Al pasar de los años, muchos de los habitantes de la pequeña comisaría comenzaron a salir en búsqueda de trabajo, estudios y nuevas oportunidades fuera del lugar que los vio crecer. Teodomira Ríos Maldonado, de 77 años, que aún vive en la localidad de San Eduardo, recuerda con nostalgia cómo en su juventud había bastantes habitantes que tenían sus cultivos en sus patios, niños correr por las calles y grupos de amigos reuniéndose en las explanadas a platicar o realizar algún deporte grupal.
Con la falta de empleo, las personas comenzaron a migrar a Telchac Pueblo, Dzemul o a la ciudad de Mérida, cerrando sus hogares y visitándolos de vez en cuando. “Muchos se fueron, el empleo comenzó a escasear y se tenía que buscar de dónde sacar para mantener a los hijos y costear sus estudios, por eso muchos se fueron y se fue reduciendo la comunidad”, aseveró la habitante.
La comisaría cuenta con un aproximado de 50 habitantes, entre niños, adultos y personas de la tercera edad, quienes decidieron no abandonar sus hogares por la costumbre que han tenido desde tiempo atrás.
Cada vez más casas permanecen cerradas, algunas con las ventanas rotas, patios con abundante maleza y cuando deciden volver los familiares en tiempo vacacional, es cuando se vuelve a ver un poco de alegría. Para la fiesta patronal, es cuando las personas deciden bajar para ver de nuevo a sus amistades que aún permanecen vigilando el hogar de los que ya no están.
A unos cuantos días para que llegue la navidad, el ambiente se siente solitario y con mucha nostalgia, casi no hay niños para que salgan a divertirse y la mayoría decide ir a la ciudad o a los poblados de vecinos a pasarla con sus familiares. “Para navidad se siente triste ver que no hay decorativos aquí; ver las casas sin gente y quienes no celebran estas fiestas en familia deciden dormir temprano para comenzar de nuevo su rutina del día siguiente como un día normal”, comentó Ríos.
Los pocos habitantes se han adaptado a la vida de salir a hacer compras en pueblos vecinos, esto porque en San Eduardo no hay tiendas. “La señora que tenía su tienda murió hace dos años, nadie pone alguna porque cuesta mantenerlo, pero sí hace falta un pequeño negocio”, dijo.
Las personas que continúan habitando en la localidad, sólo se encuentran allí por el trabajo que tienen en sus milpas o en la hacienda de henequén que aún sigue de pie.
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CC