Luis Carlos Coto Mederos
Enrique José Varona
José María Chacón y Calvo nos dice de Varona en “Las cien mejores poesías cubanas”:
“El aprendizaje humanístico de Varona trasciende a su labor poética, muy elegante y muy segura. Tiene un dominio absoluto del instrumento de su arte: riqueza de léxico, conocimiento de la técnica antigua, distinción en los giros poéticos, admirable propiedad de lenguaje.
Hay en estos versos un ambiente dimano, sereno, meditativo; la idea es valiente y generosa, y el poeta, que ha vivido altas emociones intelectuales, la expresa con entusiasmo, con calor comunicativo, pero con cierta reflexiva lentitud, propia de la mesura de su espíritu. El prosaísmo y la declamación, males de diversas épocas de nuestra poesía, son escollos que se han salvado en la poesía de Varona, que por su elegancia, por su interés intelectual, posee un valor personal en nuestra lírica”.
1173El Foro de Roma
Esqueleto de un mundo, sumergido
del gran nivelador por la creciente,
cómo es tu soledad grandilocuente,
lo que será, diciendo, en lo que ha sido!
Por este arco de triunfo carcomido
pasó el genio del Lacio armipotente,
llevando en hombros de infinita gente
los despojos del orbe sometido.
Fundiólo todo el molde de tus leyes,
Tú, que hiciste los dioses ciudadanos,
y elegiste tus siervos entre reyes!
Y aquí yaces. Y suena en la ancha plaza,
aviso eterno a pensamientos vanos,
de tu sombra de piedra la amenaza.
1174A una amiga curiosa
Comprendo que con ansia de saber
o por curioso espíritu sutil,
de hosco volcán, que no enguirnalda abril
quieras el hondo cráter entrever.
O que eleves tu afán de conocer
al astro muerto, pálido pensil,
que no refresca nunca áurea gentil,
ni tiñe de la aurora el rosicler.
Yermos glaciales, si en su busca vas,
regiones de pavor aquí y allá
en torno de tus pasos hallarás.
Mas si hay piedad, y sé que la hay, en ti,
no pretendas amiga, ver jamás
el desolado erial que escondo en mí.
Lutgarda Mirabal
No se encuentran datos de la biografía de Lutgarda Mirabal. Hay una obra sobre su poesía, en lengua castellana, digitalizada por la Universidad de Harvard, EE. UU. a la que no hemos podido tener acceso.
El siguiente soneto fue publicado en 1865 por la imprenta “La Antilla”.
1175Soneto
Tú que pasas aquí, céfiro amante,
rizando fuentes y halagando flores,
a unas el alma hurtando en sus olores,
y a las otras frescor refrigerante.
Detén el vuelo y óyeme un instante,
que un mensaje tiernísimo de amores,
fiar quiero a tus alas, de rumores
henchidas siempre, en tu girar constante.
Hacia allá, cefirillo, por do helado
viene el Bóreas silbando un ser respira
que es ¡cuál nadie lo fue! céfiro amante;
bien que adorando por dudar suspira.
Pues bien: vuela hasta él y allá en son tierno
dile: “tuyo es su amor, tuyo y eterno”.
Juan de Dios Coll
No se encuentran datos biográficos de este autor. Su soneto fue recogido por Samuel Feijóo en su compilación “Sonetos en Cuba”.
A un panal
Canten los vates las gallardas flores,
la altiva pluma, el mugidor torrente,
el ámbar suave de apacible ambiente
y las campiñas con sus mil primores.
Canten otros la paz y los amores,
laureles de oro con que ornar su frente,
del brillante arroyuelo la corriente
y los trinos de arpados ruiseñores.
Canten hazañas nobles de la guarra,
y del clarín el bélico sonido
haga furioso estremecer la tierra:
Yo a las ninfas favor tan sólo pido
para cantar con mis estilos francos
la dulce miel de los panales blancos.
Eliseo Giberga
Nació en Matanzas el 5 de octubre de 1854.
Reconocido abogado cubano que desarrolló una intensa vida política; fundador del Colegio de Abogados de La Habana.
Desarrolló una intensa vida política como diputado a Cortes, diputado del Congreso Insular tras el establecimiento del gobierno autonomista en 1898, fundador del Partido Unión Democrática y participante en la Convención Constituyente en 1901. En los primeros años de la República fue representante de Cuba en la inauguración del Palacio de las Repúblicas Americanas y en el centenario de las Cortes de Cádiz (1912).
Murió en su tierra natal el 25 de febrero de 1916
1177Los bueyes
De Tejas vino aquel; este de Honduras;
y hoy, en otra región, bajo otro dueño,
juntos rumian tejano y hondureño,
insensibles al cambio, otras verduras.
Ora sueltos sin yugo en las llanuras,
ya uncidos del arado al santo leño,
en lenta digestión, o en largo sueño,
nunca amarga un recuerdo sus harturas.
El establo es su patria. Dondequiera
que are el buey, ni otra tuvo, ni más quiere
que buen pasto y sufrida compañera.
Más que el hombre feliz, no ha conocido
el amor que en el hombre nunca muere;
el amor de la tierra en que ha nacido.