Niños y “gaviotas” permanecen trabajando en el Puerto de Abrigo, pese a que la semana pasada se acordó mediante el Comité Ordinario del Puerto de Yucalpetén, frenar sus actividades en la zona, hombres de mar requieren de su presencia al cobrar menos de los que se pagarían a un ayudante en forma.
La presencia laboral de niños dentro de las instalaciones pesqueras, así como de las “gaviotas”, mujeres que realizan trabajos de limpieza en los barcos, es de todos los días. Pescadores entrevistados, aseguran que la “sangre joven” es útil para las embarcaciones, debido a su energía para desarrollar labores en altamar, así como también por cobrar una cantidad que no excede los 5 mil pesos, independientemente de qué actividad realicen.
Mediante un recorrido en dicho punto, se pudo constatar que acuden a trabajar menores, de entre 12 y 17 años, para realizar carga de insumos en las embarcaciones o mediante el aseo de las cubiertas de los barcos de embarcación mayor.
Antonio Cortés Peraza y Samuel Méndez Samurái, son un par de pescadores, tripulantes del “Huachinango” con matrícula 310570023-3. Los entrevistados, ambos de la tercera edad, confesaron empezar a navegar en altamar a los 15 y 8 años, respectivamente; por lo que la presencia de jovencitos en el oficio de la captura de ejemplares marinos no es nueva en el puerto de Progreso, incluso durante temporadas como el pulpo, el cual ha beneficiado de manera exponencial a las flotas.
“Se necesita de los chamacos porque son incansables, a ellos los pones un día entero y no se cansan, eso es lo que nos falta a los viejos, la juventud es útil para la pesca por lo desgastante que resulta quedarse en el alijo hasta 10 horas esperando llenar la cantidad que te pida que el patrón. Para pescar sólo necesitas saber nadar, lo demás te lo enseña la experiencia. No los juzgo porque yo también empecé así”, indicó Samurái.
Por su parte, Antonio Cortés indicó que la parte negativa de llevar a bordo de los navíos a los menores es cuando estos no escuchan los consejos de los marinos experimentados, pues él ha sido testigo incluso de varios accidentes en cubierta en donde se requiere salvar a los jóvenes tripulantes al caer al mar.
“Varios chavos no miden riesgos, he visto algunos que llevan vicio, ese no es el camino. Mayormente los notas con nosotros cuando hay temporada de pulpo, no son tontos, quieren ganarse sus centavos”, detalló.
Los entrevistados aseguran que habría menos de 20 menores que laboran en el sitio de atraque mencionado, alrededor de 15 provenientes de familias pesqueras que los llevan para descargar producto a cambio de una remuneración de no más de 500 pesos. Unos siete u ocho con trabajo fijo que les permite tener anticipos de hasta 10 mil pesos en época de cefalópodo. Entre las causas de su ingreso al mundo de la pesca, se acentúa la falta de oportunidades económicas y el rezago estudiantil que ahora se maneja vía internet en cualquier nivel.
“Si los he visto (menores de edad) pero también hay que decirlo, existe la pobreza, los chavitos que tenemos con nosotros no tienen apoyo de absolutamente nadie, además viven en condiciones que no les permiten ir a la escuela ¿de dónde van a sacar para sobrevivir? El hambre pega, cualquier pescador aquí podría hablarte de las carencias que se pasan siendo joven, nadie está aquí por gusto”, aseguró Fermín Lugo, pescador que lleva radicando en el puerto apenas dos años y medio.
Mismo panorama se vislumbra en embarcaderos con lanchas ribereñas y en la costa donde atracan los pescadores independientes. En ambos lugares la presencia de los menores contribuye a trabajos dentro y fuera del mar.
En cuanto a las “gaviotas”, las cuales son mujeres en su mayoría por encima de los 50 años de edad, aseguran que mediante la temporada de pulpo han encontrado un modus vivendi que les permite encontrar solvencia económica a través de trabajos de limpieza dentro de los barcos que atracan para realizar descarga.
Limpieza de barcos en Progreso
“Maribel” de 55 años de edad, quien decidió ocultar su identidad por cuestiones de seguridad, es una mujer que trabaja en limpieza de barcos. Ella confirmó que este modo de trabajo le permite conseguir una remuneración económica de los 100 hasta los 500 pesos por día dependiendo de la situación económica de los patrones de barco.
“Tengo como 15 años viniendo al puerto, si a los patrones les va bien a nosotros también por eso esta época de pulpo nos vino como anillo al dedo a todos. Aquí el peligro se tiene cuando se empiezan a involucrar las ‘gaviotas’ de manera sentimental con los pescadores, porque los celos luego te limitan a que trabajes en otros barcos que no sean los de tu pareja”, explicó la entrevistada.
La mujer también confiesa orgullosa que no le avergüenza su trabajo, pues lo considera honrado y legal, ya que tras quedarse desempleada desde el 2015 y no encontrar trabajo por su edad, acudir al puerto le ha otorgado una manera de sobrevivir en materia económica.
“Aquí he hecho amigas, pero también enemigas son como cualquier trabajo, hay que lidiar con situaciones que se te presentan desde que entras aquí”, argumenta la “Maribel”.
Parte de las acciones que ha tomado el comité para frenar el trabajo en menores de 18 años, fue un operativo sorpresa en el embarcadero de Chuburná por la madrugada del jueves de la semana pasada. Ahí se detectaron cuatro menores de entre 15 y 17 que no podrán volver a laborar hasta no cumplir la mayoría de edad.
Una de las iniciativas que se tomarían es el acceso sólo por medio de la credencialización si se tiene libreta de mar y documentación en regla, por lo que menores y “gaviotas” quedarían descartados para poder trabajar en el puerto de abrigo.
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JG