Una promesa lo impulsa para realizarla cada año, desde hace tres, cuando se recuperó de una picadura de mantarraya, y que según dijo, fue un milagro de la Virgen de Guadalupe el que se salvara.
Julio Alberto Escobedo Chi (a) Raperito baby salió este mediodía de su casa en Kanasín con rumbo al municipio de Halachó, donde tiene calculado llegar en tres días, visitar la iglesia de ahí, para regresar y estar en su natal Kanasín el día 12.
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Según contó Raperito, el primer año caminó con la imagen de la Virgen a cuestas de Kanasín al santuario de San Cristóbal.
El año pasado lo hizo hasta Umán, de ida y vuelta y este año su destino será Halachó.
“Estoy sólo, voy a cumplir mi manda, está vez me estoy aventando hasta Halachó, voy caminando y tengo planeado llegar a la iglesia de Halachó en tres días, ahí descansaré y realizaré el regreso para mi natal Kanasín, donde me espera mi esposa y mi hijo”, dijo el payasito.
También comentó que salió con unos víveres, una colcha y muchas ilusiones de regresar con bien, ya que la imagen de la Virgen de Guadalupe que lleva cargada en la espalda lo o va a ayudar para que esto suceda.
Deja el boxeo para predicar
Eriam José Ay Pérez viajó a la Ciudad de México para llevar el mensaje de Cristo, durante dos años, como misionero de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y a su regreso analizará la posibilidad de continuar su formación como boxeador.
El joven explicó que uno de los motivos por lo que decidió realizar su labor de Misionero es para ayudar a la gente a que conozca el evangelio de Cristo y puedan buscar y encontrar la felicidad y la convivencia con su familia, su comunidad y especialmente con Jesucristo.
Explicó que no es el primero que se va a llevar el evangelio de Cristo a las demás personas y que quizás éstas no lo acepten o comprender el mensaje, lo importante es que hay que estar con el corazón dispuesto a brindarles la ayuda para lograr ese encuentro y seguir el ejemplo y modelo de vida.
Comentó que dos de sus hermanos le antecedieron y regresaron muy contentos de haber cumplido con su compromiso de misioneros y fueron quienes lo motivaron a seguir su ejemplo, por lo que se estuvo preparando por varios meses, lo que implicó hacer a un lado su gusto por el box, ya que su meta era ser profesional en ese deporte, que también es muy difícil, pero será hasta su regreso cuando decida el rumbo a seguir.
Si somos capaces de sacrificarnos por Dios, tengo fe que voy a recibir su bendición y que me ayudará a tomar mejores decisiones. Concluyó.
Agradeció a sus abuelos, padres, hermanos y demás familiares que acudieron a despedirlo, a quienes les reiteró que se va con el corazón abierto y con las ganas de predicar el evangelio de la iglesia de Jesucristo.
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CC