aquellas que les cuesta mucho trabajo demostrarlo.
También las encontramos como amas de casa, profesionistas, obreras, citadinas o rurales, catrinas o bien mestizas. Rezadoras, venteras, modistas, polleras -no las que pasan mexicanos por la frontera, sino las que venden pollos-, secretarias, etc., también las hay solteras. Las madres son de tan diversa manufactura como lo es la naturaleza misma, pero que en su interior tienen algo en común: el amor por sus hijos. Están en todos lados, que en ocasiones es imposible distinguirlas.
El trabajo que realizan las madres ha experimentado a lo largo del tiempo un gran cambio en su vida, lo que en mi niñez era algo no muy normal, era que las mamás trabajaran -en su mayoría eran profesoras o empleadas- ahora es lo más común, ya que de esta manera los ingresos familiares aumentan y sirve para ayudar con los gastos que genera la manutención de un hogar. Hoy día las mamás trabajan en todos los sectores sociales, educativos, administrativos, económicos, etc.
Hay mamás que se juegan la vida, como es el caso específico hoy día de las médicos, enfermeras, personal administrativo que labora en algún hospital o clínica privada, personal de limpieza y de ambulancia que día a día y en plena contingencia se visten y salen día a día a cumplir con su trabajo, aún y a acosta de las personas que en un momento dado las han agredido por ignorancia.
Un punto importante que hay que destacar es la posición de las madres solteras, quienes en una dinámica diferente a la de los hogares comunes, tienen que llevar una doble responsabilidad, la de ser papás y mamás al mismo tiempo; aunque hay familias en donde los padres apoyan a éstas, hay otros en donde la situación se torna muy difícil. Son también dignas de ser nombradas aquellas madres que se encuentran privadas de su libertad por diversas razones, en ellas la desesperación por estar con sus hijos les hace muy difícil su estancia en los sitios de reclusión.
También entre las madres hay diversos niveles, que si bien es cierto en su momento sólo fueron mamás, hoy en día tienen la posibilidad de dobletear, me refiero a las abuelitas, las hay de cabello cano y otras sin un tono especial, ya que son tantos los tintes que se ponen que no se puede definir el color del mismo. Hablar de las abuelas es otra cosa, ya que algunas de ellas tienen un papel protagónico en algunas familias y otras solamente son visitadas en días específicos que dicta el calendario. Pero ese es otro cantar.
Los regalos han sufrido una metamorfosis muy seria y drástica. Antes los regalos que les dábamos a nuestras mamás eran muy sencillos y solamente se requería de un ahorro no muy grande para poder hacerles llegar un presente que nosotros asegurábamos les gustaría. Hubo una época en que se acostumbraba regalar tarjetas, flores, platos, vasos o bien alguna combinación entre vasos y un pichel.
Recuerdo como si fuera ayer, que en mis años mozos era común ver en las calles de nuestra tranquila y blanca Mérida a niños de nuestra edad con regalos diversos adquiridos, en el mayor de los casos, en alguna tienda del mercado, ya que en ese tiempo no había la gran proliferación de malls, como ahora. Era común regalar vasos, platos, planchas, toallas; recuerdo una jarra de plástico en forma de piña con sus respectivos vasos que le regalé a mi mamá hace algunos ayeres. He tratado de encontrarlos con el paso de los años, pero esta ha sido una empresa fracasada. No hay.
Las mamás reciben regalos y homenajes por todas partes, en las escuelas se organizan festivales para ellas en donde además de regalarles una torta, se les obsequia un refresco para que no se atraganten. El personal docente de cada escuela teje –al igual que El Hombre Araña- una red de maneras para que los profesores donen regalos que han de ser rifados para todas las madrecitas que acudan (aunque en algunas escuelas no se hace este tipo de homenajes).
