Emmanuel Torre Horta es un médico cirujano que con la pandemia recibió el encargo de realizar la toma de muestras a pacientes sospechosos de portar COVID-19 en el campamento instalado en el Hospital General Agustín O’Horán, en Mérida.
La experiencia, además de exigirle el máximo cuidado lo ha llevado a tomar otras medidas de prevención para evitar contagiarse y contagiar a su familia, empezando por el aislamiento de sus padres.
Aunque el riesgo de contagio cada día es latente, su vocación le gana.
Además de hacer las pruebas de detección de SARS-CoV-2, de manera voluntaria y gratuita da consulta médica general a pacientes positivos o sospechosos.
Emmanuel los orienta sobre la sintomatología y el protocolo de seguimiento a través de videollamadas.
El doctor, egresado de la Universidad Anáhuac Mayab, ha realizado al momento más de 3 mil 300 pruebas y atendido a 35 pacientes con coronavirus, a quienes da seguimiento vía telefónica, por WhatsApp o por videollamada en la habitación que renta desde que inició esta actividad.
Desde hace cinco meses salió de su casa para no exponer a sus padres, Jesús Torres Quintal y la señora Olga Horta Pérez, quienes pertenecen al sector vulnerable, por ser de la tercera edad.
Sin embargo, el joven no se ha desentendido de sus cuidados, pues con frecuencia el doctor acude a los supermercados y centros comerciales para realizar la compra de víveres y así evitar que sus padres se expongan al virus.
Antes de llegar a casa de sus papás, desinfecta cuidadosamente las compras en el estacionamiento de su casa, utilizando sanitizantes, agua y cloro para después dejarlos en una charola de plástico a un costado de la ventana, en dónde los recoge su madre.
Ese es el único contacto que tiene con ellos: a la distancia y durante un par de minutos.
Emmanuel cuenta que para mantener una estabilidad mental en medio del desgaste que la atención a una contingencia sanitaria requiere acude cada dos o tres días al Parque Hundido de Yucalpetén acompañado de Alfa, su perro pastor belga de dos años de edad, quién lo acompaña mientras trota al aire libre. Esa es su única recreación se garantiza que evitará el contacto social para cumplir con las medidas de prevención.
“Como personal de salud debemos pensar en nuestra salud mental, ya que tenemos una carga emocional desde que estudiamos la carrera y también cuando laboramos, si no nos relajamos podemos terminar mal”, comenta.
De lunes a viernes acude al Hospital O’Horán, en donde en compañía del equipo perteneciente al Programa de Fortalecimiento de la Atención Médica, Caravana de la Salud, inician con la limpieza del campamento desde las 7:30 de la mañana para después ordenar batas y guantes, revisar el listado de pacientes, pedir los insumos, formar a los pacientes y explicar las indicaciones previas antes de pasar a la zona en donde se les realiza la muestra.
Finalizan el trabajo a las 13:00 horas y posteriormente realizan la limpieza de la zona y trasladan las muestras al Laboratorio Central del Estado, perteneciente a la Secretaría de Salud.
“Se necesita de una primera línea de contención antes de llegar con los especialistas, pues esto permite que no se sature el Sistema de Salud”, explica.
Este equipo atiende todos los días entre 60 y 100 pacientes que acuden a conocer si están contagiados.
Comentan que han llegado niños desde los tres años hasta personas de 97 años.
“Tratamos con la gente todo el tiempo y no sabemos si están contagiados, hay personas que acuden ya portando el virus.
“Estamos disfrazados con el equipo de seguridad y la gente nos ve con ojos de miedo, la gente piensa que el COVID significa muerte y no es así. Cuando platicamos con ellos y les explicamos, la gente se relaja… ellos se quedan tranquilos, les decimos que es necesario hacerse una prueba para descartar cualquier tipo de enfermedad y también la detección temprana puede salvar sus vidas.
“La mejor recomendación que puedo hacerle a las personas es que si es necesario salgan, sino que se mantengan en casa hasta que haya un semáforo más amigable a nivel nacional, salir sólo representa un riesgo y es mejor no tomarlo”.
Por Martín Zetina