El trabajo de sastres y modistas ha decaído hasta un 60 por ciento en el municipio de Tizimín, debido a la suspensión de las clases presenciales y desfiles cívicos. A raíz de esto, las personas dedicadas a este oficio resienten la dura situación.
Para estas personas su oficio se ha convertido en distracción, ya que su trabajo no tiene demanda, por varios factores pero la mayoría relacionados con la contingencia. Uno de ellos la educación a distancia, pues los alumnos pueden tomar sus clases en casa sin necesidad de uniformes.
Elidé Muñoz Chulim señaló que el trabajo de costura bajó un poco, ahora sólo se dedica a realizar remiendos o trabajos pequeños, todo lo contrario cuando se tenían clases presenciales, que para estos meses los uniformes era lo más indispensable y que solicitaban en buena cantidad. Pero ahora los alumnos están tomando sus clases de forma virtual y no necesitan uniformes.
“De igual manera en estas fechas por el desfile siempre me traían telas para costurar uniformes, pero ahora por la pandemia a todos nos afectó”, indicó.
Conchi Tuz Lozano, conocida costurera de la localidad, dijo que desde que comenzó la contingencia no hay trabajo, “antes no tenía descanso por que había mucho encargo de uniformes escolares o algún otra prenda, como trajes de noche, pero la situación cambio y nos vino a perjudicar. Para no quedarme sin hacer nada me dedico a elaborar cubrebocas de varios colores; ahora por las fiestas patrias estoy fabricándolos con diseños patrios.
Cristy Tuz Lozano, su hermana, señaló que también está preocupada, “siempre para estas fechas me preparaba para la elaboración de estandartes, manteles y ternos para los gremios religiosos, pero ahora todo está paralizado. Para no cerrar el taller nos dedicamos a hacer lo que nos gusta, que es costurar y bordar”.
Santos Facundo Mex Pech, quien lleva más de treinta años dedicándose al oficio de la sastrería, recordó que su trabajo era muy solicitado antaño, pero ahora todo ha cambiado, “la pandemia vino a paralizar la actividad de muchas personas, además desde que el gobierno empezó a obsequiar uniformes en las escuelas y que algunos planteles venden los uniformes todo eso nos vino a perjudicar. Las personas ya no recurren a las sastrerías”.
Añadió “ahora sólo estamos dedicados a matar el tiempo realizando pequeños trabajos de reparación, con lo que a duras penas sale para las tortillas o frijoles, no hemos recibido apoyo por parte del gobierno, lo único fueron las despensas que se proporcionaron al inicio de la pandemia”.
Raquel Margarita Huerta