Luego de que en un estudio a cargo del Centro de Investigaciones Científicas de Yucatán (CICY), se detectará que en las aguas residuales de Quintana Roo existen hasta 7 mil 500 copias del genoma del virus SARS-CoV-2, la Dra. Yameli Aguilar Duarte, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales (Inifap), comentó que, debido al tipo de suelo, es altamente posible que se replique el fenómeno en Yucatán.
Recordó que el estudio encabezado por la investigadora del CICY, la Dra. Cecilia Hernández Zepeda, consistió en crear una metodología para detectar el virus SARS-CoV-2 en las aguas residuales; al comprobarse que la “huella genética” del virus está presente en el líquido, la población está ante un riesgo inminente. Aunque fuera en menor cantidad la presencia del genoma en aguas yucatecas, ocasionaría el riesgo de irse hacia el manto freático debido al tipo de suelo, reiteró.
“El encontrar el genoma desde 100 hasta 7 mil 500 copias de él por litro de agua residual, significa que son concentraciones importantes, pues refleja la presencia de la epidemia en Quintana Roo y seguramente si ese estudio se replica en Yucatán o en Campeche, se podría encontrar algo similar”, expuso la especialista.
Puntualizó que es imprescindible considerar que el Caribe es multicultural y no solamente viven personas de diferentes zonas de México, sino también de distintos países.
“Siempre hay una actividad turística y mucho movimiento. Por el hecho de que existe este flujo de personas, lo que encontraron es resultante de todo eso”, señaló.
Tomando en cuenta las estadísticas de COVID-19 en Yucatán, apuntó que, sin duda, la problemática se repetirá y afectaría a miles de ciudadanos.
“La cuestión es que esas aguas residuales podrían mezclarse con el agua dulce, es decir, el agua que bebemos. Al extraerla generará cierto impacto y será más difícil de potabilizar, más costoso”, expuso.
Puntualizó que lo preocupante es el tipo de suelo, puesto que, si las aguas residuales no reciben los tratamientos y se van a los mantos freáticos, viajaría cualquier tipo de parásito, no solamente el coronavirus.
“Por eso es de suma importancia que cualquier tipo de proyecto (inmobiliario) tenga una planta de tratamiento y que además esté funcionando de la mejor manera posible”, dijo.
Aseguró que las plantas tratadoras se deben diseñar y evaluar conforme el tipo de proyecto que se realiza, pues no todas las aguas residuales contienen lo mismo, sino que varía en función de lo que hacen. No son iguales las de los hoteles, granjas porcícolas, casas, industrias automotrices, etcétera. “Cualquier proyecto que genere residuos va a ser diferente”, especificó.
Sobre la metodología que empleó la Dra. Hernández Zepeta del CICY, para la medición de los valores del genoma de virus en las aguas residuales quintanarroenses, cabe recordar que con el estudio se pueden tomar acciones de forma oportuna, puesto que las altas concentraciones de COVID-19 en el agua se deben a la alta incidencia de casos de personas infectadas.
“Los virus y microorganismos son tan diversos que no siempre con una misma metodología los puedes detectar. El estudio de la Dra. Cecilia fue importante porque determinaron esa metodología para detectar el virus SARS-CoV-2 sobre todo en las aguas residuales de plantas de tratamiento en Quintana Roo”, explicó Aguilar Duarte.
La experta expuso que el tipo de suelo de la Península de Yucatán se formó por los sedimentos marinos, en combinación con los restos de animales marinos, especialmente gracias a sus esqueletos. “Es una roca soluble y caliza”, por lo que sustancias ácidas pueden disolver la roca.
SY