El municipio ha sido ampliamente reconocido en el estado por ser productor de muebles de madera de excelente calidad, y esa fama sólo pudo ser posible gracias a la labor de sus carpinteros, que al día de hoy suman al menos una veintena, tan sólo en la cabecera municipal.
Desde luego los carpinteros de hoy difícilmente hubieran aprendido lo que saben, de no ser por los pioneros en el trabajo con la madera, siendo que estos últimos prácticamente pueden presumir de ser los maestros carpinteros del poblado.
Noticia destacada
Imposible construir una terminal subterránea del Tren Maya en Mérida: especialista
Con mucho orgullo, algunos de estos pioneros, pese a rondar los 70 años de vida, aún continúan trabajando y enseñando a las nuevas generaciones el arte del trabajo de la madera.
Entrevistados al respecto, absolutamente todos coincidieron en que hace más de un siglo, la persona que originalmente inició la carpintería cuando Temozón era apenas la cuarta parte de lo que es ahora fue don Francisco May (“Pancho” May), quien enseñó a su hijo “Naas” y este último a su primogénito Octaviano May, veterano carpintero que falleció hace poco por complicaciones de la diabetes.
En ese sentido, don José Luis Díaz Novelo, veterano carpintero de 63 años de edad, señaló que precisamente un alumno de don “Pancho” fue don Paulino Cen, mejor conocido como “Don K’ali´”, persona que le enseñó a él, y a muchos otros, el trabajo de la carpintería.
"Antes la vida era muy difícil, teníamos muy pocas opciones, era el campo o el campo… afortunadamente, mis papás me escucharon y como a mí me interesó ese oficio desde muy pequeño, me apoyaron. Apenas y cumplí los 12 años, fui a la carpintería de “Don K’ali´” y me volví su chalán, gracias a él aprendí a trabajar la madera", sostuvo.
Orgullosamente, mencionó que sus tres hermanitos (Fredy, Maury y Martín) también decidieron dedicarse a la carpintería y gracias a ese oficio pudo mantener a su esposa María del Rosario Alcocer Manrique y a sus cuatro hijos, ahora estos son todos unos profesionistas.
"Ahora, 50 años después de mi primer contacto con la carpintería, aquí sigo, me gusta, me siento vivo cuando estoy en proceso de construir un mueble. Muchos no lo valoran, pero quien sabe de esto, podrá coincidir conmigo de que la carpintería es un auténtico arte", sostuvo.
Por su parte, Leonardo Hoil Dzul, de 63 años y mejor conocido en la comunidad como “Don Yoy”, dijo haber iniciado en la carpintería desde que cumplió los 18 años.
"Francamente, yo era campesino, trabajaba en la milpa y al mirar a algunos carpinteros y apoyarlos en una ocasión, me gustó, pues por lo menos era un trabajo bajo sombra… era más descansado", bromeó.
Tal y como ocurrió con don José Luis Díaz, “Don Yoy” dijo haber sido alumno de Paulino Cen y recordó nostálgicamente la forma en que aprendió. Señaló que por ello le da mucho gusto enseñar a quién lo desee, como ocurrió con su sobrino Arsenio, otro excelente carpintero de esta villa.
"Ahora, por mi edad, no puedo aceptar contratos con cadenas hoteleras como hacía antes, existe demasiada presión por la entrega de los trabajos, ahora mi taller no tiene mucha gente. Luego no duermo por esas situaciones y eso no es bueno para mi salud", precisó.
De igual forma, Cosme Damián Uitzil Castillo, de 70 años de edad, reconoció que la carpintería es un oficio no apto para cualquiera, pues el primer requisito es el gusto auténtico por trabajar la madera.
El popular personaje en la comunidad, mejor conocido como don “Huero”, explicó en tono de broma que su primer contacto con la carpintería fue gracias a su matrimonio, pues don “Naas” May, uno de los maestros carpinteros fue su suegro.
"Tras haber aprendido lo suficiente, decidí fundar mi propio taller, uno bastante modesto, poco a poco y con mucho esfuerzo, decidí trasladar ese taller hasta la parte trasera de mi casa, eso fue cuando a mi colonia le instalaron energía eléctrica", acotó.
En resumen, los tres veteranos carpinteros entrevistados coincidieron en que ojalá y las nuevas generaciones continúen con la tradición de hacer buenos muebles en Temozón, aprovechando, por ejemplo, los avances de la tecnología pues ahora la mayoría de los trabajos que se hacían de manera física hoy lo hacen las máquinas, desde luego “sin caer en el error de copiar el ejemplo de los muebles elaborados de manera industrial, que en cuestión de meses se deterioran al ser de puro aserrín prensado”.
Por Alfredo Osorio Aguilar