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La crisis derivada del COVID-19 provocó que los tatuadores “Leto” y Brayan buscaran nuevas formas de atraer a sus clientes.

Los poco más de 6 meses de inactividad o semiparálisis económica que ha dejado a su paso la pandemia por el COVID-19 ha provocado serias afectaciones en todos los sectores de la economía.

Los prestadores de servicios, artistas y ejecutantes son algunos de los más afectados ya que durante semanas no tuvieron clientes. Los tatuadores son en ese sentido, una combinación de ambos grupos productivos, y han tenido que saber adaptarse a la llamada Nueva Normalidad para obtener los ingresos necesarios para sobrevivir dignamente día con día. 

Leticia “Leto” Martín y Brayan Pedraza, cada quien desde su trinchera, están luchando por recuperar la clientela que tenían hasta antes de las restricciones de la pandemia. El camino ha sido largo y complicado para estos artistas del tatuaje, ya sea en el estudio o en las plazas públicas, la falta de entradas se sufre prácticamente igual, no importando el lugar.

La reapertura económica es para ellos una bocanada de alivio, pues representa la posibilidad de atender a más personas.

“Al principio cuando comenzó todo en la Ciudad de México, no me había caído el veinte de la magnitud de lo que la pandemia iba abarcar”, recordó la artista del tatuaje “Leto” Martín, como es conocida en el medio.

Recordó que, al principio de la pandemia, cuando todo mundo “hacía compras de pánico” fue cuando dimensionó los efectos del nuevo coronavirus. Desde ese momento el líquido desinfectante, cubrebocas, los guantes de látex y otros elementos que estos artistas usan como parte de sus herramientas de trabajo comenzaron a agotarse de los centros de abastecimiento. 

La artista detalló que incluso tuvo que pedir materiales del extranjero pero eso tampoco duró mucho tiempo ya que también se agotaron. Ante la apabullante realidad, “Leto” dejó de trabajar todo un mes; admitió que sin la ayuda de sus familiares, el sustento suyo y de su hijo, a quien mantiene, no habría sido posible. 

Esta artista del tatuaje detalló que esos 30 días de pausa le sirvieron de mucho. Fue un periodo de planificar una estrategia de lo que se iba venir y de repasar las bases y fundamentos de su oficio.

“Pensé, se viene una crisis y evidentemente el tatuaje no es un artículo de primera necesidad, reflexioné, creí que me iba quedar sin trabajo por completo, pero afortunadamente no fue así”, indicó. 

“Leto” Martín dijo que luego de los momentos más complicados, las personas empezaron a ir con ella para que las tatuara, indicó que incluso le tocó hacer los primeros tatuajes de clientes, personas arriba de sus 40 y 50 años.  En ese sentido, consideró que la percepción negativa que algún sector de la población tenía para con los tatuajes, así como las personas que los lucen ha ido cambiando para bien, expresó que los paradigmas se están modificando y ya no es más un elemento asociado con actividades ilícitas.

“Mucha gente se está haciendo sus primeros tatuajes, porque piensan que es ahora o nunca y he podido conectarme con esas personas”, dijo alegre.

“Leto” tiene 7 años tatuando y ganarse un lugar en los estudios de tatuaje no ha sido fácil y lo ha logrado de manera paulatina. Ella, combinando las artes visuales y el diseño de modas, está en búsqueda de un espacio en un medio, que por lo general está dominado por sus compañeros varones.

“Agradezco a quienes me enseñaron, siempre me trataron con respeto, pero también fueron duros conmigo porque son de la vieja escuela”, señaló.

La artista externó que tuvo algunos episodios de acoso y en ocasiones subestimaban su trabajo, así como la permanencia en el medio, sin embargo, con trabajo duro “Leto” se ha ganado un lugar y una preferencia por la calidad de sus piezas. 

Los tatuadores de las plazas comerciales

Brayan Pedraza es un joven tatuador con tres años de experiencia en el medio, el realiza su trabajo sobre la piel en el Mercado de la 58, centro comercial ubicado frente al Pasaje de la Revolución, en el Centro Histórico de la capital yucateca. 

De manera similar a su compañera vivó momentos difíciles, con la diferencia de que él dependía de que las plazas abrieran para que, de manera formal, pudiera ganarse unos pesos con su arte. Sin embargo, las restricciones derivadas a la pandemia, obligaron al artista a no pisar la Plaza de la 58 por poco más de 6 meses.

En el caso de Brayan la opción fue transformar su casa en un estudio de tatuaje, eso sí con citas previas.

“Estuvo bien difícil, pero ahora que han vuelto abrir las plazas, ahí va poco a poco viniendo la gente a tatuarse”, explicó.

El joven externó que en promedio está atendiendo a dos personas por día, en los momentos más complicados de la pandemia hacía ese mismo número, pero a la semana. Comentó que las medidas y protocolos de salud se realizaban en el estudio antes de lo dispuesto por las autoridades.

Brayan asegura que la base para ser un buen artista del tatuaje es reforzar las habilidades para dibujar, ya que ese elemento es determinante para terminar los diseños y finalmente plasmarlo en los lienzos humanos.

“Ahora la gente se está haciendo muchos tatuajes de diferentes estilos, ya hay más apertura que antes y las personas están aceptando cada vez más nuestro trabajo”, sostuvo.

Estos artistas del tatuaje están poco a poco recuperando su nicho de mercado. Las aperturas y cambios a la movilidad le han dado un nuevo respiro a un arte que, poco a poco, está rompiendo esquemas.

Por Guillermo Castillo

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