Un gran desafío, preocupación para muchos, e incertidumbre de cómo enfrentarse a la tecnología trajo consigo este histórico inicio del ciclo escolar a través de clases a distancia, modalidad que tuvo que ser implementada a consecuencia de la contingencia sanitaria del COVID-19.
Numerosos niños como María Ángela y Carlos Eduardo Kumul Domínguez desde muy temprano despertaron, prepararon sus útiles escolares (libretas y lapiceros o lápiz) y estaban listos para su primera clase virtual de este ciclo escolar por medio de la televisión y del seguimiento que les dieran sus profesores a través de los celulares.
María de los Ángeles Domínguez May, madre de dichos pequeños que cursan el segundo y el cuarto grado de primaria, respectivamente, reveló que la primera dificultad que enfrentó en este regreso a clases a distancia fue el hecho de sintonizar la televisión, ya que no encontraba los canales educativos.
Aunado a lo anterior dijo que la familia sólo cuenta con una TV que el gobierno les donó y les resultaría difícil seguir la programación de ambos niños si se transmitían en el mismo horario, además de que temía que se corte la señal, ya que constantemente en la colonia Santa Cruz, donde habita, de pronto se dejan de ver los canales.
Temía que los pequeños se pierdan la programación, que no estuvieran al día y estaba pendiente de los mensajes e instrucciones que debiera recibir de los docentes a su celular por lo que también tuvo que ponerle crédito para poder recibir las tareas, además de que dejó sus quehaceres para dedicarle el tiempo total a sus hijos, consciente de que debe hacer todo lo posible para que aprovechen al máximo la nueva modalidad educativa; ante la carencia de cuartos para adaptarlos como lugares de estudio para los niños, en el patio de su hogar, bajo la sombra que proyecta su casita de madera, colocó un par de sillas donde los pequeños se sentaron a realizar sus tareas.
Otras familias, como la de Braulio y de su hermana Kasandra Gasca Velásquez, convirtieron un área de su casa en un salón de clases con una mesita cerca del televisor y con los útiles necesarios para su desempeño educativo, ambos estaban muy emocionados por emprender este nuevo ciclo escolar, se asearon desde el amanecer y apoyados por su abuela Isabel y por su tía Lesli, que también dejaron sus quehaceres de la casa e incluso sus fuentes de trabajo para poder apoyar a estos niños, ya que cada una acordó el horario en que supervisaría su desarrollo educativo.
Varios padres compartieron que otro de los problemas que enfrentaron era que, dependiendo de la compañía de televisión por cable, tenían que ingeniárselas para sintonizar la señal de los canales educativos.
Como nunca nadie se hubiera imaginado, las escuelas en el inicio de clases estaban cerradas, sin embargo los intendentes de base ejercían sus trabajos de limpieza y mantenimiento en ellas.
La entrega de libros de texto a los padres de familia se pospuso hasta nuevo aviso, estimando que se entregarán la primera semana de septiembre, ya que, según varios directores, no llegaron los paquetes escolares que destina el gobierno para la educación de los niños.
Los supervisores, directores y profesores estaban en constante interacción a través de la tecnología para apoyar con sus conocimientos y con sus estrategias de trabajo para hacer llegar la educación hasta los rincones más recónditos donde se encontraran sus alumnos, se mantenía la comunicación con los padres de familia a través de los celulares para darles seguimiento y en el caso de que hayan focalizado a un niño cuyas familia no tenga acceso total a la tecnología, carente de una TV o de un teléfono se comprometieron a llegar hasta ellos para entregarles material de estudio.
Esto fue parte de lo que se vivió en este nuevo ciclo escolar con una modalidad diferente apegada a los avances tecnológicos en la que tanto maestros, alumnos y padres de familia afrontaron una nueva normalidad en lo concerniente a lo educativo para que niños y jóvenes puedan continuar su formación escolar.
Luis Manuel Pech Sánchez