En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Prevención del Suicidio, destacado por la OMS y la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio desde el 2003, Marisela Maldonado Marenco, psicóloga de la Clínica de Medicina Familiar del ISSSTE en Yucatán, dio a conocer este miércoles que en el continente americano mueren más de 100 mil personas al año por suicidio.
En el estado de Yucatán una persona se quita la vida cada 45.2 horas. En el caso de menores de edad se ha registrado un rango de edad entre los 11 y los 17 años.
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La psicóloga mencionó que el suicidio es un problema que afecta de manera global a las familias y a las comunidades a nivel mundial, teniendo en cuenta que cada vida perdida representa a un amigo, padre, hijo, abuelo o compañero de alguien, “por cada suicidio producido muchas personas alrededor sufren las consecuencias”.
El suicidio es un problema complejo en el que intervienen todo tipo de factores: psicológicos, ambientales, sociales y biológicos, pero hay algunas causas muy bien determinadas que influyen en las conductas suicidas. En los niños y adolescentes, influyen especialmente factores como la historia psiquiátrica familiar, enfermedades mentales, la pérdida de un ser querido, la depresión, aislamiento social, abuso de drogas y el alcohol.
Las mujeres y hombres atentan contra su vida cuando viven violencia doméstica o son víctimas del estrés en el ámbito de la familia, sin olvidar la presencia de enfermedades mentales, abuso del alcohol y las drogas o entornos familiares problemáticos.
“Cada persona vive un universo concreto que habría que analizar para determinar cómo ayudarle a superar la etapa por la que está pasando y evitar las conductas suicidas”, señaló Maldonado Marenco.
De acuerdo a la especialista, el suicidio se da más en hombres que en las mujeres debido a que los hombres tienen mayor presión social, para los hombres es menos aceptable el pedir ayuda o hablar de sus sentimientos; en ellos también es más aceptable socialmente el consumo de alcohol como una estrategia de afrontamiento de los hechos, generalmente muchas personas que tienen riesgo de suicidio no piden ayuda debido al estigma asociado a la conducta suicida, generalmente se habla muy poco de suicidio.
Querer privarse de la vida aún es un tema tabú hasta nuestros días, las personas con ideas suicidas han perdido la esperanza y hay cierto grado de desesperación, no ven ninguna otra opción, es decir que tienen una “visión de túnel”. Es fundamental el poder abrir canales de comunicación escuchando a la persona y permitiéndole hablar y comentar sus sentimientos, la escucha debe ser activa y empática, un punto importante es cuestionar acerca de sus planes e ideas, preguntar a la persona si ha pensado en suicidarse, qué tan frecuente son estos sentimientos. En este punto no hay que tener temor a preguntar, el permitir a la persona que hable salva vidas, se debe consultar a una especialista en salud mental, también es muy importante buscar redes de apoyo ya sea con la familia, los amigos, terapia grupal o algún grupo deportivo.
En medio de esta pandemia, cuando hay desesperación estrés y presión, el suicidio puede prevenirse al hablar de ello porque ayuda a que la persona se sienta comprendida.
Otra aspecto fundamental es conocer las señales de alarma y prestarles mucha atención, no hay que ignorarlas, es importante comentar los factores protectores como un estilo de vida saludable, el bienestar mental y físico, el dormir adecuadamente, tener una alimentación balanceada, procurar una relación saludable, contacto social, disminución del estrés, y en caso de alertas visitar a un profesional en salud mental.
Julio Jiménez Mendoza