Ronald Celis Gómez, originario de Progreso, cambió su trabajo debido a la falta de turismo en la ciudad y se convirtió en pescador para tener un poco de ingresos, sin embargo, comentó que ayer algunos visitantes que llegaron al puerto se subieron a su alijo y rompieron una jimba, herramientas que con mucho esfuerzo consiguió.
Mencionó que no hay vigilancia en las playas, donde permanece su embarcación armada con dos jimbas que se fijan una en la proa y la otra en la popa, para poner los plomos para la captura del molusco.
Agregó que es común que los bañistas que llegan al puerto se suban a las embarcaciones para después tirarse clavados desde éstas, ocasionándoles pérdidas a los pescadores.
“Un adolescente con sobrepeso, al tratar de subirse a mi lancha, se sujetó de una jimba y la quebró y después negó haberlo hecho. Pero el problema no es sólo la jimba ni los 250 pesos que ésta cuesta, sino que no hay en estos momentos debido a que, como el pulpo no está en su mejor momento, los que se dedican a la venta de este implemento de pesca trajeron pocas. Cuando éstas comenzaron a venderse estaban a 70 pesos pero en la actualidad, debido a la oferta y demanda se ha incrementado el precio.”, señaló.
“Creo que alguna autoridad debería realizar rondines por las playas para advertir a los visitantes que se dan baños de mar que las embarcaciones son propiedad privada, algo similar a un automóvil, por lo que el hecho de estar estacionado en la vía pública no significa que puedas subir a éste y ponerte a brincar porque lo dañas, esto mismo es lo que sucede con las embarcaciones de los pescadores de ribera”, finalizó.
Julio Jiménez Mendoza