Yucatán

Uno de los motivos por la afluencia de creyentes es que las familias vuelven a despedir a sus difuntos

En busca de esperanza, un refugio espiritual y seguramente, una palabra que aliente sus vidas en una temporada tan difícil como la que se está viviendo, algunos feligreses vuelven a congregarse y hacer acto de presencia en los centros religiosos ubicados en el Centro de la ciudad de Mérida.

Ayer domingo, en un recorrido por la iglesia de La Mejorada, el Templo de Jesús de la Tercera Orden y la Catedral de San Ildefonso, se pudo apreciar un poco más de afluencia de personas en comparación con lo que se ha visto entre semana.

Esta información, fue confirmada y compartida por los hermanos voluntarios que estaban en las puertas principales para proveer a los creyentes de gel antibacterial, medirles su temperatura y dar las indicaciones pertinentes de sana distancia.

Los centros religiosos también tuvieron que pasar la dura prueba de cerrar sus puertas por meses, y es hasta ahora que empiezan a ver la respuesta de la gente que acudía con cierta regularidad a las misas.

Los entrevistados compartieron que otro de los motivos de asistencia actual, es que las familias vuelven a la iglesia para despedir a sus seres queridos que han muerto.  

Algunas personas volvieron a la iglesia, como en el caso ubicada en el barrio de La Mejorada, donde los asistentes eran deudos que fueron a despedir las cenizas de su familiar; así lo compartió Héctor Pech, quien también añadió que, en aquel templo, los domingos únicamente ofician misa a las 10 de la mañana y 12 del día.

Por su parte, Víctor Manuel Pérez Reyes, confirmó la información mencionada anteriormente, pues comentó que había ido a despedir a su tío quien recién había fallecido, y que la razón de su visita era porque le iba a cantar un réquiem, así como también recordó que en esa iglesia empezó a recibir doctrina cuando estaba en segundo año de primaria.

“Creo que la gente volverá a la iglesia católica porque la gente tradicionalmente por sus usos y costumbres lo tiene como una actividad de domingo, religiosamente ya está acostumbrada a venir, eso no va a cambiar”, expresó

Por su parte Rosi González, del Templo de Jesús de la Tercera Orden, comentó respecto a la afluencia de gente en las iglesias, que inclusive en fin de semana ha sido muy poca, pues en su experiencia ha mirado a 20, 25, 30 o 35 personas como máximo en domingo, y que entre semana solo llegan tres por día.

En el caso particular del turismo, mencionó que los norteamericanos son un grupo de personas que solo entran un ratito, se persignan y vuelven a salir, pero que no se quedan. En el Templo de Jesús de la Tercera Orden los domingos hay misa a las 9 de la mañana, 12 del día y, 7 y 8 de la noche.

En la Catedral de San Ildefonso, se pudo apreciar mayor afluencia de feligreses, sin embargo, los servidores en la puerta comentaron que en cada misa únicamente han llegado, unas 200 o 300 personas, apenas una tercera o cuarta parte de la capacidad que tiene el recinto.

Cinthia Chablé reforzó que, desde su reapertura en el mes de septiembre, han estado cumpliendo rigurosamente con las medidas de higiene, pues como todos pretender prevenir lo más que se pueda la propagación del virus COVID-19, ya que sus feligreses son en su mayoría personas de la tercera edad, niños y en general familias.

Agregó que, algo que les ha llamado mucho la atención, es que en esta nueva normalidad han recibido más hombres a la iglesia, cosa que en el pasado no se apreciaba tanto.

“Los que están viniendo ahorita son hombres solos, a veces vienen con sus hijos o con sus esposas, es curioso y estamos agradecidos con Dios porque la verdad los hombres casi no eran de asistir, sí venían, pero en un porcentaje muy bajo”, finalizó.

Algunas de las medidas preventivas y sugerencias que se les han hecho a los asistentes son: evitar dar la mano y besar en el llamado de paz y el resto de la ceremonia; el tocar o besar imágenes, íconos, relieves o altares; así como utilizar las pilas de agua bendita y al tomar la comunión pedir que les entreguen la hostia en sus manos.