Recuerdo que en mis años de escolapio se acostumbraba que nosotros elaboráramos el regalo y hay uno que siempre está en mi mente, eso ocurrió en la primaria. Recuerdo también un trabajo que hice estando en cuarto año de primaria, era una veladora de El Faro, desde luego, a la cual cubrí de lentejuelas de color y le puse un cuello y unas patitas de alambres, para poder simular una garza. No sé si le gustó o no, pero de lo que sí estoy seguro es que rápidamente pasó a un lugar en donde el paso de los calendarios y el calor volvía a la veladora cada vez más pequeña.
Considero que sea cual fuese el regalo que les otorguemos a nuestras mamás, desde un objeto muy simple o una oración, el decirles cuánto la queremos, el hacerlas sentir útiles y queridas, es un bálsamo para su corazón. Es nuestra responsabilidad en este día llevarles cuando menos una sonrisa, darles un abrazo, hacerlas sentir que están vivas, llevarles a sus nietos, hacerles olvidar aunque sea por un momento sus dolencias, achaques y afecciones, y procurar que este día sea inolvidable para ellas, ya que en algunos casos podría ser el último que pasen con nosotros.
Hoy día el festejo a las mamás será diferente, ya no habrá la posibilidad de llevarles serenata, como se hacía hasta hace un año en donde por medio de las canciones les decíamos cuánto las queríamos; era una algo muy especial el llevarles serenata con trío, no se escuchara “Reina de Reinas”, “Manos de Armiño”, o bien si las condiciones económicas lo permitía, en medio de la comida en la casa, llegaba de improviso o imprevisto el mariachi y al son de la Negra comenzaban las canciones, no podía faltar el Rey, o bien, la canción que hizo famosa hasta el cansancio Denisse de Kalafe. Sin olvidar las canciones del famoso Juan Gabriel, con su “Amor Eterno” (…) “como quisiera, ay, que tus ojitos, jamás se hubieran cerrado nunca…”.
No se podrá llevar a las mamás a comer, tomar la “cheva” bien fría o cenar en su día, hoy, ese día, será diferente; la contingencia por el Covid-19 ha hecho imposible esta posibilidad. Con el “¡Quédate en Casa!” de López-Gatell; esta costumbre muy arraigada por muchas familias se romperá en esta ocasión.
Se extrañarán las colas para entrar, o bien, la posibilidad y la molestia de ir de un sitio a otro hasta encontrar el lugar donde haya espacio para la comida-celebración, pero eso no importaría, será necesario esperar hasta el próximo año para celebrarlo como se debe.
Esta ocasión será diferente, muchas mamás ya no están con nosotros, y también otras estarán viviendo momentos de desesperación por alguna enfermedad o por no tener los hijos ceca de ellas. Es necesario si las mamás están alejadas, hacerles una llamada, hoy día que se tiene la posibilidad del famoso WhatsApp o de la video llamada, es necesario hacerla para que ellas no se sientan olvidadas y aun con las restricciones de la contingencia “celebrarlas” de manera diferente.
Las mamás no son robots, también se cansan, es necesario brindarles ayuda siempre, hasta en aquello que para nosotros sea muy pequeño, seguramente servirá para darles un descanso, un respiro en sus tareas diarias. Hay que felicitar a la mamá-médico, a la mamá-enfermera, mamá-servidora pública, a la mamá-profesora, a la mamá-profesionista, a la mamá-abuela, la mamá-soltera (aunque el Papa Francisco dice que no debe existir ese nombre), a la mamá-empleada, a la mamá-ventera, aquella que sale todos los días a un mercado a trabajar para lograr el sustento diario. A la mamá-jubilada, a la mamá-antropóloga, a la mamá-química, no podría seguir porque sería imposible nombrarlas a todas.
Pero desde esta tribuna, solamente me queda desearles a las mamás de mis caros y caras lectoras y a la mía (un recuerdo y una oración), aunque en esta ocasión será diferente, un ¡FELIZ DIA DE LAS MADRES!