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Doña Celia: una vida llena de enseñanzas en Ticul

Doña Celia, con 91 años de edad, platica algunas anécdotas y espera que los hijos, nietos y bisnietos no se olviden que siempre los abuelitos están esperando sus visitas con mucho cariño
Foto: Guillermo Contreras Cruz
Foto: Guillermo Contreras Cruz

El pasado 21 de agosto, la señora Celia Várguez cumplió 91 años y nos cuenta la historia de su vida en un tiempo de mucha pobreza, lo que le ha dejado muchas enseñanzas y fuerzas para poder seguir adelante a pesar de ser viuda.

Este día tan importante como lo es el 28 de agosto que se celebra el Día de los Abuelitos, por lo que amablemente doña Celia nos platicó algunas anécdotas de su vida, mismas que le han enseñado a ver las cosas de manera positiva en la actualidad, a pesar de las adversidades.

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Según nos narró la entrevistada, nació un 21 de agosto del año 1929 siendo la segunda hija del señor Cástulo Várguez y la señora Asunción Balam, “en ese entonces mis papás no eran casados por lo tanto el titular de Registro Civil, en ese entonces de apellido Barrera, no permitía que los niños recién nacidos que iban a ser registrados llevaran los 2 apellidos de los padres ya que si más adelante esta unión se disolvía una le correspondía al padre y si hay otra le correspondía a la madre.

Años atrás ir a la escuela era muy difícil sobre todo para nosotras que sólo dependíamos del trabajo de mi papá que se dedicaba a la milpa y en muchas ocasiones a realizar chapeo de terrenos y predios, por lo que teníamos que ayudar a mi mamá a vender tortillas hechas a mano, logré terminar el segundo grado en la escuela del centro si bien recuerdo creo es la Joaquín Barrera González, bien recuerdo que junto con mi hermana acudíamos y hasta comida nos daban en la escuela, pero al llegar a la casa me quitaba mi huipil y nos poníamos a lavar el nixtamal, a lavar el maíz y preparar todo para ir a moler.

No sólo esa labor teníamos que hacer a mis 7 años de edad, también cuando caía la tarde nos metíamos a la cueva para poder tejer el huano, mismos que tenía que llevar a vender al mercado en donde nos pagaban 2.50 centavos por 30 brazas, -mare era dinero, con 5 pesos me daba para comprar galleta, café y algunas otras cosas más pues estaban baratas en ese entonces- ¿ahora que te va dar con esto 5 pesos? Nada”, mencionó riendo.

Situación difícil

“La situación tan difícil era que parecíamos esclavos, para todo teníamos que pedir permiso con respeto y fue que un día mi hermana Elda conoció a una mujer de dinero, que la vino a buscar para llevarla a Mérida a trabajar en su casa y en ese entonces tenía 12 años y me preguntó ¿a vamos Celia?, no lo pensé y pedí permiso de igual manera a mis papás quienes al ver la oportunidad de la misma manera nos fuimos a Mérida a trabajar todos, yo cuidando niños, y hasta recuerdo que mi mamá seguía vendiendo tortillas hechas a mano que incluso las cambiábamos por barras y comíamos con otra cosa”.

Travesuras

Un día después de cobrar nuestro sueldo, mi hermana Elda y yo nos fuimos al cine a gustar una película y de pronto cayó un aguacero muy fuerte lo que nos impedía llegar a casa y después de varias horas que teníamos preocupados a todos llegamos mojadas y fue que nos reprendieron con buena tunda, algo que jamás olvidaré como una travesura.

Vida familiar

Tuve un primer matrimonio, el cual lamentablemente me fue mal, pues era maltratada y mi esposo se dedicaba a jugar barajas por lo cual decidí dejarlo pidiendo ayuda a la autoridad, aún con una hija de nombre María Jesús que tuve con él, posteriormente conocí a mi segundo esposo Pedro Uicab (+) con el cual procreamos 4 hijos Teresa, Martha, Luis y Socorro (+) esta última finada por lo cual tuve 5 hijos.

En la actualidad mis nietos están en diferentes lados y casi todos ya tienen familia pero tengo uno en los Estados Unidos de nombre Miguel quien muy preocupado por mi me mandó a poner mi cámara de vigilancia por si me llega a pasar algo, como caerme, o desmayarme o si alguien quiera causarme daño alguno lo estarán viendo y de manera inmediata llamaría a su mamá Teresa para informar que me vaya acechar, mencionó Celia.

“Mi otro nieto, Jorge trabaja en la Cruz Roja como paramédico y siempre me viene a visitar con su mamá, mi nuera Adela y mi hijo Luis que viven atrás de mi casa, siempre viene para preguntarme como estoy y me atienden si sufro de alguna enfermedad por que casi no puedo ver bien, pero estoy muy contenta”, aseveró la entrevistada.

A las jóvenes de ahora les quiero decir que se cuiden mucho, con esta enfermedad que está dando, mucha gente se está muriendo y pues a mis 91 años que acabo de cumplir me siento bien, pero tienen que cuidarse mucho para poder llegar a esta edad, y espero que Dios cuando decida llevarme ya estaré lista sin darle problemas a mis hijos.

“Asimismo, quiero desearles feliz Día de los Abuelos a todos y que los hijos, nietos y bisnietos no se olviden de nosotros que siempre estamos esperándolos que vengan a la casa a visitarnos”, finalizó con una sonrisa Celia.

Guillermo Contreras Cruz

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