Lucía Elvira Ortega es una mujer de 85 años que se dedica a pedir limosna en el parque de San Juan y en los alrededores de la base a Autobuses De Oriente (ADO). Ella vive en la colonia San Antonio Xluch, al sur de Mérida, por lo que todos los días sale de su casa para ganarse unos pesos. A la hora del almuerzo, llega todos los días al comedor comunitario Reffetorio Mérida, al que asisten aproximadamente cien personas en situación de pobreza.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), reporta que la población en situación de pobreza en Yucatán se elevó de 6.5 por ciento, en 2018, al 11.3 por ciento, en el año pasado.
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El hambre y la pobreza extrema son un problema grave en el estado, el cual se ve reflejado en números, según el Coneval, en el 2018 había 147.6 miles de personas en esta situación, mientras que para el 2020, incrementó a 263.7 miles de personas; del mismo modo, las personas que no tenían acceso a una alimentación nutritiva y de calidad pasaron de 481.3 a 575.4
“Yo no sabía que existían estos lugares, hasta que un día me dijo otro señor que pide limosna conmigo, que tenía mucha hambre, ya era la una de la tarde y yo no había ni desayunado, y me dijo que viniéramos aquí, y aunque no traigas dinero te alimentan”, dijo Lucía Ortega.
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Explicó que, ya tiene varios meses asistiendo al comedor comunitario y que la vida no ha sido sencilla para ella, pues además de no tener ningún familiar vivo, tuvo un accidente grave hace algunos años que la dejó postrada en la cama por varios meses, “casi en media cabeza tengo una placa metálica, tengo 16 clavos en el pie, estoy viva de milagro, “me arrastro para tomar el camión y llegar a la terminal donde pido limosna, pero la gente que ya me conoce me ayuda, a veces me arriman comida, mayormente sobras y se agradece”.
Para Lucía no han sido fácil los últimos años, porque “lo peor de ser pobre es el hambre, no tener que comer, no tener que darles a los tuyos; los que no tenemos dinero sabemos lo que es pasar días enteros con la panza vacía o con un pan, a veces paso tanto tiempo sin comer, que cuando le echo algo (al estómago), hasta me siento mal, por eso haber encontrado este comedor comunitario me hace feliz, tengo la seguridad de que por lo menos una comida si la voy a tener”.
El hambre no es una situación solamente de quienes viven en pobreza extrema, el desempleo ha llevado al señor David a asistir a este comedor comunitario desde hace un mes, “yo tenía un buen trabajo, hace un mes mi vida era otra, la empresa para la que trabajo se declaró en quiebra y desde entonces no he tenido un peso ni para comer, no nos pagaron nada, y teniendo que pagar los gastos corrientes me quedé sin dinero, nunca pensé que alguien como yo, tendría la necesidad de venir a estos lugares por algo tan elemental como la comida”.
Para poder solucionar sobre todo el tema de la alimentación, una gran parte del sector que sufre de estas carencias, acude a comedores comunitarios de asociación sociales que se organizan para apoyar a esta población
El comedor comunitario Reffetorio Mérida tiene un aforo limitado, ya que pueden recibir un promedio de 70 personas, tiene un costo de 10 pesos, el servicio es de 12:45 a 14:00 horas de la tarde de lunes a viernes y se encuentra en la calle 60 por 69 del centro.
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JG